Análisis StratforPublicado en inglés el 7 de noviembre del 2012 por Stratfor Global Intelligence bajo el título The Elections, Gridlock and Foreign Policy. Traducido con autorización especial. Por George Friedman. Los Estados Unidos celebraron sus elecciones anoche y no cambió nada. Barack Obama sigue siendo presidente. Los demócratas mantienen el control del Senado con una mayoría incapaz de combatir el filibusterismo. Los republicanos mantienen el control de la Cámara de Representantes.

La dinámica de la política nacional ha dado lugar a una inmovilización prolongada del gobierno. Con la Cámara — un organismo donde la disciplina partidista es la norma — bajo control republicano, aprobar legislación será difícil y requerirá el compromiso. Dado que el Senado está en manos de los demócratas, la probabilidad de que anule las medidas administrativas unilaterales es pequeña. Sin embargo, Obama no tiene suficiente apoyo en el Congreso para dramáticas y nuevas iniciativas, o será difícil conseguir nominaciones en el Senado que los republicanos oponen.

Hay una cita que con frecuencia se le atribuye a Thomas Jefferson: “El mejor gobierno es el que gobierna menos, porque la gente se disciplina”. No estoy seguro de que el clima político actual es lo que se refería con la gente que se disciplinaba a sí mismo, pero está claro que el pueblo haya impuesto límites profundos a este gobierno. Aunque su capacidad para continuar lo que ya está haciendo no ha frenado, ha sido bloqueada su capacidad de hacer muchas cosas nuevas.

El plan para el poder de EUA 

La parálisis sienta las bases para un cambio en la política exterior que ha estado en marcha desde la intervención liderada por EUA en Libia en 2011. He argumentado que los presidentes no formulan las estrategias pero que esas estrategias se las impone la realidad. Sin embargo, siempre es útil que los deseos subjetivos de un presidente y la necesidad coinciden, aunque la intención no sea la misma

En artículos y libros anteriores, he sostenido que EUA surgió como la única potencia mundial en 1991, con la caída de la Unión Soviética. Surgió sin preparación para su papel y sin la seguridad acerca de cómo ejecutarlo. El ejercicio del poder requiere habilidad y experiencia y EUA no tenía un plan para saber cómo funcionar en un mundo en el que no se enfrentaba a un rival. Tenía intereses globales pero carecía de una estrategia global.

Este período se inició en 1991 y ahora está en el proceso de terminar. La primera fase consistió en un período feliz, pero ilusorio en el que se creía que no había amenazas serias a EUA. Este fue reemplazado el 9 de septiembre del 2001, con una fase de reacción urgente, seguida por la creencia de que el único interés de los EUA tenía consistía en librar una guerra contra los islamistas radicales.

Ambas fases fueron parte de un proceso de fantasía. El poder estadounidense, simplemente por el hecho de existir, una amenaza y un desafío a otros, y el mundo seguía lleno de peligros. Por otra parte, el centrarse de manera obsesiva en algo, con exclusión de todos las demás asuntos era igualmente peligroso. La política exterior de EUA era desproporcionada, lo cual era comprensible. Nadie estaba preparado para el poder de EUA.

Durante la última mitad de la década pasada, la incapacidad para poner fin a las guerras en Irak y Afganistán, junto con los problemas económicos, convenció a la gente razonable que EUA había entrado en una época de declive permanente. El tipo de poder que tiene EUA no se disipa tan rápidamente. La desintegración de la unidad europea y la crisis financiera que afecta a China han dejado a EUA, como era de esperar, siendo la potencia global indiscutida. La pregunta es qué hacer con ese poder.

El rival derrotado en las elecciones de EUA, Mitt Romney, pronunció unas importante y memorables palabras cuando dijo que los problemas del Oriente Medio no se pueden resolver matando. El punto que ni Romney ni Obama articularon es que se hace en cambio, tanto en el Medio Oriente como en otros lugares.

El uso constante de la fuerza militar no es una opción. Basta con ver el ejemplo del Imperio Británico: La fuerza militar fue utilizada con juicio, pero el curso preferido era evitar la guerra a favor de los acuerdos políticos o apoyar a los enemigos de los enemigos políticamente, económicamente y con la ayuda militar. Esto era seguido por asesores e instructores y oficiales para las tropas nativas. Como último recurso, cuando el balance no podía contener y el tema era de interés suficiente, los británicos utilizaban una fuerza abrumadora para derrotar a un enemigo. Hasta que, como sucede con todos los imperios lo hacen, se agotaron.

La estrategia estadounidense de los últimos años de insertar una fuerza suficiente para derrotar a un enemigo que podía ser manejada por otros medios, y cuya capacidad de hacer daño a EUA fue limitado, no habría sido la política del Imperio Británico. Tampoco es una política sostenible para los Estados Unidos. Cuando se llega a la guerra, debe llevarse a cabo con una fuerza abrumadora que pueda derrotar al enemigo de manera contundente. Y la guerra por lo tanto debe ser rara, porque la fuerza abrumadora es difícil de conseguir y los enemigos no son siempre fáciles de superar. La guerra constante que ha caracterizado el comienzo de este siglo es estratégicamente insostenible.

Libia y Siria

En mi opinión, el último estertor de esta estrategia fue Libia. La intervención fue mal pensada: Las consecuencias de la caída de Muamar Gadafi no se planificaron, y nunca quedó claro por qué el futuro de Libia importó a EUA. La situación en Libia estaba fuera de control mucho antes del ataque a Bensgasi el 11 de septiembre. Fue un caso de fuerza insuficiente ejercida contra un enemigo incierto en una guerra que no llega al nivel de urgencia.

El tratamiento de EUA a Siria es muy diferente. La falta de voluntad de EUA a involucrarse directamente proporcionando la principal fuerza militar, a pesar de los llamados a ello por parte de varios sectores, es una instancia en la que incluso un objetivo estratégico potencialmente importante — socavar la influencia iraní en Siria — se podría dependiendo que las potencias regionales manejen el problema o para vivan con él como quieran. Después de haber proporcionado la limitada ayuda necesaria para desestabilizar al gobierno de Siria, EUA se contentó con dejar que el equilibrio del poder local siga su curso.

No está claro si Obama vio la doctrina que estoy discutiendo — ciertamente no la vio en Libia, y su política siria simplemente pudo haber sido en reacción a sus errores de cálculo en Libia. Pero las intenciones subjetivas de un líder no son tan importantes como las realidades a las que está reaccionando, sin que importe si se han o no pensado. Era claro que EUA no podía seguir interviniendo sin las fuerzas suficientes para alcanzar objetivos poco claros en países que no podía someter.

Tampoco podría EUA retirarse del mundo. Produce casi una cuarta parte del PIB mundial, ¿cómo sería posible? La respuesta histórica no era un compás de intervención constante, sino una continua amenaza de intervención, rara vez cumplida, junto con el buen manejo de la balanza de poder en una región. Mejor aún, cuando está disponible como curso, es incluso evitar la amenaza de intervención o cualquier pretensión de manejo y dejar que la mayoría de los problemas la resuelvan las personas afectadas por ellos.

Esto no es tanto una política como una realidad. EUA no puede ser el policía mundial ni el trabajador social global. EUA es responsable de la búsqueda de sus propios intereses al costo más bajo posible. Si el retiro es imposible, evitar conflictos que no involucren los intereses fundamentales de EUA es una necesidad ya que los estados guarnición — las naciones en un constante estado de guerra – -tienen problemas para mantenerse en el poder. Saber cuándo ir a la guerra es un arte, cuyo corazón es saber cuándo evitar la guerra.

Una de las cosas más difíciles de comprender para un joven imperio es el principio de que, en su mayor parte, no hay nada que hacer. Esta es la fase en que EUA se encuentra en este momento. Se está llegando a un acuerdo no tanto con los límites del poder como la naturaleza del poder. El poder grande poder se deriva de la comprensión de la diferencia entre las cosas que importan y las que no importan, acompañados de una indiferencia inmisericorde hacia aquellas que no importan. Es una cosa difícil de aprender, pero la historia está enseñando a EUA.

El impasse doméstico

La parálisis que esta elección ha dado el gobierno de EUA. es un marco adecuado para esta lección. Si bien Obama puede querer lanzar importantes iniciativas en materia de política interna, no puede. Al mismo tiempo, parece no tener el apetito de aventuras en el extranjero. No está claro si esto es simplemente una respuesta a un error de cálculo o una auténtica comprensión estratégica, pero en cualquier caso, la adopción de una política exterior más prudente será algo natural para él. Esto creará un marco que comience a institucionalizar dos lecciones: En primer lugar, que rara vez es necesario ir a la guerra, y en segundo lugar, cuando se opta la guerra, hay que ir con todo. Obama seguirá la primera lección, y con tiempo los otros irán aprendiendo la otra. Practicará la indiferencia estudiada que la mayoría de los problema extranjeros presentan para EUA.

Habrá una gran cantidad de descontento con el segundo gobierno de Obama en el extranjero. Por mucho que el mundo condena a EUA cuando no hace algo, al menos en parte del mundo se suele exigir alguna acción. Obama va a decepcionar, pero no es Obama. Al igual que las elecciones le van a paralizar domésticamente, la realidad limitará su política exterior. El inmovilismo es algo con que los fundadores se habrían sentido a gusto, tanto en la política interna como la política exterior. Los votantes le han dado a la república un gobierno que trae los dos.

Artículo en inglés

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