Revista The NatioPublicado en inglés el 4 de febrero del 2013 en la revista The Nation bajo el título “‘The Blackout Bowl,’ or ‘The Most Depressing Super Bowl Column You’ll Read”‘Traducido con autorización especial. Por Dave Zirin.  

El Super Bowl XLVII será recordado por la emocionante victoria de los Baltimore Ravens 34 a 31 sobre los 49ers de San Francisco. Será recordado por el rendimiento como MVP del quarterback de los Ravens Joe Flacco. Será recordado por la notable recuperación de San Francisco de una desventaja de 28 a 6 liderado por su tenaz quarterback Colin Kaepernick en apenas la décima alineación en su carrera.

Pero más que nada, el juego será recordado por un apagón del estadio durante treinta y cuatro minutos al comienzo de la segunda mitad que sumió al Super Dome de New Orleans primero en la oscuridad y luego bajo una especie de crepúsculo misterioso. La razón oficial de esta falla fue que demasiada electricidad corría por la cúpula después del intenso espectáculo de medio tiempo de Beyonce. Extraoficialmente, este fue un momento simbólico que podría resonar mucho más tiempo que el juego en sí.

Algunos verán el apagón como un comentario sobre New Orleans. Se supone que el Super Dome sea un símbolo del resurgimiento de la ciudad, después del huracán y las fallas en sus diques. También se supone que simbolice el renacimiento de la industria de turismo de la ciudad y la posiciones como una “ciudad de eventos” listo para ser la meca de las compañías del Fortune 500 y con lo mejor de los deportes. Pero este retorno económico, con un énfasis en los empleos de bajos salarios y cero beneficios de la industria de servicios, ha tenido también otro efecto: una desigualdad cada vez mayor. La tasa de pobreza ha alcanzado el 29%, 8% más que en 2007, cuando la ciudad estaba todavía bajo reconstrucción tras el huracán. La pobreza infantil es hasta un 42% y el Lower Ninth Ward ha visto caer su población en un 80% en la última década. La “economía de eventos” que el profesor Jules Boykoff llama “capitalismo de celebración” sólo agrava estas tendencias, creando un pequeño ejército de trabajadores migrantes de la industria de servicios siempre tratando de dar caza al “trabajo temporal” traído por estas ostentosas reuniones temporales. El Dr. Juan Carlos, quien compitió en la olimpiada de 1968, dijo: “La razón por la que las Olimpiadas son sólo cada cuatro años es porque les toma cuatro años para contar todo el dinero. El problema es quién consigue un pedazo del pastel y quién recibe las migajas”. Esto tiene una corelación total con un evento como el Super Bowl. Es un caballo de Troya neoliberal, que trae una enorme cantidad de capital que fluye hacia arriba y apenas se escurre hacia abajo. En cuanto a la infraestructura, las autoridades municipales pregonan los millones que un evento como el Super Bowl traerá a la ciudad, mientras que no dicen ni una palabra sobre los miles de millones en beneficios corporativos para hacer la reunión “adecuada” para los miles de visitantes del exterior. En cuanto a carreteras, puentes y transporte público, se ve una pérdida neta. Esta no es una historia de New Orleans. Es la historia de EUA urbano, cuyos diques se rompieron mucho antes de la recesión del 2008.

Pero el “Blackout Bowl” comunica una sensación de inquietud aún mayor. Cuando Sudáfrica fue el país anfitrión de la Copa Mundial, la prensa europea se llenó con denuncias sobre esta elección, porque seguramente “una nación en desarrollo” no tenía los medios para organizar un evento de tal nivel y magnitud. ¿Qué dice el apagón por treinta y cuatro minutos — causado por demasiada electricidad — sobre este país? ¿Hemos sobredesarrollado o estamos en realidad sudesarrollándonos? ¿Somos como el jugador inflado con esteroides que apenas puede exprimir su camiseta? o ¿somos el jugador tan diezmado por repetidos golpes een la cabeza que necesitamos ayuda para recordar los nombres de la familia? Somos ambos: dos Américas definidas por la desigualdad estructural y el debilitamiento de la idea de que éste podría ser un país indivisible si hubiera intereses colectivos comunes.

Si en el pantano publicitario hubo un comercial que en realidad trajera un elemento no intencional de la verdad, fue el de la comedia de CBS 2 Broke Girls. El programa es sobre dos jóvenes meseras muy inteligentes y recursivas, Kat Dennings y Behrs Bet, luchando durante la Gran Recesión en Brooklyn. En el anuncio Dennings y Behr y bailan en la barra de strip tease mientras las palabras 2 Broke Girls brillaban sobre sus cabezas con luces de neón. Esto es, en pocas palabras EUA neoliberal: un lugar donde hay personas que se desnudan y otras que miran; donde unos sirven y los otros reciben servicio. Este es un estado de cosas insostenible. El problema con la creciente desigualdad es que igual que el apagón, realmente no importa si ocurrió porque hubo demasiada electricidad o no hubo la suficiente. El resultado es que todos quedan a oscuras, sin solución a la vista.

Artículo en inglés