Jeff Wise presenta en Huffington Post un resumen de los últimos instantes del vuelo 447 de Air France antes de caer en la profundidad del Atlántica con todos sus pasajeros y tripulación: 228 vidas en total.
Dice que la aereonave operaba con tres pilotos: el capitán, que era el miembro de la tripulación de más alto rango, y sus dos co-pilotos. A las cuuatro horas de vuelo, el capitán se fue a dormir la siesta, dejando el avión al más joven de los co-pilotos, Pierre-Cedric Bonin, acompañado por el otro co-piloto, David Robert.
“La crisis comenzó pocos minutos después, cuando el avión volaba en medio de las nubes turbulentas de una tormenta tropical grande, y la humedad condensada se congeló en el exterior desactivando los sensores de velocidad externos. En respuesta, el piloto automático desconectó. Durante unos minutos, los pilotos no tenían forma de saber qué la velocidad del vuelo y tuvieron que operar el avión manualmente — algo que Bonin más que los otros no tenía experiencia haciendo a esa altura”.
Dice que lo más habría sido la de mantener el nivel del plano de vuelo y que Robert buscara en el manual de la nave cómo resolver sus problemas de velocidad. Nadie lo hizo.
Bonin, en vez, puso el avión a subir y perdió velocidad.
Al poco tiempo,el avión entró en una pérdida aerodinámica, habiendo perdido las alas su capacidad de generar sustentación.
Incluso con los motores a plena potencia, el Airbus comenzó a caer en picado hacia el océano.
A medida que la gravedad de su situación se hizo más y más evidente, los pilotos fueron incapaces de razonar, dice. Estaban totalmente desconcertados. Como Robert lo dijo al capitán que había regresado de prisa a la cabina del piloto, “Hemos perdido totalmente el control del avión. No entiendo nada … Lo hemos intentado todo”, señala.
Dice que es un fenómemo que los psicólogos llaman “congelación de cerebro”, la incapacidad de la mente humana para participar en el razonamiento complejo en situaciones de miedo intenso.
De un punto neurológico, dice, parece que la excitación de la amígdala provoca un cierre parcial de la corteza frontal, lo que limita las acciones a comportamiento instintivo o bien aprendido, apunta.
En el caso de Air France 447, parece que Bonin, en su pánico, se olvidó por completo uno de los principios más básicos de entrenamiento de vuelo: frente al riesgo de una pérdida, nunca jale hacia atrás los controles. En vez, los mantuvo agarrados jalando hacia atrás en una especie de pánico todo el trecho hasta estrellar contra el el océano, apunta.
“Irónicamente, si se hubiera limitado a soltar los controles, el avión podría haber recuperado la velocidad y comenzado a volar de nuevo”.
Menciona igualmente un rasgo peculiar del diseño de la cabina del Airbus. A diferencia de un avión Boeing, en que los movimientos de un piloto de la palanca de mando se replican en las del otro piloto, el Airbus cuenta con controles “asíncronos”. Ello significa que un movimiento no se repite en el otro control.
Los colegas de Bonin probablemente nunca supieron que tenía el control a lo largo de la caída – tal vez porque nunca se imaginaron que un piloto certificado pudiera dar una respuesta tan errada, dice.
Quizás el momento más trágico de la transcripción, señala, es el instante en que Bonin dice a los demás que ha venido jalando hacia atrás los controles todo el tiempo. “¡No, no, no!”, gritó el capitán.
Para entonces ya era demasiado tarde.