Logo The NationPublicado en inglés en la revista The Nation bajo el título “With the War in Afghanistan Ending, Where Does the Peace Movement Go Next?. Traducido con autorización especial. Por Tom HaydenEl presidente Obama planea retirar todos menos 6,000 y 9,000 soldados estadounidenses de Afganistán en el 2014, poniendo fin a la misión de combate estadounidense, ahorrando decenas de miles de millones de dólares y dejando al impopular, incompetente y corrupto régimen de Karzai en busca de una solución diplomática para evitar su colapso en una guerra civil.

Aunque no se ha anunciado oficialmente, las cifras se han reportado en los últimos días. El diario Los Angeles Times predice 6,000-9,000, mientras que el New York Times informa sobre “menos de 10,000.” Recortes de tropas a esas cantidades significará una reducción del 90 al 95% de 109,000, el nivel más alto de EUA, informado en 2010. Se requeriría una reducción de 60,000 de aquí hasta finales de 2014. El ritmo de la retirada no ha sido anunciado, pero el anuncio se espera en cualquier momento.

Las cifras son muy inferiores a las que ha solicitado el Pentágono, que van desde 15,000 soldados hacia arriba. Se espera oposición a las reducciones de Obama por parte de los neo-conservadores y los defensores de los militares, así como los “halcones” (guerreristas) del Congreso. Obama ha ganado una cobertura política, sin embargo, al lograr recientemente sesenta y dos votos en el Senado a  favor de un repliegue “acelerado” y un mensaje similar en una carta de 94 miembros de la Cámara. La reciente editorial del New York Times, finalmente aprobó el retiro en un año y también proporciona apoyo crítico desde las principales instituciones políticas y nacionales.

La decisión de Obama, y la posición adoptada por los defensores de la paz del Congreso, es coherente con su promesa de la campaña de comenzar retiradas constantes de tropas estadounidenses, después de un aumento durante dos años de 33,000 tropas. El aumento fue una concesión a generales como Stanley McChrystal y David Petraeus, y los halcones dentro del gabinete, incluyendo a Hillary Clinton y Robert Gates, que lucharon por los retiros basados en “condiciones” en lugar de horarios. En el relato de Bob Woodward, Las guerras de Obama, el presidente es citado diciendo, “Yo no soy un defensor de los horarios, pero van a venir del Congreso”, por los demócratas. De hecho, la Casa Blanca apoyó discretamente lenguaje que defiende un calendario acelerado para una “retirada rápida” y una “reducción significativa y considerable a más tardar en julio del 2011” en la resolución del Comité Nacional Demócrata del 24 de febrero de 2011. La resolución fue patrocinada por los representantes Barbara Lee y Mike Honda, y las veteranas líderes demócratas Donna Brazile y Alice Germond.

Esta resolución de importancia refleja las demandas de las redes locales de paz y los demócratas de base por todo el país. A puerta cerrada, Obama dijo al senador Lindsay Graham, “No puedo dejar que esto sea una guerra sin fin, y no puedo perder todo el Partido Demócrata. Y la gente en casa no quiere escuchar que vamos a estar allí por otros diez años”.

Como muestran los informes recientes, el nuevo plan de Obama ya “ha despertado las críticas internas en el Pentágono”, que pide una “presencia militar considerable” desplegada en el sur y el este de Afganistán, según Los Angeles Times. Las reducciones de tropas de Obama probablemente impulsarán recortes aún mayores en las fuerzas de la OTAN. El ejército afgano, según fuentes del Pentágono, se enfrentará a “dificultades enormes” tan pronto las tropas estadounidenses salgan. Tuvieron lugar 2,500 ataques insurgentes cada mes de este año, de abril a septiembre, los niveles más altos que en 2009, según un reciente informe del Pentágono al Congreso.

Cual sea la decisión que tome Obama, ésta será objeto de las conversaciones en curso entre Washington, Kabul y potencias de la OTAN. La base aérea de Bagram, junto con las bases más pequeñas alrededor de Kabul, formarán el eje defensivo para cualquier fuerza de EUA que permanezca. La misión de EUA más controvertida, aunque de menor alcance, será el contraterrorismo. La protección de la Embajada y el entrenamiento de las tropas afganas también serán incluidos. Prácticamente ninguna de las 23 brigadas del ejército afgano puede operar por cuenta propia, lo que sugiere que también se autorizará el apoyo aéreo occidental.

Al final, la discusión de una fuerza militar más pequeña puede deshacerse en su totalidad por la insistencia de Afganistán de eliminar la inmunidad del personal estadounidense que viole las leyes y procesos afganos. Una situación similar ocurrió durante la fase final en Irak. Un funcionario estadounidense dijo a Los Angeles Times que “una de las cosas en que Obama y Karzai siempre han estado de acuerdo es en la necesidad de una presencia militar reducida. Creo que ambos quisieran cero, pero es algo que al fin de cuentas no veo cómo pueda suceder”.

Nada va a alterar el cambiante equilibrio de fuerzas a medida que el ejército de Karzai y el régimen quedan solos en su propio medio de corrupción e insurgencia. El peligro de una nueva guerra civil, a menos que la diplomacia logre un acuerdo de poder compartido en el terreno. Los republicanos hasta ahora han bloqueado los esfuerzos de Obama por liberar a varios detenidos talibanes en Guantánamo a cambio de un prisionero de guerra estadounidense, Bowe Bergdahl, capturado por los insurgentes afganos en 2009. Un acuerdo diplomático más amplio requerirá polémicos contactos con Irán, China, Rusia y Pakistán, todos estados con intereses en un Afganistán dividido. Si todos los intentos fallan y estalla una guerra civil en Afganistán, Obama tendrá que contar con el agotamiento nacional estadounidense con una guerra de diez años para protegerlo contra las acusaciones por los militares que él “perdió” Afganistán.

Los grupos feministas, que en un principio apoyaron la guerra, tendrá que presionar con éxito para asegurar que los logros mínimos de las mujeres afganas se preserven vinculadas al paquete de ayuda y asistencia.

En resumen: es oficial: la guerra más larga de EUA terminará muy pronto. El movimiento por la paz, que construyó una base necesaria de la oposición a ella, es diez años mayor.

¿Cuáles son algunos pasos a seguir para el movimiento por la paz?

En primer lugar, a diferencia de la época de la Guerra Fría, las fuerzas pro paz han ganado la sumamente importante batalla de la opinión pública. Es posible que se abra una ventana, aunque sea brevemente, para que las fuerzas por paz se vinculen con el movimiento obrero, el de los derechos civiles y las coaliciones pro medio ambiente en un esfuerzo para poner un poco de definición y músculo en las repetidas promesas de Obama de “hacer algún trabajo de construcción de nación aquí en casa”.

Este cambio de prioridades nacionales va a ser muy difícil. EUA es un imperio con 800 bases militares, un interés creciente en la disuasión de China, un papel en teatros de guerra candentes, como Yemen y Malí, una política arriesgada con Irán, peligrosos lazos con los halcones de Israel, y un número desconocido de operaciones de la CIA por todo el planeta . Si las guerras terrestres estadounidenses son muy costosas o imposibles de ganar, el impulso cambiará hacia guerras con drones, guerras cibernéticas, operaciones secretas, y un conglomerado de mayor secretismo sobre nuestras instituciones. El presupuesto militar, a pesar de su tamaño gigantesco, será difícil de atacar políticamente. Los partidarios de la paz tendrán que atacar agresivamente el gasto militar excesivo.

Una de las principales prioridades será revertir y tratar de poner fin al creciente uso de aviones no tripulados o drones. La opinión pública, lamentablemente, es favorable a matar a cientos de presuntos terroristas extranjeros en tierras lejanas, al suponer que la alternativa es poner tropas estadounidenses en peligro a un costo extraordinario para los contribuyentes. Las crecientes protestas contra los drones, junto con el documental educativo de Robert Greenwald de Brave New Foundation, si se combina con las libertades civiles y las denuncias por grupos de derechos humanos sobre las detenciones y “las listas para matar”, poco a poco van a construir un clima de oposición a la política actual.

El reto más importante será revisar la Ley de Poderes de Guerra de 1973 para exigir la divulgación pública y la aprobación por el Congreso de los ataques con drones, las guerras cibernéticas y las operaciones secretas de la CIA en lugares como Libia. Es dudoso que el presidente Obama, siendo él mismo un abogado constitucionalista, quiera ser recordado como el que reconstruyó la Presidencia Imperial, que es el camino que ha tomado. Tal vez conscientes de este peligro, Obama ha tomado la inusual decisión de apelar a la opinión pública y el Congreso para “frenar” sus poderes excepcionales con nueva “arquitectura legal” en el próximo año. Esa invitación la deben aceptar de una vez por las comunidades pro libertades civiles y pro paz que tiene intereses que proteger.

Un posible escenario podría ser la reducción y eliminación por etapas de los ataques con aviones no tripulados en las áreas tribales de Pakistán, como parte de un acuerdo diplomático en Afganistán. Es muy dudoso que tras una década de guerra los talibanes sean obligados a negociar mediante los drone, y ningún diplomático serio debe esperar que accedan. Sin embargo, una suspensión permanente de los ataques con aviones no tripulados es un ingrediente necesario para cualquier acuerdo de paz con Afganistán y Pakistán, algo que Obama bien sabe.

Si eso ocurre, podría ganar tracción un proceso paralelo de elaboración y debate de las nuevas políticas del Congreso para “frenar” la presidencia imperial.

Por último, los defensores de la paz tendrán que seguir desafiando el paradigma de la “guerra contra el terrorismo”, con su razón de ser y autorización legislativa que sustenta la larga Guerra secreta. No hay un camino único para una narrativa alternativa, como tampoco existe un enfoque único eficaz para frenar las “guerras internas” en las pandillas y jóvenes del centro de la ciudad que han resultado en el encarcelamiento en masa. Los neoconservadores y el ala derecha potencian los temores raciales para sustentar sus métodos militarizados, tanto en la política interior como exterior. Los críticos pro paz y pro derechos civiles podrían ganar fuerza, sin embargo, cuando sus argumentos constitucionales y morales se ven reforzados por los costosos fracasos de la Larga Guerra en el extranjero y el encarcelamiento en masivo en EUA.

Existe una conexión entre las Guerras Largas y la desigualdad interna la cual los defensores de la paz también podrían presentar a los reformistas pro derechos civiles y sindicales. Es que la globalización corporativa y financiera resulta en una explosiva brecha entre los ricos y la clase baja. El modelo ofrecido por los teóricos neoconservadores ha fracasado. Incluso a medida que militarizamos nuestra relación con Paquistán, privatizamos las condiciones de explotación que retiran las inversiones fuera de los mercados laborales de EUA. Mediante un proceso similar, la “desindustrialización” de las ciudades americanas en la década de 1980 condujo al desempleo y la desesperación crecientes entre los jóvenes de la ciudad, con costosa e inconstitucionalidad vigilancia y encarcelamiento presentados como falsas soluciones. Un salario digno mundial es necesaria para el mundo, una basada en la experiencia de ganar salarios dignos en las ciudades estadounidenses.

Por último, la experiencia del movimiento pro paz ofrece un mensaje a los ambientalistas: que la Guerra Larga y continua por petróleo, gas, minerales y otros recursos es un obstáculo directo a una nueva prioridad en desarrollar la conservación y los recursos renovables. Poner fin a la Larga Guerra es una condición previa para la transición a un futuro de energía eficiente.

Nuevas coaliciones se irán formando a medida que la “construcción de una nación en casa” se opone a la Guerra Larga como la agenda de los próximos cuatro años.

 Artículo en inglés

El Senador Tom Hayden de la legislatura de California ha jugado un clave en la política e historia de EUA desde el movimiento pro derechos civiles y contra la guerra en Vietnam durante la década del 1960.