Publicado en inglés el 4 de septiembre del 2013 por Stratfor Global Intelligence bajo el título “Obama’s Tight Rope Walk”. Traducido con autorización especial. Por George Friedman.
La semana pasada se inició con la certeza de que un ataque contra Siria era inevitable e incluso inminente. Terminó con la coalición que apoyaría el ataque en algún punto entre desmoronarse y ser incapaz de formarse, y con el presidente de EUA, Barack Obama, dejando claro que un ataque era inevitable, en un mes más o menos, si el Congreso lo aprueba, después del 9 de septiembre cuando vuelva a reunirse. Se trata de una comedia en tres partes: el guerrero renuente se convierte en el general rugiente para encontrar a sus seguidores a la deriva distanciándose, convirtiéndole nuevamente en el guerrero renuente.
Para comenzar, EUA no fue el primer país que pidió la intervención militar en Siria después de que surgieron las imágenes de lo que parecen ser muertos en un ataque químico. Ese honor correspondió a Francia, Turquía y Gran Bretaña, cada uno de ellos pidiendo acción . Así como en el caso de Libia, donde Francia e Italia fueron los primeros y más prestos a intervenir, EUA llegó a la fiesta tarde.
EUA no tiene ningún interés nacional primordial en Siria. Ha sido hostil desde hace mucho tiempo hacia el régimen de al Assad. Tiene simpatías por los insurgentes sunitas, pero ha llegado a la conclusión de que la caída de al Assad probablemente no conducirá a un régimen democrático, respetuoso de los derechos humanos, sino a un régimen islámico con vínculos con Al Qaeda. EUA está en el proceso de recuperación por lo de Irak y Afganistán, y no está dispuesto a experimentar en la construcción de una nación en Siria, especialmente teniendo en cuenta los jugadores. Por lo tanto, la actitud estadounidense hacia Siria ha sido expresar su profunda preocupación a la vez que se ha mantenido lo más lejos posible, muy parecido a lo que ha hecho el resto del mundo.
Lo que empezó a arrastrar a EUA en el asunto fue una declaración hecha por el presidente en 2012 , cuando dijo que el uso de armas químicas constituiría una línea roja. Él no quiso decir que quería intervenir. Marcó la línea roja porque pensó que era la única cosa que al Assad no haría. Fue un intento por mantenerse al margen, no un anuncio de interés. De hecho, había habido evidencia anterior de ataques químicos en pequeña escala, y el presidente había esquivado compromiso.
La facción de derechos humanos en Washington
Esta vez, mientras los principales socios extranjeros demandaban acción, el presidente sintió que no tenía otra opción. Una fracción significativa dentro de su equipo de política exterior le presionó. Hubo quienes, como la asesor de Seguridad Nacional Susan Rice, estaban a favor del uso de la fuerza militar en casos de los crímenes de guerra y violaciones de derechos humanos en gran escala. Uno hubiera pensado que ella habría apoyado la guerra en Irak contra Saddam Hussein, el epítome de los crímenes de guerra y violaciones de derechos humanos, pero no lo hizo, pero eso es harina de otro costal. El punto es que, dejando a Irak de lado, esta facción consideró que EUA no cumplió sus obligaciones morales en Ruanda, y aplaudió la intervención en Kosovo.
Esta facción no es pequeña y hace un llamamiento a una tendencia importante en la cultura política estadounidense que ve la Segunda Guerra Mundial como la guerra perfecta, ya que se libró contra un mal indescriptible, y no para beneficio estratégico o material. La guerra fue más complicado que eso, pero existe un elemento de verdad en ello. Y el mundo, en su mayoría, aprobó la participación estadounidense en dicho conflicto. Para esta facción, éste es el modelo de la política exterior de EUA. Seguro por la distancia y poderío, EUA no ser el típico poder político inseguro, pero debe utilizar su fuerza para impedir las injusticias más extremas en el mundo.
Para ellos, el sufrimiento en la guerra civil de Siria ha sido el resultado del carácter represivo del régimen de al Assad. Esta facción tenía una perspectiva interesante. Se centró en la injusticia actual, no siempre consciente, interesada o creyendo que lo que venga después sería peor. Recuerdo discutir con colegas académicos antes de la caída del Shah que mientras que él era ciertamente un matón, nosotros y el pueblo iraní nos arrepentiríamos de lo que vendría después. Existía la idea romántica de que la gente en la calle era siempre más virtuosa que el tirano en su palacio. A veces tenían razón. No está claro que la caída del Shah reduce la suma total del sufrimiento humano.
A lo largo de la primavera árabe se ha producido una idealización de la multitud en la calle, sobre todo cuando la gente se ve a través del lente del excepcionalismo americano. Una creencia se mantuvo, sobre todo por aquellos que ven la responsabilidad primaria de EUA como la promoción de los derechos humanos, que la mayoría de las personas en las calles quería crear una democracia al estilo americano. Irónicamente, dos grupos que se desprecian mutuamente — los neo-conservadores y los activistas pro derechos humanos — compartían una misma opinión: que si se eliminan los tiranos, lo que surgirá serán democracias constitucionales respetuosas de los derechos humanos. Rice, la asesora de Obama en 2013, asumió el mismo papel que Paul Wolfowitz con Bush en 2003 .
De esta manera, la eliminación de al Assad se convirtió en un objetivo de política exterior de la facción de los derechos humanos profundamente arraigada en la ideología de la administración Obama. Ellos se decepcionaron cuando, en lugar de intervenir , Obama estableció la línea roja. Cuando la línea roja que parecío haber sido cruzada, presionaron por la acción.
Obama había aprendido un par de cosas sobre las masas fueran árabes o de otra parte. Él era mucho menos romántico acerca de su intención, sobre todo después de Libia. Allí también estaba consciente de que después de auto felicitarse, EUA tendría que vivir con el caos o una nueva tiranía. No quería atacar, y eso quedó claro en los primeros días después de la aventura.
Había dos razones. En primer lugar, había perdido la confianza en la masa. En segundo lugar, se había comprometido a no lanzarse a la guerra igual que Bush, sin el apoyo internacional validado por las Naciones Unidas, y con el peso del liderazgo militar compartido con otros aliados. En Libia la guerra comenzó bajo el liderazgo francés, y con el tiempo el hecho de que EUA tenía la fuerza necesaria que Francia carecía, empujó a EUA al frente, una posición que Obama no quería asumir nuevamente.
Presionado por la facción de los derechos humanos en su gobierno a que tomara medidas en Siria, también recibió la presión de tres países claves: Gran Bretaña, Francia y Turquía. Turquía, en particular, es importante para él . Las relaciones han sido tensas desde 2003, cuando Turquía no permitió que tropas estadounidenses atacaran a Irak de su suelo. Le atraía la idea de ponerse de acuerdo para ayudar en la convocatoria de Turquía para la intervención, pero no hasta el punto en que esté dispuesto a hacer algo más que un ataque simbólico utilizando sólo misiles dirigidos contra objetivos inciertos, tal vez principalmente los misiles que podrían llevar a los productos químicos. Turquía pidió un ataque tipo Kosovo que fue diseñado para aflojar el control del régimen sobre el país. Obama no resistió ataque como principio pero sí la escala que Turquía quería.
El líder de coalición renuente
En esas sucedió algo interesante. En el transcurso de la semana, en lugar de EUA seguir los llamados a la acción de los demás países, Washington se convirtió en el principal defensor de la intervención. EUA es la mayor potencia mundial. Su mera presencia en la coalición la da el poder central. En parte esto es militar: EUA tiene capacidades que otros no. En parte es política: es posible que EUA logre organizar una coalición mundial mientras que nadie más puede hacerlo.
Obama estaba preparado, dada su línea roja y la presión por parte de sus asesores claves, para participar en una coalición. Le sorprendió, creo yo, cuando EUA dejó de ser parte de la coalición para convertirse en su líder e instigador, y nuevamente, cuando los demás se desilusionaron con su liderazgo. La idea se había convertido suya. No estaba muy seguro de qué hacer con tal honor.
A continuación, el Parlamento británico votó en contra de la guerra, y el primer ministro David Cameron, promotor de la intervención desde el principio, tuvo que recular. Los británicos habían sido parte de las guerras que se habían inventado los estadounidenses. Esto era algo que los británicos habían ayudado a forjar y el parlamento votó en contra, con muchos miembros del parlamento diciendo que el Reino Unido ya no era el perro faldero de los norteamericanos. Obama, que había trabajado tan duro para evitar el liderazgo, se había convertido en George W. Bush ante el Parlamento británico.
También hubo diplomacia detrás de las escenas, como siempre la hay. El objetivo era Rusia. Rusia ha apoyado el clan al Assad desde el cuartelazo de Hafez al Assad en 1970, cuando la Unión Soviética apoyó el golpe de Estado y el régimen. Sus relaciones en Siria tienen muchos años y la influencia soviética (ahora rusa) en Siria se ha fortalecido a nivel personal e institucional. Los rusos estaban completamente comprometidos con la supervivencia del régimen .
EUA ha sido menos apasionado, pero Obama, si bien está dispuesta a hacer el gesto mínimo posible para satisfacer su impulso de los derechos humanos, si pensó en lo que vendrá después y no ha querido que caiga el régimen. En esto, rusos y estadounidenses tenían intereses comunes.
Durante la semana, el presidente comenzó a centrar su atención en Bashar al Assad, acusándole de ser personalmente responsable por el ataque químico, incluso si no sabía sobre su planificación y si un joven oficial la había llevado a cabo. Su enfoque en al Assad parecía aludir a una dirección. Si al Assad y sus seguidores más cercanos optaban por renunciar, el régimen podría continuar. El régimen es una entidad compleja y duradera. Había sobrevivido a dos años de guerra civil. No era simplemente una tiranía personal, sino un gobierno con una gran cantidad de personas con intereses en el mismo. Podría sobrevivir sin él.
Deshacerse de al-Assad y mantener el régimen para bloquear los yihadistas habría sido el mejor resultado de todo esto. Por supuesto, mientras que los turcos querían más, los rusos no querían nada de ello. Estaban construyendo su credibilidad a través del Medio Oriente y Europa Oriental sobre la base de la debilidad norteamericana, y no veían ninguna razón para rescatar a Obama. De todos modos Obama no dispuesto a asumir los riesgos necesarios que conlleva deshacerse del régimen.
Los cálculos rusos parten de su evaluación de que EUA no estaba en condiciones de imponer un sistema internacional en la región debido a su debilidad política interna. Por lo tanto, los rusos tenían una rara oportunidad de imponer si no un sistema, una presencia . Ante todo, el punto de vista ruso era que no tenían nada que temer de EUA, a pesar del desequilibrio de poder. Era probable que Obama no actuara.
Otros, como Polonia, que había estado con los estadounidenses en Irak y Afganistán también se marcharon. Los polacos son interesantes, porque habían sido los más ansiosos por colaborar con los estadounidenses, pero se sintieron traicionados más que cualquiera al no obtener un compromiso estadounidense de ayuda militar y colaboración significativas. Se esforzaron por decir a los estadounidenses que no iban a apoyar la acción en Siria — no porque les preocupaba Siria, sino para mostrar las consecuencias en la política estadounidense, incluso de un jugador relativamente menor.
Al final de la semana, los rusos insultaban a Obama, los británicos finalmente se liberaban de la dominación estadounidense y los turcos estaban furiosos ante la debilidad estadounidense. Los franceses — y el intervencionismo de Francia es fascinante (Libia , Malí, ahora Siria) — se plantaron junto a EUA. Eso es algo que vale discutir, pero no aquí. Y los canadienses decidieron que por mucho que no les gustara el uso de armas químicas, que no estarían disponibles. La estrategia quedó sin ruedas.
El dilema para EUA
Es fácil culpar a Obama por haber perdido el control de la situación, pero esto es excesivamente simple. Cada administración tiene sus ideólogos, y cada presidente quiere aliados y nadie quiere ir a la guerra sin que los aliados vuelen en sus aviones al lado de ellos. Y sería bueno si EUA pudiera ser sólo otro país, pero no lo es. En el momento en que entra en una coalición, va a liderar dicha coalición.
EUA tenía un interés estratégico en que ninguna de las facciones tome el poder en Siria – su libanización. Esto es brutal, pero es cierto, y EUA no era el único país con tal interés. También iba en contra de la fibra ideológica de la administración y las pasiones de sus miembros claves. El presidente trató de caminar la cuerda floja entre el cambio de régimen y la inacción (o una pequeña acción que dejó el régimen en el poder ). Todo esto es lo que los presidentes tienen que hacer.
El verdadero problema es el siguiente: Después de las guerras islámicas, como ha sucedido antes, EUA ha tratado de minimizar su presencia en el mundo y al mismo tiempo disfrutar de los beneficios de ser la principal economía del mundo, sin pagar ningún precio político o militar por ello. Es una estrategia que es imposible de mantener, como aprendió EUA después de la Primera Guerra Mundial, Vietnam y Desert Storm. Es una visión seductora pero una fantasía. El mundo regresa de visita .
Sin una comprensión clara de la estrategia que vaya más allá de la precaución, no se puede establecer claramente el interés nacional o qué cosas son importantes y qué cosas no. Siria no hizo. Sin embargo, impulsado por una estrategia nacional insuficiente, el presidente se ha visto atrapado por ideologías internas, las inclinaciones de los aliados extranjeros y la tentación de hacer algo, por ineficaz. que fuera Pero, como sabemos, la ineficacia frecuencia se vuelve más cara que la eficacia, y elegir dónde será efectiva — y dónde abstenerse — es esencial.
Esto aún no ha terminado. Si el Congreso vota por los ataques, lo más probable es que Obama haga algo. Pero en aquel momento lo va a hacer solo, y la inevitable muerte de inocentes, incluso en el ataque más pequeño, le pondrá bajo el fuego de algunos de los que más insisten en que se haga algo sobre los crímenes de guerra en Siria.
No es fácil ser presidente, ni es fácil ser la primera potencia del mundo. Es agradable tener la capacidad de sentarse y emitir jucios morales de personajes como Al Assad sin lamentablemente tener el poder para hacer nada al respecto. Cuando la vida se complica es si se emite un juicio moral que obliga a hacer algo porque hacerlo es posible. Enseña a tener cuidado al juzgar, ya que el mundo va a exigir que haga algo y le va a condenar por hacerlo.