GeopoliticalPublicado en inglés el 7 de enero 2016 por Stratfor Global Intelligence bajo el título NAFTA and the Future of Canada, Mexico and the United States”. Traducido con autorización especial. Por Marc Lanthemann

El 20º aniversario de la implementación del TLCAN el 1 de enero ha revivido algunos de los perennes argumentos en torno al bloque desde su creación. El consenso general es que el acuerdo comercial ha tenido resultados ambiguos, un experimento económico generalmente positivo pero a la vez decepcionante.

Este consenso puede estar en lo correcto. La historia del Tratado de Libre Comercio de América del Norte como institución ha sido uno de lenta integración, con frecuente reacia, de tres países con una larga tradición de proteccionismo y la feroz defensa de la soberanía nacional económica. Mientras que el TLCAN fue una bonanza para algunos sectores de la economía, en particular la industria de la agricultura de EUA, el efecto neto del segundo bloque comercial más grande del mundo, sigue siendo algo desconocido.

El debate sobre el TLCAN puede, sin embargo, ocultar algunas realidades fundamentales sobre el futuro de América del Norte y sus tres grandes países. Si bien la formación del bloque comercial representó un logro político notable, el TLCAN ha seguido siendo una institución facilitadora cuyo éxito ha reflejado los altibajos en la lenta pero inevitable integración económica de EUA, México y Canadá.  Lo que depara el porvenir para los tres países no será tanto el resultado del TLCAN como el TLCAN será el resultado del fuerte imperativo geopolítico que vincula las tres naciones. Washington, Ciudad de México y Ottawa están vinculados en las principales tendencias globales y regionales que Stratfor ha venido siguiendo en los últimos años, tendencias que siguen apuntando a un futuro relativamente brillante para el trío de América del Norte .

Nucleo América del Norte 

América del Norte propiamente dicha se extiende desde el Ártico en Canadá hasta el Tapón del Darién, una delgada franja de tierra pantanosa que une Panamá con América del Sur. Pero teniendo en cuenta las realidades geopolíticas idiosincrásicas y fundamentalmente diferentes del istmo centroamericano — que comprende a Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá — una definición más simple y más apropiada de América del Norte sería la masa continental desde el Ártico hasta el sur de la Península de Yucatán en México.

No hay duda de que América del Norte, según esta definición, ha sido favorecida por la geografía. Sólo hay tres países en un área más de dos veces el tamaño de Europa. Cada uno de ellos goza de una costa sobre los dos grandes océanos del globo, proporcionándole buffers críticos y sirviendo como puntos de partida para el comercio nacional e internacional. Los recursos naturales son abundantes, al igual que las tierras cultivables en general, todo facilitado por redes de transporte fluvial integradas de forma natural en el corazón del continente.

Es obvio que EUA ha sido abrumadoramente el principal beneficiario de estas ventajas geográficas, pero su meteórico ascenso como potencia hegemónica mundial también, en gran parte se ha debido al hecho de que ninguno de sus vecinos ha planteado una amenaza. La riqueza de EUA, junto con las barreras físicas de los tres desiertos del norte de México y, en menor medida, la de los Grandes Lagos, aseguró que el poder militar de EUA pudiera preservar las fronteras que dividen los tres países — sin embargo estos límites no son tan insuperables como para obstaculizar el comercio. La definición de esas fronteras con Canadá y México durante el siglo 19 permitió a Washington concentrarse en dominar los océanos del mundo. lo que con el tiempo que le dio control sobre la mayor parte del comercio mundial y la capacidad de desplegar su poder a cualquier rincón del mundo.

Canadá no siempre fue un vecino amistoso. Durante la guerra de 1812, Canadá fue el punto de partida para una campaña militar británica que resultó, entre otras cosas, en la quema de la Casa Blanca. Esta postura cambió definitivamente en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, cuando el Imperio Británico — el patrón anterior del Canadá — comenzó su declive en serio y Ottawa tuvo que integrarse más con y depender de la creciente economía de EUA. En el momento en que EUA y Canadá firmaron un acuerdo bilateral de libre comercio en 1988, los dos países habían sido los socios comerciales más importantes de cada uno durante décadas. Hoy en día, China es el segundo mayor destino de las exportaciones de Canadá, y sin embargo China recibe sólo el 6% de los productos que recibe EUA.

El papel y la historia de México en América del Norte son un poco más complejos. El país controlaba el territorio más grande y había sido el poder económico y militar dominante en el continente durante siglos bajo el Imperio Español. Pero la Guerra de Independencia de México fragmentó una país ya debilitado y cambió el equilibrio de poder a favor de EUA. Estados Unidos recibió la Florida de España a principios del siglo 19, seguido por la Guerra de Independencia de Texas y la Guerra México-Americana, permitiendo a Washington ganar la vasta franja de tierra entre Louisiana y el Océano Pacífico — incluidos los puertos estratégicos de California y el acercamiento al río Mississippi. Con la frontera establecida los dos países comenzaron finalmente la cooperación económica en serio.

Con sus amplias reserva de mano de obra barata y su proximidad geográfica a EUA, México se convirtió en una variable económica vital para Washington. Dificultades tuvieron lugar a través del tiempo, en particular mediante la expropiación y la nacionalización por México de su industria petrolera en 1938 y la crisis de la repatriación de inmigrantes de la década de 1930. Pero la geografía y la complementariedad económica entre el mayor mercado de consumo del mundo y su economía manufacturera de gama baja vecina continuaron forjando una relación inevitable. Hoy en día, México exporta alrededor de US$1 mil millones diarios en mercancía a EUA, por lo que es para EUA la fuente más grande de importaciones y su tercer mayor socio comercial. Dificultades siguen en pie, en particular sobre la cuestión de la inmigración, legal o de otro modo, enrte ambos países que tratan de encontrar un equilibrio entre el crecimiento competitivo y el empleo doméstico estable.

Tendencias geopolíticas claves 

Los tres países de América del Norte se encuentran en el epicentro de las tendencias geopolíticas claves, que perfilan un futuro relativamente positivas para el grupo. Muchas de estas tendencias se han venido conjugando durante décadas, mientras que otras se han puesto en marcha sólo en los últimos años .

Stratfor ha identificado tres grandes pilares que definen el sistema mundial después de la Guerra Fría. La primera fue la integración de Europa en la entidad supranacional masiva conocida como la Unión Europea. El segundo fue el surgimiento de China como el centro del crecimiento industrial global. Y el tercero fue la posición indiscutible de EUA como la única superpotencia del mundo.

Desde el año 2008, dos de estos pilares se han convertido en cada vez más frágiles. La Unión Europea sigue sumida en una crisis existencial económica, política y social. No es capaz de armonizar los intereses contrapuestos, dentro de sí, y sin embargo tampoco está dispuesta a pagar el precio de la ruptura. La Unión Europea se ha convertido de hecho en un cuento con moraleja para los que proponen una versión reforzada. más organizada del TLCAN.

Mientras tanto, China casi ha aceptado que la época de las tasas de crecimiento de dos dígitos en base a mano de obra barata ha pasado. Beijing se centra ahora en la delicada tarea transicionar una nación de 1,300,000,000 habitantes con las asombrosas disparidades económicas a un modelo más sostenible.

EUA, maltratados por la crisis de 2008, continúa su recuperación económica y sigue siendo el más fuerte de los tres pilares. También sigue siendo indisputablemente el poder militar dominante en el mundo. Pero Washington también ha empezado a adoptar una política exterior más matizada (y costo eficiente) que se aleja de la intervención directa a favor de la creación de relaciones de fuerza para estabilizar regiones estratégicas del mundo, especialmente en Oriente Medio, que han consumido la atención EUA durante gran parte de la última década. Queda la casi certeza de que EUA seguirá dominando el sistema mundial en el futuro previsible, una posición que beneficiará a sus dos vecinos, ya que se siguen estrechamente integrados con la economía estadounidense.

Pero mientras que continúa la preeminencia global de EUA como un proveedor clave de la estabilidad de América del Norte, hay que mirar hacia el sur como la fuente de dinamismo del continente en las próximas décadas.

El futuro brilla para México 

El perfil demográfico de México se encuentra entre los más prometedores del mundo. Se esperara que su mano de obra crezca en un 58% entre 2000 y 2030, mientras que China está programada para disminuir en un 3% durante el mismo período.

Desde la ingeniería aeroespacial en Querétaro hasta fábricas de calzado en Guanajuato, México se perfila como un fabricante competitivo y flexible. La proximidad geográfica de México a EUA y los altos niveles de disparidades internas en salarios y aptitudes hizo que su sector manufacturero fuera más competitivo que el de China después de 2012. Sin embargo, México también parece haber encontrado una forma de evitar la maldición china de depender de fabricación a bajos costos. Las exportaciones de alta tecnología representaron el 17% del producto interno bruto de México en 2012, mientras que los autos han ascendido a una cuarta parte de todas las exportaciones mexicanas ese mismo año. Los elevados aranceles a los productos de alta tecnología fabricados fuera del TLCAN dan a México una ventaja notable. Particularmente digno de mención es la floreciente industria aeroespacial de México. Este sector ha recibido la mayor inversión extranjera directa mundial en la industria en los últimos cuatro años, gracias en gran parte a la construcción de una planta de fabricación masiva por la empresa canadiense Bombardier en el altiplano central de México .

Los desafíos siguen existiendo para México. La desigualdad de ingresos es un arma de doble filo, y mientras la clase media crece a un ritmo lento, la pobreza del sistema educativo sigue creando una escasez de mano de obra calificada para los fabricantes de alto valor añadido que están considerando instalarse en México. La delincuencia organizada sigue siendo un tema de gran visibilidad que frena la inversión extranjera, incluso ahora que la actual administración mexicana parece haber bajado el tono de algunas de las políticas más agresivas de su predecesor.

Sin embargo, el progreso parece estar en el horizonte. En una rara muestra de unidad política, el gobierno mexicano aprobó una serie de reformas constitucionales en 2013 que pueden comenzar a abordar algunos de los problemas sistémicos del país, en particular los de la educación, los sectores fiscales y energéticos.

La importancia de esto último no puede ser exagerada: Desde la nacionalización del petróleo en 1938, México ha sido arruinada constantemente por un sector de la energía osificante. La Constitución mexicana hacía casi imposible para las empresas extranjeras participar en cualquier parte de la cadena de suministro de energía del país, lo que condujo a un estancamiento tecnológico y la disminución de los niveles de producción y eficiencia. Las reformas constitucionales aprobadas a finales de 2013 son una de las primeras señales concretas de que México puede estar en la víspera de la revitalización que tanto necesita su sector de hidrocarburos — impulsando la competitividad del país en el escenario mundial. Es muy probables que las compañías estadounidenses estén profundamente involucradaos en ello, sobre todo porque tienen los mejores conocimientos técnicos para la producción marítima en aguas profundas y la producción no convencional terrestre que México necesitará más — reforzando nuevamente en el proceso los vínculos formales e informales entre los dos países.

Mientras tanto, aunque la revolución energética de México todavía demorarse algún tiempo, revoluciones energéticas están en plena marcha en sus dos vecinos del norte. Canadá es el sexto productor mundial de petróleo después de desbloquear durante décadas sus poco convencionales depósitos de arenas petrolíferas. Cerca de dos tercios de la producción de petróleo de Canadá se exporta a través de oleoductos a EUA, por lo que es ampliamente el mayor proveedor de crudo a EUA. En cuanto a Estados Unidos, la historia de la revolución de esquisto es bien conocida. Técnicas extractivas avanzadas han revitalizado campos maduros y abrió obras no convencionales a una velocidad asombrosa en los últimos cinco años. Mientras que la revitalizada producción de petróleo ha servido para apuntalar algunas balanzas comerciales de energía de EUA, la mayor bonanza ha sido el aprovechamiento de inmensas reservas de gas natural que han llevado a bajar los precios internos de la mercancía (impulso útil para la recuperación de la economía ) y ubicado a EUA en el camino de convertirse en un exportador mundial del gas natural licuado.

Existen, sin embargo, límites a los beneficios de un auge de este tipo de energía. La verdadera independencia energética, incluso en el ámbito de América del Norte, es poco probable que tenga lugar en ningún momento pronto. EUA  continuará dependiendo en un volumen reducido, pero aún significativo, de las importaciones de petróleo de las regiones potencialmente volátiles, sobre todo si Canadá comienza a exportar más petróleo a los más lucrativos mercados asiáticos. Además, cualquier exportación de hidrocarburos potencial al extranjero, ya sea por EUA o Canadá ata a los dos países más en el mercado mundial de los productos básicos. Los verdaderos beneficios a EUA  y Canadá serán, como lo han sido hasta ahora,geopolíticos en vez de económicos. Las balanzas comerciales son susceptibles a mejorar, aumentando aún más las economías interrelacionadas de las tres naciones de América del Norte .

Veinte años después de su formación, el TLCAN sigue siendo una expresión útil, aunque incompleta, de los lazos económicos entre estos tres países. No ha sido, ni será, de igual nivel que creación de la OTAN y la compra de Luisiana 1803 como uno de los puntos claves de la historia de EUA pese a las afirmaciones hiperbólicas de Al Gore en 1993.

Los verdaderos lazos entre los tres países son sus intereses alineados y complementarios que se basan en un destino geopolítico compartido. Aunque el futuro de EUA, México y Canadá de ninguna manera está grabado en piedra, hay fuertes indicadores de que el trío tiene lo que se necesita para ser tanto una agrupación geopolítica estable y dinámica a largo plazo — algo que en la actualidad parece estar fuera de las capacidades de cualquier otra parte del mundo .

Nota del director: Marc Lanthemann, analista geopolítico en Stratfor, escribe esta semana en vez de George Friedman.

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