GeopoliticalPublicado en inglés por Stratfor Global Intelligence bajo el título “China Tests Japanese and U.S. Patience”. Traducido con autorización especial. Por Rodger Baker. Vicepresidente de Análisis del este de Asia. 

El primer ministro japonés Shinzo Abe ha advertido a Beijing que Tokyo está perdiendo la paciencia con el comportamiento asertivo marítimo de China en los mares Oriental y Meridional de China, sugiriendo a China las consecuencias económicas y militares de sus acciones. Su advertencia seguió declaraciones similares de Washington de que su paciencia con China se está agotando, en este caso sobre el espionaje cibernético continuo chino y la probabilidad de que Beijing esté desarrollando y probando el sabotaje cibernético y las capacidades de guerra cibernética. En conjunto, las advertencias tienen por objeto señalar a China de que la respuesta en una manera hasta ahora relativamente pasiva a las acciones militares de China podría estar llegando a su fin.

En una entrevista concedida a The Washington Post publicada justo antes de una reunión con el presidente Barack Obama en Washington, Abe dijo que las acciones de China cerca de las disputadas islas Senkaku / Diaoyu y su creciente asertividad militar general ya han dado lugar a un importante aumento de la financiación para las Fuerzas de Autodefensa del Japón y su servicio de guardacostas. También reiteró la importancia de la alianza Japón-Estados Unidos para la seguridad de Asia y advirtió que China podría perder inversión japonesa y extranjera si seguía utilizando “coerción o intimidación” hacia sus vecinos a en los mares Oriental y Meridional de China.

La entrevista con Abe se produjo en medio de advertencias por parte de Washington sobre actividad cibernética china. A pesar de no mencionar China por nombre en su discurso del Estado de la Unión del 2003, Obama dijo: “Sabemos que países y empresas extranjeras roban nuestros secretos corporativos. Ahora nuestros enemigos también están buscando la posibilidad de sabotear nuestra red eléctrica, nuestras instituciones financieras, nuestros sistemas de control de tráfico aereo”. Los comentarios de Obama, y el envío posterior de una nueva estrategia para controlar el robo cibernético de secretos comerciales, coincidió con una serie de informes que destacan al Ejército Popular de Liberación de China respaldando las actividades de piratería en EUA, incluyendo un informe de Mandiant que trazó las actividades a una unidad determinada del Ejército Popular de Liberación en un local específico. El que coincidieran el momento de los informes del sector privado con el anuncio de Obama no fue casual.

Aunque Washington ha adoptado una postura ligeramente más moderada en la disputa Senkaku/Diaoyu, según informes instando a Tokio a no hacer pública la prueba de que un barco chino centro su radar de disparar em un buque de guerra japonés, claramente Washington y Tokio mantienen la opinión común de que las acciones de China se acercan a los límites de tolerancia. Dada su proximidad a China, Japón se centra en la actividad marítima china, que se ha acelerado en los últimos dos o tres años en torno a las islas en disputa, en el Mar Meridional de China y en el Pacífico Occidental al este de Japón. EUA, a su vez está destacando el espionaje cibernético y el potencial para la la guerra cibernética. Ambos están llamando la atención al conocido comportamiento chino y advierten que se está acercando a un punto en que ya no podrá ser tolerado. El mensaje es claro: China puede alterar su comportamiento o comenzar a enfrentar las consecuencias de EUA y Japón.

Abe recibió una respuesta de Beijing, aunque no tanto por la entrevista como por otro artículo del Washington Post basado en la entrevista, el cual interpretó las palabras de Abe como diciendo: “China tiene una necesidad ‘profundamente arraigada’ de enfrentarse a Japón y otros países asiáticos vecinos sobre asuntos de territorio, ya que el Partido Comunista gobernante utiliza las disputas para mantener un apoyo interno fuerte”. Tokio respondió a las quejas de China, diciendo que el segundo artículo del Post era engañoso pero que la transcripción de la entrevista de Abe era exacta.

Aunque el gobierno japonés no dio más detalles sobre este punto, por “arraigado” Abe no se refería al comportamiento chino en sí, sino más bien las corrientes anti-japonesas del sistema educativo de China y al uso del sentimiento anti-japonés como base del patriotismo chino. Además de ser estándar en Pekín reacción instintiva a cualquier comentario que no sea adulador por parte de un líder extranjero, el gobierno chino y la respuesta de los medios de comunicación representan un intento de desviar la atención de las acciones chinas hacia la “línea dura” Abe como la fuente de crecientes tensiones en el Este de Asia. Un artículo de seguimiento que Xinhua publicó después de la reunión Abe-Obama advirtió que EUA debería ser “vigilante en contra de la tendencia derechista en Tokio” y dijo que la primera y de segunda economía, EUA y China, deben trabajar juntos “para salvaguardar la paz y la prosperidad de la región Asia-Pacífico y contribuir al desarrollo global”. Otros informes de los medios chinos sugirieron que Abe no consiguió el apoyo de Obama durante la visita para su política en torno a Senkaku/Diaoyu políticas ni una postura unificada en contra de China. Los matices de la respuesta de China, sin embargo, reflejan menos confianza.

El peligro económico

Poniendo de lado la manipulación mediática de los chinos, lo que Abe dijo en su entrevista es instructivo. Según Abe, las relaciones entre China y Japón han estado sufriendo debido a las consecuencias no deseadas de las maniobras del Partido Comunista de China de mantener su legitimidad. La apertura económica de China condujo a la prosperidad desigual, eliminando el principal pilar de apoyo del Partido, la igualdad. Para contrarrestar esta situación, el gobierno chino adoptó una estrategia de dos puntas de crecimiento económico y el patriotismo. El crecimiento económico requiere de Beijing ampliar su abastecimiento de materias primas, pasando naturalmente de China hacia el mar. Mientras tanto, el patriotismo, teñido con la enseñanza anti-japonesa, ha llegado a impregnar el sistema educativo y la sociedad.

Abe argumentó que China sigue una trayectoria de coacción o intimidación, sobre todo en los mares Oriental y Meridional de China, como parte de su estrategia de adquisición de recursos. Las corrientes antijaponesas en la sociedad china debido a la inculcación del patriotismo han ganado internamente apoyo a las acciones asertivas chinas. Pero esto ha creado tensiones en las relaciones económicas chino-japonesas, por lo que la subvalorado el rápido crecimiento económico propio de China. Y sin crecimiento económico continuó Abe, el liderazgo del único partido de China sería incapaz de controlar su población de 1,300 millones de habitantes.

Dentro de este contexto, Abe advirtió que es importante asegurarse de que Beijing se de cuenta de que no pueden tomar el territorio de otro país ni aguas territoriales ni cambiar las reglas del juego internacional. Levantó el presupuesto de defensa e hizo hincapié en que la alianza entre los japoneses y EUA es fundamental para la seguridad regional, así como una continuación de la presencia de EUA en la región. También advirtió que el comportamiento asertivo de China tendría consecuencias económicas y que a pesar de que las empresas japonesas se benefician en China, ellas son responsables por 10 millones de empleos chinos. Si aumenta el riesgo de hacer negocios en China, entonces “las inversiones japonesas comenzarán a caer en picada”, agregó.

Las advertencias de Abe fueron diseñados para atacar a los temores fundamentales del gobierno chino e la inestabilidad económica y social y la presencia militar de EUA y un Japón revitalizado. En el frente económico, el Japón es una de las principales fuentes de inversión extranjera directa real en China y un importante socio comercial. Aunque es difícil verificar las afirmaciones de Abe de que 10 millones de chinos están empleados por las inversiones japonesas, las implicaciones de las acciones chinas sobre la cooperación económica bilateral son más fácilmente observables. En 2012, un año en que las tensiones eran altas debido a la decisión de Japón con respecto a lo que llamó la “compra” de algunas de las disputadas islas Senkaku/Diaoyu por un ciudadano japonés, estallaron protestas anti-japonesas en China, al igual que los boicots no oficiales de bienes japoneses. El comercio total entre China y Japón cayó en un 3.9 por ciento interanual, la primera caída desde la gran crisis financiera del 2009, con las exportaciones cayendo de más del 10 por ciento. La inversión extranjera japonesa directa, aunque aumentó ligeramente durante el año, vio una caída importante en el verano, cuando las tensiones entre ambos países eran altas.

Otros factores que jugaron un papel en la disminución del comercio y la inversión, como la reducción de la demanda general japonesa y los cambios en los proveedores de ciertos recursos claves (y los ajustes en los mercados de exportación de Japón). Y el propio Japón sufriría una ruptura importante en las relaciones comerciales, aunque Tokio podría estar tomando medidas para amortiguar contra las secuelas de los conflictos económicos con China. Las empresas japonesas, de hecho, ya están empezando a mostrar interés en desplazar algunas de sus bases de producción fuera de China, incluso sin el incentivo agregado de sentimiento antijaponés impulsados por las protestas y boicots. En 2012, la brecha entre China y EUA como el principal destino de las exportaciones japonesas se estrecharon aún más a sólo el 0.6 por ciento. Abe también dio a entender firmemente que Japón finalmente ha decidido iniciar conversaciones con EUA sobre la Asociación Trans-Pacífico, un bloque comercial (no oficial), diseñado para excluir a China.

Aunque es poco probable que las empresas japonesas huyan de China en masa, la amenaza de una reorientación paulatina hacia mejores relaciones comerciales con EUA y suavizar la inversión en China toca una de las principales preocupaciones del Partido Comunista, es decir, el mantenimiento de la estabilidad social a través del empleo. Al igual que el Japón, las exportaciones y el crecimiento han impulsado la economía china. Esto no significa necesariamente beneficios ni eficacia, por el contrario, Beijing ha aprovechado el crecimiento constante de mantener el empleo y otorgar préstamos a las empresas para que sigan operando, aun cuando operen con márgenes de beneficio muy estrecho o con pérdidas.

El empleo constituye la herramienta preferida de China para mantener la estabilidad social, y el Partido ve la estabilidad como fundamental para mantener su legitimidad como líder indiscutible y sin oposición en China. Eso lo saben tanto el gobierno chino como Abe y ahora Abe está amenazando con dirigirse hacia el crecimiento chino, dando un vuelco a todo el sistema de estabilidad. Puede que los japoneses realmente no sean capaces de efectuar ni permitir cualquier cambio drástico en las relaciones económicas con China, pero con la activación de la Asociación Trans-Pacífico y con un posible énfasis de gobierno japonés sobre la inversión en el sudeste de Asia y África (con inversiones privadas, que podrían seguirl), la presión económica sobre China podría aumentar lentamente.

La advertencia militar

La advertencia militar es por lo tanto inmediatamente más preocupante para Beijing. Tanto Tokio como Washington están llegando a sus límites en tolerar el comportamiento agresivo chino. EUA están girando hacia Asia, lo cual China considera una acción restrictiva. Japón está fortaleciendo sus lazos con Rusia, Australia, India y el sudeste asiático, algo que China considera como contención. El surgimiento de China como una gran potencia no ha sido del todo fácil. Cada vez que un país se propone modificar el status quo entre otros países, son inevitables los trastornos y la resistencia. La expansión marítima de China y su espionaje cibernético y las nuevas capacidades de guerra cibernética están estrechamente vinculadas a sus políticas económicas y sociales. La primera es una acción concreta más obvia, pero que plantea el riesgo de crear la apariencia de estar listo para la competencia entre pares mucho antes de que China en realidad lo esté. Este último ofrece al menos algunas oportunidades de negación plausible (aunque Washington está quitando el translúcido velo) y refleja un intento de explotar una zona donde las vulnerabilidades globales de China son menos limitantes; es el débil tomando su mejor opción en contra del fuerte.

En Japón, la actividad marítima alrededor de las islas en disputa es manejable siempre y cuando se mantenga en el ámbito civil, pero el uso del radar de control de fuego hacia uno de los buques japoneses y los sobrevuelos de aviones chinos son inaceptables. (Aviones japonesas está imitando los sobrevuelos chinos. En un caso se informó recientemente, un avión chino de vigilancia Y-8 y un intercepto japonés F-15 se acercaron 5 metros, o 16 pies, uno del otro, creando la posibilidad de una colisión como la que tuvo lugar entre un avión de EUA y China en el 2001). Y mientras que EUA pueden haber tolerado un caso ocasional de robo y espionaje cibernéticos, como Obama ha señalado, estas actividades son inaceptables en escala y cuando cambia su orientación hacia la infraestructura de EUA, donde tienen el potencial para interrumpir las redes eléctricas, sistemas de comunicaciones y otros procesos industriales.

Japón y EUA han llamado tanto su alianza de defensa la piedra angular de sus políticas y relaciones regionales. Japón continúa evolucionando su interpretación de su límite constitucional sobre la actividad militar, y Tokio se ha comprometido con Washington a tomar un papel más importante en garantizar la seguridad regional. La escalada de la actividad naval china ha dado la impresión de que Beijing posee la seguridad y la capacidad para cambiar el equilibrio del poder naval en la región. China ha creado la impresión de poseer una fuerte armada moderno respaldad por misiles con base en tierra, buques modernos, tecnología y un emergente alcance internacional. La estrategia de negar acceso a China a la zona es un punto cada vez mayor de la discordia en Japón y EUA, donde hay advertencias de que la armada china pronto superará la Marina de los EUA en el Pacífico, lo que limita las capacidades navales estadounidenses con sus misiles destructores de portaaviones y su flota cuantitativamente superior.

La armada china ha sido sufrido un programa de modernización significativo en la última década. Sin embargo, está lejos de estar lista para competir cabeza a cabeza con la armada japonesa, y mucho menos con el aliado del tratado de Japón, EUA. Los esfuerzos de modernización de la flota y el programa de construcción aún no han logrado crear una magnífica marina china, ni tener excelentes marineros. Una magnífica marina requiere organización, doctrina, principios y sobre todo experiencia. El principal problema que limita la marina de China no es la construcción naval niel reclutamiento, pero su limitada capacidad de integrar verdaderamente sus fuerzas para combatir y dirigir su flota en situaciones de guerra. Esto requiere un conocimiento sustancial y la formación en materia de logística y de cooperación de defensa aérea y una miríada de otros factores complejos.

En realidad solo hay una medida real para una marina de guerra: su capacidad para ganar en contra de su rival probable. Parte de determinar la calidad de una marina de guerra depende de su tecnología y otra parte en la doctrina, pero parte sustancial surge de la experiencia real. La armada de China tiene poca experiencia de combate, incluso en el pasado. Esto ha limitado sustancialmente el número de personas dentro del cuerpo de oficiales con conocimientos o capacidades de realizar operaciones efectivas en el mundo altamente complejo de los enfrentamientos militares modernos. La armada china puede tener las nuevas tecnologías y estar construyendo con miras a una superioridad numérica, pero se enfrenta a una marina de guerra de EUA con siglos de experiencia y generaciones de almirantes formados en el combate. Incluso la marina japonesa tiene más de un siglo de experiencia y una tradición de guerra marítima. La falta de experiencia de combate limita significativamente la capacidad naval de China.

El gobierno chino oficialmente resta importancia a estas capacidades y cualquier conversación de carácter potencialmente agresivo de los militares chinos. Sin embargo, Beijing hace poco para disuadir a estas especulaciones, permitiendo el flujo constante de imágenes y comentarios en los medios de comunicación chinos populares y la fuga estratégica de las imágenes en los medios sociales de China. A Beijing le gusta aparecer feroz a la vez que dice no serlo. Pero el problema con esta estrategia es exactamente lo que Abe ha señalado: Al aparecer amenazante, se toman medidas concretas para hacer frente a la expansión marítima de China. Abe pidiendo a China que muestre sus cartas, exhortando a Beijing a reconsiderar la correlación de fuerzas en la región antes de continuar su patrón agresivo.

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