Análisis StratforPublicado en inglés por Stratfor Global Intelligence bajo el título Consequences of the Fall of the Syrian Regime. Traducido con autorización especial. Por George Friedman. Hemos entrado en la fase final en Siria. Eso no significa que hemos llegado al final pero sí quiere decir que la condición se ha cumplido para la caída del régimen del presidente sirio, Bashar al Assad. Hemos argumentado que siempre que los aparatos militar y de seguridad permanezcan intactos y eficaces, el régimen podía mantenerse en el poder. A pesar de que siguen funcionando, ninguno de los dos parece estar intacto; su control sobre áreas clave, tales como Damasco y Aleppo, está en duda, y la confiabilidad de sus integrantes, dadas las deserciones, ha dejado de ser algo seguro. Habíamos pensado que existía una probabilidad razonable de que el régimen de al Assad sobreviviera por completo. Ese ya no es el caso. En un momento determinado — en nuestra opinión, después de la defección de un piloto sirio el 21 de junio y después de la defección del clan Tlass — los miembros claves del régimen comenzaron a reevaluar su probabilidad de supervivencia, al igual que sus intereses. El régimen no se ha deshecho, pero se está deshaciendo.

Las estrategias de Rusia y China

El panorama geopolítico es un poco más claro que el panorama político interno. Pase lo que pase, es poco probable que Al Assad sea capaz recuperar su dominio total. EUA, Francia y otros países europeos se han opuesto a su régimen. Rusia, China e Irán lo han apoyado, cada cual por sus razones diferentes. Los rusos se han opuesto a los llamados de Occidente para una intervención, basada en cuestiones de derechos humanos, por temor a que la intervención propuesta fuera simplemente un subterfugio para extender el poder de Occidente y que fuera utilizada en su contra. Los chinos también apoyaron al régimen sirio, en parte por las mismas razones. Tanto Moscú como Pekín esperaban evitar la legitimación de la presión de Occidente sobre la base de consideraciones de derechos humanos — algo que cada uno había enfrentado en un momento u otro. Además, Rusia y China querían que los EUA, en particular, se centraran en el Medio Oriente y no en ellos. A ellos no le habría importado una intervención militar que hubiera enmarañado a EUA, algo que EUA se negó concederles.

Pero el juego ruso y el chino era más sutil de lo que parece. Se centró en Irán. Como hemos argumentado, si el régimen de Al Assad fuera a sobrevivir y quedar aislado de Occidente, dependería principalmente de Irán, su principal patrocinador. Irán había suministrado los asesores, las tropas de operaciones especiales, suministros y dinero para sostener el régimen. Para Irán, los acontecimientos en Siria representaron una gran oportunidad. Irán ya tenía una posición de poder en Irak, sin llegar a dominar, pero de gran influencia. Si el régimen de al Assad sobreviviera y tuviera que agradecer su supervivencia al apoyo iraní, Siria quedaría aún más dependiente de Irán que Irak. Esto apuntalaría la posición de Irán en Irak, pero lo más importante, habría creado una esfera de influencia iraní, que se extendería desde el oeste de Afganistán al Líbano, donde Hezbollah es un aliado iraní.

Los rusos y los chinos comprendieron con claridad que si lo anterior sucediera, EUA habría tenido un gran interés en el debilitamiento de la esfera de influencia de Irán — y que habría tenido que dedicar enormes recursos para lograrlo. Rusia y China se beneficiaron en gran medida en el mundo post 11 de septiembre, cuando EUA estaba obsesionado con el mundo islámico y tenía poco interés o recursos para dedicar a China y Rusia. Con el fin de la guerra de Afganistán que se avecina, este respiro parecía que iba a terminar. Apuntalar la hegemonía iraní en una región que, inevitablemente, llamaría la atención de los EUA era una estrategia de bajo costo y alto rendimiento.

Los chinos proporcionaron más que nada una cobertura política, protegiendo a los rusos de tener que funcionar por sí solos en el campo de la diplomacia. No dedicaron ningún tipo de recursos en el conflicto sirio, pero siguieron oponiéndose a las sanciones contra Irán y ofreciendo oportunidades comerciales para Irán. Los rusos realizaron un compromiso mucho más grande, proporcionando apoyo material y político al régimen de al Assad.

Al parecer, los rusos comenzaron a calcular el final del régimen desde hace algún tiempo. Rusia continuó entregando municiones y otros suministros a Siria pero recularon en una entrega de helicópteros. Varios intentos para entregar los helicópteros “fallaron” cuando las aseguradoras británicas de la nave que los transportó retiraron la cobertura. Esa fue la razón que presentaron los rusos por no entregar los helicópteros, pero es evidente que los rusos podrían haber asegurado el navío ellos mismos. Fueron retrocediendo desde el apoyo a al Assad, debido a que sus servicios de inteligencia indicaron problemas en Damasco. En los últimos días los rusos han llegado hasta el punto en que su embajador en Francia sugirió que había llegado el momento de que al Assad se marchara – – luego, por supuesto, negó haber hecho la declaración.

Un golpe estratégico contra a Irán

Mientras que los rusos retiran su apoyo, Irán queda extremadamente expuesto. Se vivía un sentido de inevitabilidad respecto al ascenso de Irán en la región, especialmente en la Península Arábiga. La disminución del régimen de al Assad es un golpe estratégico a los iraníes de dos maneras. En primer lugar, la esfera de la influencia de gran envergadura que estaban creando claramente no va a realizarse. En segundo lugar, Irán cambiará rápidamente de ser una potencia en ascenso a una potencia a la defensiva.

El lugar donde esto se hará más evidente es en Irak. Para Irán, Irak representa un interés fundamental para su seguridad nacional. Después de haber luchado en una sangrienta guerra contra Irak durante la década de 1980, los iraníes tienen un interés primordial en asegurar que Irak sigue siendo por lo menos neutral y, preferentemente, pro-iraní. Mientras que Irán estaba en ascenso, los políticos iraquíes sintieron que tenían que ser complacientes. Sin embargo, de la misma manera que los generales sirios tuvieron que reevaluar sus posiciones, los políticos iraquíes se verán obligados a hacer lo mismo. Con la implementación de sanciones – cualquiera que sea su eficacia – que han sido impuestas a Irán, y con la pérdida de la ventajosa posición de Irán a raíz de la desintegración de Siria, la psicología en Irak podría cambiar.

Este es el caso debido a la intensificación de los intereses de Turquía en Irak. En días recientes, los turcos han anunciado planes para oleoductos en Irak a los campos petroleros en el sur y el norte. La actividad económica de Turquía se está intensificando. Turquía es la única potencia regional que puede desafiar a Irán militarmente. Utiliza ese poder contra los kurdos en Irak. Más concretamente, si un país construye un oleoducto, debe garantizar acceso a él, sea política o militarmente. Turquía no quiere involucrarse militarmente en Irak, pero quiere la influencia política para garantizar sus intereses. Por lo tanto, al igual que los iraníes están en retirada, los intereses de los turcos consisten si no en suplantarlos ciertamente en complementarlos.

La presión sobre Irán es ahora intensa, y será interesante ver las consecuencias políticas. Existía el consenso sobre la estrategia de Siria, pero con el fracaso de la estrategia, dicho consenso se disuelve. Esto tendrá un impacto en el interior de Irán, posiblemente, incluso más que las sanciones. Para los gobiernos los reveces crean problemas.

Otras consecuencias

Desde el punto de vista estadounidense, el declive de al Assad abre dos oportunidades. En primer lugar, la política de no intervención militar directa, pero de una intervención política sin tregua y, en menor medida, la presión económica, parecen estar funcionando en este caso. Más precisamente, aunque no tuviera ningún efecto, parecería que lo tuvo, lo que aumentará la capacidad de EUA para influir en los acontecimientos en otros países sin tener que intervenir.

En segundo lugar, la situación actual abre la puerta a un auténtico equilibrio de poder en la región que no requiere la intervención estadounidense constante. Una de las consecuencias de los acontecimientos en Siria es que Turquía ha tenido que reconsiderar su política hacia los países de su periferia. En el caso de Irak, Turquía tiene un interés en reprimir los militantes del Partido de los Trabajadores Kurdos que se han refugiado allí y defender el petróleo y otros intereses económicos. La estrategia de Turquía se está transformando de evitar toda confrontación a una de evitar compromisos militares mayores, a la vez que persigue sus intereses políticos. Al final, ello significará que Turquía comenzará a moverse hacia una posición cuyos propios intereses le exigen servir de contrapeso contra Irán.

Esto libera a EUA de la carga de contener a Irán. Seguimos considerando la esfera de influencia de Irán como mayor amenaza para los intereses estadounidenses y regionales que el programa nuclear de Irán. La caída de al Assad resuelve el problema principal. También aumenta la sensación de vulnerabilidad en Irán. Dependiendo de qué tan avanzados están en la creación de un arma nuclear viable — y nuestra opinión es que no están cerca — los iraníes pueden sentir la necesidad de moderar su posición.

Un importante perdedor en esto es Israel. Israel ha mantenido un claro entendimiento con el régimen de Al Assad. Si el régimen de al Assad restringiera a Hezbolá, Israel no tendría ninguna objeción en que al Assad dominara al Líbano. Este acuerdo se ha desgastado desde que EUA presionó la influencia de al Assad en Líbano en el 2006. Sin embargo, los israelíes preferían a al Assad sobre los suníes – hasta que pareció que los iraníes dominarían Siria. Sin embargo, la posibilidad de que surja un régimen islamista en Damasco o, más probable aún, de que reine una inestabilidad al estilo Líbano no puede complacer a los israelíes. Ellos ya están experimentando amenazas yihadistas en el Sinaí. La idea de tener problemas similares en Siria, donde el otro lado de la frontera es Galilea y no el Negev, debe ponerlos nerviosos.

Pero tal vez los mayores perdedores sean Rusia y China. Rusia, al igual que Irán, ha sufrido un importante revés en su política exterior que tendrá consecuencias psicológicas. La situación en Siria ha detenido los impulsos que en política exterior venían acumulando los rusos. Pero lo más importante es que la esperanza de Rusia y China había sido que EUA continuará tratándolos como temas secundarios, mientras que se centraba en el Medio Oriente. El declive de al Assad y la dinámica que se abre en la región aumenta la posibilidad de que EUA se pueda retirar de la región. Esto no es algo que ni los rusos ni los chinos quieren, pero a fin de cuentas no tuvieron el poder para crear en Siria el desenlace que hubieran querido.

La estrategia de la potencia dominante es fomentar un equilibrio de poder que contenga amenazas sin necesidad de intervención directa. Esta fue la estrategia británica, pero no ha sido una que EUA haya manejado bien. Después de las guerras jihadistas, la estrategia estadounidense está sufriendo un proceso de maduración. Esto significa permitir que siga su curso la dinámica intrínseca de la región, interviniendo sólo como un último recurso. Los acontecimientos en Siria parecen ser simplemente sobre la supervivencia del régimen de al Assad. Pero tienen una importancia mucho mayor en términos de limitar el poder iraní, crear un equilibrio de poder local y liberar a EUA para centrarse en asuntos globales, entre ellos Rusia y China.

Artículo original en inglés