SelmaPublicado en inglés el 7 de marzo, 2015, en la revista The Nation bajo el título “March 7, 1965: ‘Bloody Sunday’ in Selma, Alabama. Traducido con autorización especial. Por Richard Kreitner y The Almanac

Hoy hace cincuenta años, policías del estado deAlabama atacaron a los manifestantes en pro de los derechos al voto en el puente Edmund Pettus en Selma. Ello aceleró el curso de eventos, y poco más de una semana después, el presidente Lyndon Johnson pronunciaba su discurso “We Shall Overcome” ante el Congreso y hacía un llamado a un proyecto de ley del derecho de voto. Pero a principios de mayo, The Nation enfocó en aquél momento en el puente, con un ensayo del escritor George B. Leonard, de California, quien desde su casa vio imágenes del ataque. Conmocionado y horrorizado, Leonard (oriundo del Sur de EUA) tomó un avión a Selma para estar presente en lo que sucedería a continuación. Su ensayo, “Midnight Plane to Alabama”, apareció en The Nation el 10 de mayo 1965.

Las imágenes no eran particularmente buenas. Con las cámaras bastante retiradas de la acción y los cielos parcialmente nublados todo lo que sucedió asumió una calidad similar a una vieja película de actualidades. Sin embargo, esta misma cualidad, vaga y de siluetas entrecortadas, daba a la escena la vehemencia y la inmediatez de un sueño. La pantalla de televisión mostraba una columna de personas negras caminando a lo largo de una carretera. Un destacamento de la policía estatal de Alabama les bloqueaba el camino. Cuando los negros se detuvieron, una voz monótona, arrastrando las palabras, daba órdenes por un altavoz. Se dijo a los manifestantes que en aras de la “seguridad pública” debían dar vuelta atrás. Pasaron unos momentos, medidos por el silencio, mientras algunos policías cubrían sus rostros con máscaras de gas. Hubo un movimiento tambaleante en el lado izquierdo de la pantalla, una falange de soldados cargó directamente contra la columna, tumbando como boliches a los manifestantes. Un agudo grito de terror, diferente de cualquier sonido que se había escuchado a través de un aparato de TV, se levantó a medida que los soldados avanzaban con fuerza, tropezando a veces en los cuerpos caídos. La escena corta al ataque por los caballos — sus pezuñas relucientes sobre los caídos. Otro corte rápido, una nube de gas lacrimógeno se elevaba sobre la carretera. Periódicamente se veía una cabeza con casco saliendo de la nube, seguido de una macana que golpeaba. La macana y la cabeza desaparecían en medio de  la nube de gas y otro mazo subía y bajaba. Inhumano. No hay otra palabra para describir los movimientos. El panorama cambió rápidamente a una iglesia Negra. Pasaban por la pantalla personas sangrando, quebrados, algunos de ellos solos cojeando, otros apoyándolos de cada lado, otros más cargados en brazos o en camillas. Fue en este punto que mi esposa, sollozando, dio la vuelta y se alejó, diciendo: “No puedo mirar nunca más”.

Artículo en inglés