Doug Jones, un fiscal de Alabama que en 2002 procesó y obtuvo la condena de dos miembros del Ku Klux Klan involucrados en el trístemente célebre atentado en una iglesia afroamericana en Birmingham en 1963, ha sido elegido senador de la república en una elección especial cuyo resultado ha propinado un enorme cachetadón a la presidencia de Donald J. Trump.

Esta es la primera vez en más de 25 años que Alabama envía un demócrata al senado — en un estado sureño donde solo un año antes Donald J. Trump había ganado por un margen de 28 puntos.

Fue una elección especial para reemplazar a Jeff Sessions, antiguo senador por Alabama que ha sido nombrado Fiscal General de la administración Trump.

Un análisis precinto por precinto de los resultados muestra que segmentos importantes de los habitantes de los suburbios rechazaron el mensaje extremista de Roy Moore, quien gozaba del apoyo de Stephen Bannon, estratega de la victoria de Trump en 2016 y quien básicamente impuso la candidatura del antiguo juez en las primarias. (Trump inicialmente apoyó a Luther Strange, pero luego hizo campaña vigorosamente a favor de Moore).

Moore se habían presentado en dos previas ocasiones en elecciones para la corte suprema del estado. Era famoso a nivel estatal y nacional por su fundamentalismo religioso, sus vínculos con los llamados evangélicos, y su uso de referencias bíblicas para rechazar o justificar posiciones políticas y sociales.

Además de sus políticas extremistas, Moore fue acusado por diversas mujeres de acoso sexual cuando ellas eran menores de edad.

Esta derrota para Trump sigue previas derrotas en las elecciones de noviembre, cuando muchos de los candidatos republicanos fueron rechazados por el electorado, tanto a nivel de legislatura como en la gobernación del importante estado de Virginia.

Además, debilita la mayoría republicana en el Senado de la nación que pasa a ser 51 a 49.

Muestra que la comunidada afroamericana, atacada por grupos de de supremacistas blancos que en Trump han visto un paladín, está lista a movilizarse y defender sus derechos civiles, y los del resto del país — inmigrantes, LBGT y otros. El voto afroamericano fue a un nivel similar al de 2008 a favor de Barack Obama, superando todas las expectativas.

Confirma que gran parte del electorado estadounidense — especialmente entre las mujeres — repudia la agresión sexual, un tema sumamente delicado para el mismo presidente Trump, quien ha sido acusado por más de 16 mujeres de abuso sexual y ayer mismo tuvo un fuerte enfrentamiento con la senadora por New York Kirsten Gillibrand. La senadora es una de 5 senadores que ha pedido la dimisión del presidente — mientras que decenas de Representantes han pedido que se realice una investigación.

Se suma a la serie de dolores de cabeza que han perseguido a la administración Trump desde el primer día de la presidencia, en términos concretos han significado el parálisis legislativo, no obstante las ambiciosas promesas de la campaña 2016, y una investigación sobre presuntos vínculos con intereses rusos.

Y, por si fuera poco, reduce el nivel del discurso político en EUA a niveles que no se han visto en tiempos recientes.

El periódico USA Today, en un editorial, dice que “Un presidente que básicamente llama puta a una senadora no sirve ni para limpiar los inodoros de la biblioteca presidencial de Obama o lustrar los zapatos de George W. Bush”.