Publicado en inglés el 4 de febrero 2014 por Stratfor Global Intelligence bajo el título “A More Assertive German Foreign Policy”. Traducido con autorización especial. Por George Friedman y Marc Lanthemann
La crisis de Ucrania es importante en sí misma, pero el comportamiento de Alemania que éste ha generado es tal vez más importante. Berlín desafió directamente el presidente electo de Ucrania por negarse a estrechar las relaciones con la Unión Europea y por maltratar a los ucranianos que protestaron su decisión. Al desafiar al presidente Viktor Yanukovich, Berlin también desafió a Rusia, un reflejo de la reciente política exterior más descarada de Alemania.
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, Alemania ha seguido una política exterior relativamente mansa. Pero durante la semana pasada, Berlín parece haber reconocido su necesidad de ralizar un cambio bastante dramático. Los líderes alemanes entre ellos la canciller, el presidente, el ministro de Relaciones Exteriores y el ministro de Defensa, han pedido un nuevo marco que contravenga la restricción que Alemania ha practicado durante tanto tiempo. Quieren que Alemania asuma un mayor protagonismo internacional al involucrarse más fuera de sus fronteras política y militarmente.
Para Berlín, el anuncio de este cambio estratégico de alto nivel se produce en medio de una turbulencia de corrientes geopolíticas. Como líder de facto de la Unión Europea, Alemania tiene que lidiar con y corregir el paulatino fracaso del proyecto europeo. Tiene que ajustarse a la política de repliegue global de EUA y tiene que manejar una relación compleja, necesaria y peligrosa con Rusia. Una política exterior mansa no es muy adecuada para hacer frente a la situación en la que Alemania se encuentra ahora. Si Alemania no actúa, entonces, ¿quién lo hará? Y si alguien más actúa, ¿será en el interés de Alemania? Esta última es quizás la pregunta más intrigante.
Estableciendo límites
Esta reconfiguración prueba que Alemania tiene sus propios intereses nacionales que pueden ser diferentes de los de sus socios de la alianza. Para la mayoría de los países, esto podría parecer evidente. Pero para Alemania es una posición radical, dada su experiencia en la Segunda Guerra Mundial. Alemania se ha abstenido de afirmar una política exterior fuerte y de promover sus intereses nacionales para no revivir los temores de la agresión y el nacionalismo alemanes. Los alemanes pueden haber decidido que esta posición ya no es sostenible — y que la promoción de sus intereses nacionales no conlleva el riesgo del pasado.
El momento del anuncio, a medida que la posición estratégica de Ucrania entre Rusia y Europa sigue estando en los titulares, no era una coincidencia. Mientras que el momento del anuncio benefició a Alemania, sería un error atribuir demasiada importancia a la propia Ucrania, sobre todo desde la perspectiva alemana. Esto no quiere decir que Ucrania debe descartarse por completo. Como una tierra fronteriza entre la península Europea y Rusia, su futuro es potencialmente importante para Alemania — si no ahora, tal vez en el futuro, cuando las realidades regionales inesperados podrían mostrarse.
Ucrania es un paíz fronterizo indispensable para Rusia, pero tiene poco valor para cualquier nación moderna que no tenga planes contra Rusia. Es una de las puertas de entrada en el centro de Rusia. Una potencia hostil ocupando a Ucrania pondría en peligro la seguridad nacional de Rusia. Pero lo contrario no es cierto: Ucrania no es una ruta principal de Rusia hacia Europa (la Segunda Guerra Mundial fue una notable excepción) porque las montañas de los Cárpatos presentan un obstáculo a una invasión. Así que a menos que los alemanes estén planeando una nueva guerra con Rusia — y no lo están — Ucrania importa poco a Europa o los alemanes.
Lo mismo ocurre en el ámbito económico. Ucrania es importante para Rusia, en particular para el transporte de energía a Europa. Pero fuera del transporte de energía, Ucrania no es tan importante para Europa. De hecho, por todo lo que se ha dicho acerca de la relación de Ucrania a la Unión Europea, nunca ha estado claro por qué el bloque la ha convertido en un tema tan polémico. La Unión Europea se tambalea bajo el peso del alto nivel de desempleo en el sur de Europa, la incertidumbre de Europa del Este sobre el valor de ser parte del sistema bancario europeo y la unión monetaria, y una creciente división política entre Francia y Alemania. Las posibilidades de que los europeos incluyan a Ucrania a una organización que ya cuenta con Grecia, Chipre y otras economías lisiados, son tan escasas que considerar lo contrario sería irracional. El hecho de que Ucrania no esté ingresando al bloque hace la política alemana aún más difícil de comprender.
Por supuesto que algunos países europeos tienen más de un interés en Ucrania que otros, en particular los que antiguamente se encontraron en la esfera de influencia soviética. Para Polonia y los Estados Bálticos , Rusia sigue siendo el principal enemigo geopolítico de una manera que Europa occidental no alcanza a comprender plenamente. Estos relativamente pequeños y nuevos miembros no pueden obligar a los pesos pesados de la UE a que se comprometan a un plan de acción que vaya demasiado lejos hacia provocar a Rusia; pero aún así pueden empujar a sus compañeros a que tomen una acción más moderada .
Durante la Revolución Naranja, las potencias occidentales lideradas por EUA financiaron abiertamente a los grupos de la oposición en los antiguos estados soviéticos, amenazando los intereses estratégicos de Rusia hasta el punto que finalmente tuvo que invadir Georgia para mostrar las consecuencias de la intromisión occidental. Durante el mes pasado, Alemania se ha estado comportando de manera similar, aunque en menor grado: iniciando lazos partidistas y brindando apoyo financiero y retórico de relativamente bajo costo a los grupos de oposición que pueden irritar a Rusia sin llegar a causar una ruptura inmediata con Moscú.
En el curso de la última década, Alemania no podía permitirse el lujo de alienar a Rusia, que Berlín cree que podría ser la respuesta a algunos de los problemas de Alemania. Tenía la capacidad de alimentar de forma fiable energía relativamente barata, era una fuente potencial de mano de obra barata, y fue un mercado de destino potencial para los exportadores alemanes en busca de alternativas al estancamiento de los mercados de la UE.
En el terreno diplomático, Moscú podría haberse convertido en un estrecho aliado y socio estratégico a medida que antiguos aliados parecían estar creciendo cada vez más hostiles a Alemania. Las relaciones con EUA eran tensas desde que Berlín se negó a participar en la invasión de Irak en 2003, y el apoyo de la canciller Angela Merkel a las medidas de austeridad en toda la UE tensionó las relaciones de Alemania con el sur de Europa y Francia.
Pero la realidad ha sido otra. Hay un ajuste entre Alemania y Rusia, pero es en el mejor de los casos imperfecto. Rusia nunca industrializó o modernizó igual que Alemania y que otros muchos habían esperado, mientras cosechaba los beneficios de los altos precios de las materias primas. Bajo la presidencia de Vladimir Putin, Moscú se convirtió cada vez más autocrático y pasó a la ofensiva política y económica en Europa Central y Oriental.
Esto entra en conflicto con los objetivos estratégicos de Alemania. El imperativo central de Berlín es preservar su poder económico, que es altamente dependiente de las exportaciones. La crisis económica europea ha causado reducciones en el consumo de la Unión Europea, lo cual ha llevado a Berlín a buscar mercados de exportación más lejanos. A pesar de que ha tenido cierto éxito en China y EUA para ciertas industrias, no ha logrado deshacerse de su abrumadora dependencia de los mercados europeos como destino general de sus bienes. Por lo tanto, el único camino posible para Alemania es la preservación y, finalmente, la revitalización de la zona de libre comercio en Europa.
El resurgimiento de Rusia en Europa Central ha causado preocupación en los miembros de la UE en la región. En la superficie, los alemanes estaban dispuestos a vivir con ese resurgimiento a pesar de que parecía amenazar con desentrañar el bloque. Polonia, la República Checa y Eslovaquia son componentes indispensables de la cadena de suministro industrial alemana y una fuente de mano de obra calificada relativamente barata. Su permanencia en la esfera de influencia alemana es una posición no negociable para Berlín.
Estas cuestiones no son nuevas, pero hasta ahora Alemania se había limitado en la manera en que podría establecer límites firmes con Moscú. Berlín creía que su dependencia de la energía rusa era una vulnerabilidad que Rusia podría explotar si así optara. Además, le preocupaba la capacidad de Rusia de arrebatar control de Europa Central de la UE. En el peor de los casos, Alemania terminaría con una Europa fragmentada, en EUA distante, y una Rusia hostil.
El hecho de que Alemania apoyara activamente a los grupos de la oposición en Ucrania, sobre todo en la ausencia de un apremiante imperativo estratégico para hacerlo, es una señal de que algo ha cambiado en el cálculo de Berlín hacia Rusia. Parece como si el gobierno alemán hubiera determinado que Rusia se enfrenta a importantes desafíos domésticos, que su posición en Europa es más débil de lo que parece, que el riesgo de recortes energéticos son mínimos, y que no existen beneficios económicos a largo plazo a un relación económica con Rusia que vayan más allá del comercio de energía. Este último punto no puede ser exagerado. Rusia está a punto de seguir siendo el proveedor más importante de energía a Europa, y aunque la dependencia es recíproca — Europa es el mayor cliente de Rusia — Alemania se asegurará de que el flujo de energía siga sin impedimentos.
Con EUA dependiendo cada vez más en un equilibrio de poder como enfoque de su política exterior, basándose más en los actores regionales para gestionar las amenazas, las garantías de seguridad estadounidenses a largo plazo que habían sido el sello distintivo de la defensa europea a partir de 1945 ya no pueden contar con en Berlín. Mientras que la OTAN sigue deshaciéndose y los persisten los desafíos planteados por una Rusia cada vez más volátil, Alemania parece estar tomando el primer paso de nuevo en el establecimiento de un nuevo marco de seguridad nacional y regional.
Un nuevo elemento
El discurso alemán de una nueva y más firme política exterior que se base más en sus fuerzas armadas, sin embargo, no está únicamente vinculada a la preocupación sobre Rusia o EUA. Alemania ha aceptado que su única opción es reunir a Europa, pero como los últimos seis años han demostrado ello ha tenido un éxito limitado en el frente económico. La Unión Europea es una entidad económica, pero la economía ha pasado de ser el elemento de enlace a ser una fuerza centrífuga. O bien algo nuevo se mezcla en el experimento europeo, o puede que se desarme.
Berlín cree que mantener el conjunto de la Unión Europea requiere la adición de otra dimensión hasta ahora ausente en su trato con el bloque: las relaciones político-militares. Enfrentar a una debilitada Rusia será atractivo para los países de Europa Central, y tomando un papel de mayor protagonismo en el extranjero podría ganar puntos a Berlín en París. Las referencias de Alemania que ampliaría sus operaciones militares internacionales, en particular en África, es una clara señal a Francia, que ha expresado constantemente su deseo de obtener una alianza militar y política más profunda con Alemania.
Cabe destacar que la campaña por un mayor acercamiento entre Alemania y Francia en el corto plazo podría crear tensiones entre ambos en el largo plazo. La cumbre de la semana pasada entre el primer ministro británico David Cameron y el presidente francés, Francois Hollande, fue un recordatorio de que Francia y el Reino Unido pueden tener muy diferentes puntos de vista con respecto a la Unión Europea, pero todavía se ven uno al otro como socios militares y, más importante aún, como un contrapeso a Alemania .
Por supuesto, Alemania no está en posición de tomar una acción militar. Se encuentra en una posición para plantear esta posibilidad de alguna manera vaga, generando de este modo las fuerzas políticas que pueden mantener la unidad. Berlín tiene que ganar tiempo, sobre todo en Europa Central, donde Hungría se ha embarcado en un curso independiente y está siendo observada cuidadosamente por otros. Con el deseo de EUA de no involucrarse, o bien Alemania se convierte en el contrapeso o vive con las consecuencias.
En un primer momento, las acciones de Alemania parecían confusas y poco características. Pero aparecen más sensatas cuando se tiene en consideración que Berlín está buscando otras herramientas para mantener el conjunto de la Unión Europea, mientras re-evalúa a Rusia. Hasta el momento el anuncio de Alemania fue visto de manera positiva, sobre todo fuera de Alemania, pero la tensión que un Berlín más fuerte y más firme ejerce en el continente europeo y el escenario global seguramente pasarán nuevamente a primer plano. Por ahora, sin embargo, Merkel no tiene otra opción