Jeb-BushJeb Bush intervencionista. Ryan Lizza, corresponsal en Washington de The New Yorker escribe una extensa nota sobre Jeb Bush, candidato republicano por la nominación presidencial de su partido, hermano e hijo de dos presidentes llamados George, y quien solo hace unos meses se perfilaba como uno de los favoritos para enfrentar al porta estandarte demócrata en las presidenciales 2016. 

Apartes: 

Jeb se ha presentado a sí mismo como el candidato republicano más elegible: Dispuesto a romper con la ortodoxia republicana en temas nacionales como la inmigración y la educación, y comprometido a romper, aún sea vagamente, con el legado de su hermano en cuanto a política exterior y a ser, como él ha dicho, su “propio hombre”. Antes de que Bush entrara oficialmente en la campaña de 2016, le dijo a un grupo de Ejecutivos en Jefe en una conferencia en Washington, DC, que un candidato tenía que estar dispuesto a “perder las primarias para ganar la general”, y debe hacer campaña “sin violar sus principios”. Quería decir que hay que evitar la trampa perenne de las primarias del partido, en el que “los votantes de base”, los conservadores empedernidos, obligan a los políticos a tomar posiciones extremas que resultarán poco populares en las elecciones generales y, cuando las han repudiado después, exponen al candidato como farsante. “No es una tarea fácil,el ser honesto con uno mismo”, señaló. (Hillary Clinton enfrenta un problema similar en su búsqueda de la nominación demócrata).

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El punto de vista de Bush representa un retorno a un intervencionismo simplista que parecía desacreditado a raíz de la debacle de Irak. Durante décadas, el partido republicano ha estado dividido en dos bandos. Los realistas, que dominaron la presidencia del padre de Bush, George HW Bush, prefirieron hacer hincapié en la diplomacia y coaliciones que exhibiciones individuales de poder, junto con un escepticismo acerca de la capacidad de EUA de dar forma a la dinámica interna en otras naciones. También expresaron su disposición a tolerar regímenes tiránicos que avancen los intereses estadounidenses o creen una mayor estabilidad en las regiones inestables del mundo. El otro campo — descrito en diversas ocasiones como idealistas, halcones y neoconservadores — dominó la Presidencia del hermano de Bush. Ellos han llamado más a menudo al derrocamiento, en lugar de la contención de los regímenes hostiles, y permanecen comprometidos con exportar la democracia al estilo americano a lugares donde nunca ha florecido.

 

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“Creo que tenemos que hacer frente a Putin, no sólo en lo que respecta a Siria”, me dijo Bush. “Esto envía una señal por todo el mundo de EUA reculando, de falta de seriedad. Nuestros aliados no creen que vamos a cubrirles la espalda. Y ésto envalentona a nuestros enemigos”. Bush no ofreció detalles sobre cómo” hacer frente a Putin “ni qué, exactamente, haría para apaciguar la matanza en el Oriente Medio y Asia del Sur y reconciliar las enredadas rivalidades e intereses. Pero su mensaje a la base era clara: Tenemos que hacer algo. Y hay que hacerlo ahora.

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En un momento dado, alguien le preguntó a Bush una pregunta provocadora sobre la declaración de su padre en 1991 con respecto a la posibilidad de crear “un nuevo orden mundial” después del fin de la Guerra Fría. Bush aprovechó  una oportunidad para hablar de la supuesta retirada de Obama del mundo.

“Yo ni siquiera sé lo que eso significa ahora”, dijo. “En 1992, significó el fin del comunismo, y que EUA necesitaba desempeñar un papel constructivo en la creación de la paz y la seguridad, y todavía tenemos que desempeñar ese papel. Existen amenazas que sean creado por nuestra ausencia. Basta con mirar lo que está pasando en Siria como un ejemplo de que, donde no tenemos ninguna estrategia, es allí que Putin con su agilidad termina inyectándose lo cual hace más difícil para mí imaginar que el brutal régimen de Assad brutal terminará”. Pensó por un momento y añadió,”el liderazgo estadounidense importa”.

Artículo en inglés

Imagen cortesía DonkeyHotie via flickr

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