GeopoliticalPublicado en inglés el 23 de julio del 2013 por Stratfor Global Intelligence bajo el título Recognizing the End of the Chinese Economic Miracle“. Traducido con autorización especial. Por George Friedman

Los grandes cambios en curso en la economía china que Stratfor ha pronosticado y discutido desde hace años han llamado la atención de los principales medios de comunicación. Muchos se han preguntado cuándo China se encontraría en una crisis económica, a lo que hemos respondido que China ha estado en esas por un tiempo — algo que no ha sido ampliamente reconocido fuera de China, particularmente menos en EUA. Una crisis puede existir antes de que se reconozca. El reconocimiento de que existe una crisis es un momento crítico, porque es cuando la mayoría del resto comienzan a cambiar su comportamiento en reacción a la crisis. La pregunta que nos veníamos haciendo era cuándo la crisis económica china podría finalmente convertirse en un hecho aceptado, cambiando así la dinámica global.

La semana pasada, la crisis fue anunciada elegantemente. En primer lugar, el columnista del New York Times y premio Nobel Paul Krugman publicó una nota titulada “Hitting China’s Wall”. Escribió: “Los signos son ahora inconfundibles: China están en serios problemas. No estamos hablando de un pequeño contratiempo en el camino, sino algo más fundamental. El total de la manera en que el país hace negocios, el sistema económico que ha impulsado tres décadas de crecimiento increíble, ha llegado a su límite. Se puede decir que el modelo chino está a punto de golpear a su Gran Muralla, y la única pregunta ahora es qué tan dura será la caída”. 

Más adelante en la semana, Ben Levisohn escribió una columna en Barron’s llamada “Smoke Signals from China”. Dijo: “En la película clásica de desastres ‘El coloso en llamas’ (‘The Towering Inferno’) ignoran un incendio en una sala de almacenamiento, porque supusieron que lo habían contenido. ¿Están los inversores cometiendo el mismo error con China?”. Él mismo responde a su pregunta, diciendo que, “a diferencia de hace tres meses, cuando los inversores estaban apostando fuerte a que las autoridades chinas podrían inyectar dinero en la economía para estimular el crecimiento, los mercados parecen haber aceptado el hecho de que el lento crecimiento de la segunda economía economía más grande en el mundo es la nueva normalidad “.

Mientras tanto, Goldman Sachs — donde en noviembre del 2001 Jim O’Neill acuñó el término BRIC y pronosticó que China podría superar a EUA económicamente para el 2028 — redujo su pronóstico de crecimiento de China al 7.4 por ciento.

The New York Times, Barron’s y Goldman Sachs son a la vez sismógrafos de la sabiduría convencional y creadores de la sabiduría convencional. Por lo tanto, cuando los tres anuncian con diferencia de solo semanas que las condiciones económicas de China van de la decepción al borde de una caída, transforman la manera de pensar sobre China. Ahora, la conversación se está moviendo de los pronósticos sobre la rapidez con que China superará a EUA a las consideraciones de las consecuencias que traería un colapso en China.

Dudando de China

Encontrar de pronto a Stratfor en medio de la sabiduría convencional sobre China no se siente extraño, debo admitir. Habiendo tomado nota primero sobre las contradicciones subyacentes en China años atrás durante la época de su crecimiento económico y cuando la mayoría veía a China como el milagro que Japón no era, y después de haber sido vilpendiados por no entender el cambio en el poder mundial en marcha, es gratificante tener ahora generosa compañía. En el último par de años, las filas de los que dudan de China han crecido. Pero en los últimos meses se ha visto un cambio radical. Hemos pasado de ver a China como omnipotente, de creer que no había nada que los chinos no pudieran resolver, a la conclusión de que China ya no funciona.

No viene funcionando desde hace algún tiempo. Una de las cosas que enmascaran el debilitamiento de China ha sido sus estadísticas, a las que Krugman se refiere como “aún más ficticias que la mayoría”. China es un gran país tanto por su territorio como por su población. La recopilación de información sobre cómo van las cosas sería una tarea de enormes proporciones, incluso si China se inclinara a hacerlo. En cambio, China comprende que en Occidente existe una presunción de que las estadísticas del gobierno tienen por lo menos una relación limitada con la verdad. En consecuencia, Beijing utiliza sus números para dar forma a las percepciones dentro y fuera de China de cómo van las cosas. China hace públicas sus cifras anuales del producto interno bruto en la tercera semana de enero (y sólo las revisa al año siguiente). Ellos no pueden saber muy rápidamente cómo les fue y no lo hacen. Pero ellos si saben lo que quieren hacer creer al mundo acerca de su crecimiento, y el mundo les ha creído — de ahí surgen los cuentos fantásticos de crecimiento económico.

Sin duda China ha tenido un extraordinario período de crecimiento. Los últimos 30 años han sido notables, empañados sólo por el hecho de que los chinos comenzaron desde un punto tan bajo, debido a las políticas de la época maoísta. En un principio, el crecimiento era relativamente fácil; difícilmente le podría ir peor. Pero que quede claro: China surgió. Sin embargo, basando el desempeño económico en el consumo, Krugman señala que China es apenas más grande económicamente que Japón. Teniendo en cuenta los efectos combinados de las conjeturas de China sobre el PIB, imaginaríamos que sigue detrás del de Japón, pero ¿cómo se sabe? Podemos decir sin duda que la economía de China ha crecido de forma espectacular en los últimos 30 años, pero que ya no está creciendo tan rápido como una vez lo hizo.

El aumento del crecimiento de China se basa en un hecho muy poco atractivo: los salarios chinos estaban muy por debajo de los salarios occidentales, y por lo tanto los chinos fueron capaces de producir una determinada clase de productos a un precio más bajo de lo que era posible en Occidente. Los chinos construyeron empresas alrededor de ello, y las empresas occidentales construyeron fábricas en China para aprovechar el diferencial. Dado que, debido a sus bajos salarios, los trabajadores chinos no pudieron comprar muchos de los productos que producen, China construyó su crecimiento en torno a las exportaciones.

Para que esto continuara, China tuvo que mantener su diferencial de salarios por un tiempo indefinido. Pero China tenía otra política fundamental: Beijing estaba aterrorizado del desempleo y las consecuencias sociales que se derivan de éste. Este era un miedo racional, pero que a la vez contradecía la principal fuerza de China, la ventaja en salarios. Debido a que China temía el desempleo, la política china, que se manifiesta en las políticas de préstamo de los bancos, ha destacado la prevención del desempleo, manteniendo empresas incluso cuando eran ineficientes. China también utiliza los préstamos bancarios para construir la infraestructura masiva y propiedades comerciales y residenciales. Con el tiempo, esta política creó enormes ineficiencias en la economía china. Sin recesiones, las ineficiencias crecen. El crecimiento de la economía es posible, pero no un crecimiento rentable. Con el tiempo, la economía será arrastrada por su ineficacia.

Inflación vs. desempleo

A medida que las empresas se vuelven ineficaces, aumentan los costos de producción. Y ello conduce a más inflación. A medida que el dinero es prestado para mantener empresas ineficientes funcionando, la inflación aumenta de forma aún más marcada. El aumento de la ineficiencia se agrava por el crecimiento de la oferta monetaria impulsada por los préstamos agresivos para mantener la economía en marcha. Como esto persistió durante muchos años, las ineficiencias integradas en la economía china se han vuelto alarmantes.

Lo segundo que se debe tener en cuenta es la gran pobreza de China, donde 900 millones de personas tienen un ingreso anual per cápita alrededor del mismo nivel que Guatemala, Georgia, Indonesia y Mongolia (entre US$3000 y US$3500), mientras que alrededor de 500 millones tienen un ingreso anual per cápita en nivel similar a India, Nicaragua, Ghana, Uzbekistán y Nigeria (entre US$1500 y US$ 1700). En China, el PIB global está en el mismo nivel que la República Dominicana, Serbia, Tailandia y Jamaica. La estimulación de una economía en la que más de mil millones de personas viven en la extrema pobreza es imposible. El estímulo económico tiene sentido cuando los productos se pueden vender al público. Sin embargo, la gran mayoría de chinos no puede permitirse los productos producidos en China, y por lo tanto, el estímulo no va a aumentar el consumo de estos productos. Igualmente importante, estimular la demanda para que las fábricas ineficientes puedan vender productos no solo impulsa inflación, es suicida. La tarea consiste en aumentar el consumo, no en subsidiar la ineficiencia.

Los chinos por lo tanto están en una trampa. Si continúan sus préstamos agresivos para empresas que fallan, tendrán inflación. Esto aumenta los costos y hace que los chinos sean menos competitivos en cuanto a exportaciones, que también están cayendo debido a la recesión en Europa y la debilidad en EUA. Permitir a las empresas fallar, trae desempleo, un problema social y político masivo. Los chinos han zigzagueado entre tomar medidas enérgicas contra los préstamos mediante la regulación de los préstamos informales y el aumento de las tasas interbancarias a aflojar las restricciones a los préstamos mediante la eliminación de la palabra en la tasa de interés de referencia y el aumento de los préstamos a las pequeñas y medianas empresas. Ambas políticas son problemáticas.

Los chinos han mantenido una estrategia de depender en las exportaciones sin tener en cuenta el funcionamiento del ciclo económico en el oeste, lo que significa que se producirán contracciones periódicas y sustancial de la demanda. La planta industrial china se orienta a la demanda occidental. Cuando la demanda occidental se contrajo, el resultado ha sido el desastre que vemos ahora.

La economía china podría tal vez estar creciendo a un 7.4 por ciento, pero dudo que el número esté en ningún punto cerca de eso. Según algunas estimaciones, el crecimiento está cerca del 5 por ciento. A pesar del crecimiento, la capacidad de mantener los márgenes de beneficio escasa vez se tiene en consideración. Producir y vender a costo o por debajo de él, aumentará las cifras del PIB pero también socava el sistema financiero. Esto le sucedió a Japón en la década de 1990. Y está sucediendo en China ahora.

Los chinos pueden prevenir el tipo de accidente que afectó a Asia en 1997. Su moneda no es convertible, por lo que no puede estallar una crisis cambiaria. Siguen teniendo una economía dirigida; después de todo siguen siendo comunistas. Pero no pueden evitar las consecuencias de su realidad económica, y cuanto más tiempo aplacen el día del juicio, más difícil será la recuperación de la misma. Ya han aplazado el ajuste de cuentas mucho más tiempo de lo debido. Ellos lo dilatarían aún más si pudieran manteniendo el apoyo con préstamos a las empresas. Esto lo pueden hacer eso por mucho tiempo — siempre y cuando estén dispuestos a emular a la desaparición del modelo soviético. Eso no lo quieren los chinos, pero lo que quieren es una solución milagrosa a su problema. No hay soluciones que no impliquen la agonía, así que han pospuesto el día del juicio final y disminuyen lentamente.

La tranformación de China

Los chinos no van a colapsar por completo económicamente así como no lo hicieron los japoneses o los surcoreanos. Lo que sucederá es que China se comportará de manera diferente que antes. Sin opciones que no les asusten, los chinos se centrarán en contener las consecuencias sociales y políticas, tanto al tratar de orientar los beneficios a grupos políticamente sensibles y mediante su excelente aparato de seguridad para reprimir y disuadir a los disturbios. El desempeño económico de China se degradará, pero evitarán la crisis y los intereses políticos protegidos. Dado que gran parte de China nunca se benefició del auge, hay una fuerza masiva que se siente marginada, víctima de las elites costeras. Esta no es una mala base en quien basarse para el Partido Comunista.

La clave es entender que si China no puede resolver sus problemas sin sufrir inescapables consecuencias políticas inaceptables, tratará de dilatar el declive. El Japón tuvo solo una década perdida en la mente de los inversores occidentales, que valoran implícitamente el crecimiento del PIB global sobre otras medidas de éxito, como el crecimiento del PIB per cápita o el pleno empleo. China, muy bien podría enfrentarse a un largo periodo de intensa interioridad y bajo rendimiento económico. Los últimos 30 años son difíciles de seguir.

El impacto económico evidente en el resto del mundo caerá sobre los productores de materias primas industriales como el mineral de hierro. Las expectativas extravagantes para el crecimiento de China no se cumplirán, y por lo tanto, las expectativas de precios de los productos no se cumplirán. Dado que el fracaso económico de China ha estado en marcha desde hace un tiempo, la degradación de los precios ya ha ocurrido. Australia, en particular, se ha visto muy afectada por la situación de China, tal como lo fue por la situación japonesa hace una generación.

Los chinos siguen manteniendo una gran cantidad de dinero en instrumentos del gobierno de EUA y otros mercados. Contrario a los temores, aquel dinero no se retirará. El problema de China no es la falta de capital, y la repatriación de ese dinero simplemente aumentaría la inflación. Si los chinos hubiesen sido capaces de poner ese dinero a buen uso, nunca lo habrían invertido en EUA en el primer lugar. La fuga de dinero de China era un síntoma de la enfermedad: A falta de una estructura para invertir en China, el gobierno y fondos privados optaron por salir al extranjero. De este modo, Beijing trató de limitar la desestabilización de China, mientras que los fondos privados chinos buscaron un refugio contra la tormenta que ya se estaba gestando. 

En vez la temida repatriación de los fondos, EUA sigue siendo el blanco de las principales entradas de efectivo chino. En un mundo en que Europa todavía se está recuperando, sólo EUA es a la vez segura y lo suficientemente amplia para contener el apetito de China por la seguridad. Tal como la inversión japonesa en la década de 1990 representó la fuga de capitales en lugar de un saludable apetito por inversiones, el comportamiento que hemos visto por parte de los inversores chinos en los últimos años es la fuga de capitales: Dinero en busca de refugios seguros, independientemente de lo que produzca. Este dinero tiene bases en los mercados de América, no solo no va a desaparecer sino que de hecho hay más en camino.

El principal cambio en el orden internacional será la disminución del papel de China en la región. La capacidad de China para proyectar su poder militar en Asia se ha sobrestimado considerablemente. Su geografía limita su capacidad para proyectar poder en Eurasia, un esfuerzo que requeriría una logística mucho más allá de la capacidad de China. Su capacidad naval todavía está limitada en comparación con EUA. La idea de que va a compensar los problemas económicos internos por acción militar genuina (a diferencia de retórica) es por lo tanto poco probable. China tiene un verdadero problema de seguridad interna que absorbe al ejército, que sigue siendo una fuerza de seguridad nacional, en acciones de poco valor. En nuestra opinión, el cambio más importante será la re-emergencia de Japón como la potencia económica y política dominante en el este de Asia, en un proceso lento tampoco que ninguno realmente persigue.

China will continue to be a major power, and it will continue to matter a great deal economically. Being troubled is not the same as ceasing to exist. China will always exist. It will, however, no longer be the low-wage, high-growth center of the world. Like Japan before it, it will play a different role.

In the global system, there are always low-wage, high-growth countries because the advanced industrial powers’ consumers want to absorb goods at low wages. Becoming a supplier of those goods is a major opportunity for, and disruptor to, those countries. No one country can replace China, but China will be replaced. The next step in this process is identifying China’s successors.

China seguirá siendo una gran potencia de enorme importancia económicamente. Tener problemas no es lo mismo que dejar de existir. China siempre existirá. Sin embargo, dejará de ser el centro de bajos salarios y alto crecimiento del mundo. Al igual que Japón antes de ella, jugará un papel diferente.

En el sistema global, siempre hay países con salarios bajos, de alto crecimiento, porque los consumidores de las potencias industriales avanzadas quieren absorber bienes a los bajos salarios. Convertirse en un proveedor de dichos bienes es una gran oportunidad para esos países pero también es un gran disruptor. Ningún país puede reemplazar a China pero China será reemplazada. El siguiente paso en este proceso es la identificación de los sucesores de China.

Artículo en inglés