Screen-Shot-2013-01-02-at-5.18.08-PM2Publicado en inglés el 13 de septiembre de 2013 en la revista The Nation bajo el título “This Week in ‘Nation’ History: Iran and the US, From Coup to Revolution—to Détente?”Traducido con autorización especial. Por Katrina vanden Heuvel.

Apenas unos días antes de su llegada a New York para la Asamblea General de la ONU, asesores del nuevo presidente de Irán, Hassan Rouhani, anunciaron la disposición de su gobierno de negociar directamente con EUA con el objetivo de poner fin a la disputa nuclear de una década y eliminar las sanciones internacionales que han paralizado la economía iraní. “Tenemos que trabajar juntos para poner fin a las rivalidades malsanas e interferencias que alimentan la violencia y nos separan”, Rouhani escribió en una columna de opinión abierta en el Washington Post del viernes

Katrina vanden Heuvel
Katrina vanden Heuvel

Si se siguen con sinceridad, estos prometedores avances tienen el potencial de reparar divisiones con décadas de antigüedad, en la relación estadounidense-iraní. Mientras que muchos en la derecha estadounidense preferirían creer que esas fricciones comenzaron con la revolución dirigida por islamistas en 1979, muchos iraníes todavía recuerdan el golpe de estado respaldado por EUA que en 1953 derrocó a Mohammed Mossadegh, un primer ministro elgido democráticamente — con la participación de la CIA conocida ampliamente pero oficialmente admitida sólo el mes pasado — , y cómo durante décadas después las empresas estadounidenses y funcionarios del gobierno explotaron la economía iraní y brindaro asistencia directa en la represión de su pueblo.

A lo largo de esas décadas, los escritores en The Nation escribieron desde Irán sobre la discordia, la ira y la frustración que la intromisión estadounidense habían generado en la población iraní. Después de 1979, escritores como Kai Bird y el fallecido Fred Halliday informaron sobre la promesa y la eventual decepción de la revolución. Volver a leer estos artículos hoy, tal vez  en los albores de una nueva era en las relaciones irano- estadounidenses, da una idea de lo mucho que ha ido mal entre ambos países, pero también cuánto se podría corregir con una diplomacia inteligente y un nuevo liderazgo.

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En la edición del 24 de septiembre de 1960 de The Nation, un becario de Fulbright llamado Stanley Cooperman escribió un notable artículo, “Iran’s False Front,” que detalla las dimensiones de la actividad estadounidense en el país y la amargura y resentimiento que causaba entre la gente. Con minuciosidad y presciencia sorprendentes, el artículo de Cooperman provee un vistazo a la vida en Irán durante el régimen del Sha y, en retrospectiva, muestra por qué la revolución que finalmente llegó traía tan mala voluntad hacia EUA.

Teherán parece casi una ciudad en auge. La construcción está avanzando a una velocidad enorme, y apenas hay una cuadra, sobre todo en la parte norte o “europea”, que no tenga su nuevo edificio de apartamentos. Estos nuevos edificios, sin embargo, están habitados casi exclusivamente por los europeos, sobre todo estadounidenses, los alquileres son muy altos por cualquier estándar, y astronómicos para una economía en que un ingeniero con experiencia gana US$200 al mes, o solo cerca del costo de un apartamento decente …

Es, sin duda, una típica situación de Alicia en el País de las Maravillas: Dólares estadounidenses se gastan en estructuras que sólo los estadounidenses pueden darse el lujo de alquilar. Un persa, supervisor de oficina, lo explicó de esta manera: “No me gusta el sonido de la ayuda exterior. Antes de que empezaran a venir aquí los dólares estadounidenses, tenía un trabajo y un apartamento decente. Ahora tengo tres empleos y aún así hemos tenido que salirnos de mi apartamento porque el propietario quería alquilar a un estadounidense. ¿Quién es el que está siendo “mejorado”? …

Varios trabajadores hombres de Embajada de EUA aquí … admiten que la clase media se ha vuelto cada vez más descontenta bajo el régimen del Sha. Añaden, sin embargo, que estos “individualistas soñadores” jamás podrían tomar el asunto en sus propias manos …

Hasta que el Gobierno persa se ​​de cuenta de que una clase media políticamente marginada es potencialmente peligrosa, y hasta que el Shah se de cuenta de que la occidentalización, de la manera en que avanza en Irán, ha aumentado en lugar de disminuir la presión social y económica, el Ejército Imperial debe seguir con sus armas apuntando a la ciudad capital. Desde luego, no hay una “revolución” inminente; la apatía política, por el momento, no es menos marcada que el cinismo expresado en privado por muchos persas en todos los ámbitos de la vida. Pero la apatía política es una base pobre para cualquier gobierno, especialmente en el Medio Oriente. Ante el surgimiento de una poderosa personalidad en el momento justo, o un cambio en las alineaciones de poder mundial y el “individualismo de ensueño” de Persia puede explotar una vez más, con graves consecuencias.

Cooperman con el tiempo se convirtiría en un conocido poeta y crítico, pero murió en 1976, dos años antes de que poder ver su predicción convertirse casi totalmente cierta.

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Las protestas masivas contra el sha llegaron a explotar en 1978, uniendo en oposición elementos dispares que durante largo tiempo hervían entre la población. Linda Heiden, una periodista freelance desde hace mucho tiempo que todavía escribe sobre el Medio Oriente, escribió un artículo para The Nation en aquel octubre, “Iran Against Pahlavi: The Peacock Throne Under Siege”, en la que se opuso a la opinión, entonces frecuente en los medios de comunicación occidentales, que repentinamente [el Shah] Pahlavi se había convertido en un reformador — uno, como la revista Time escribió en su momento, que estaba “profundamente herido por eventos generados sobre el Irán que soñaba … buscando maneras de calmar los problemas de su gente”. Eso, escribió Heiden escribió, era basura :

Uno no tiene que cavar muy profundo para encontrar las raíces de la disidencia. Los programas de desarrollo económico del Shah , diseñados y ejecutados con considerable asistencia del gobierno y las corporaciones de EUA, han sido desastrosos para los trabajadores y campesinos de Irán. La reforma agraria implementada por el Shah mediante la ‘Revolución Blanca’ ha obligado a millones de campesinos a migrar a las ciudades, empujando las escalas salariales para los trabajadores no calificados por debajo de los niveles de subsistencia. Mientras tanto, las tierras más fértiles cada vez más se conceden a los intereses agroindustriales de capital intensivo o son controladas por tales intereses corporativos multinacionales como el Chase Manhattan Bank, Dow Chemical y John Deere Corporación …

Este modelo económico contribuye generosamente a los beneficios de ciertos sectores de las economías occidentales, pero no fortalece la capacidad productiva de Irán ni alivia sus urgentes problemas sociales. Incluso la industrialización masiva prevista por el régimen depende en gran medida de la tecnología, las inversiones y la mano de obra calificada extranjeras. Además, el buen funcionamiento de estos proyectos se ve afectado por las estructuras internacionales de precios y mercados y por lo tanto transfieren las cargas de las tasas de inflación extranjeras, las fluctuaciones del mercado y las crisis monetarias a la economía iraní. Para el momento que el costoso programa de energía nuclear del Shah, su altamente sofisticada red de comunicaciones y su laberíntica y corrupta burocracia se han financiado, queda muy poco para aliviar los problemas sociales que ahora están empujando a sus súbditos que no están dispuestos a rebelarse .

A los lectores de hoy en día puede sorprenderles la referencia al programa nuclear del shah, apoyado por EUA y sus aliados europeos, que presuntamente incluía un componente clandestino de armas. El Ayatolá Jomeini suspendió el programa después de 1979, creyendo que contravenía la ley islámica y la moral, aunque unos años más tarde cambió de parecer.

Para enero, la oposición había obligado al shah a huir con su familia. Momentáneamente, al menos, parecía que la complicada colaboración entre liberales e islamistas iraníes podría ayudar a un Irán modernizado a avanzar más allá de su autoritaria herencia. El miembro del consejo editorial de The Nation Richard Falk, escribió en “Iran’s Home-grown Revolution” (10 de febrero de 1979) :

No sólo está en juego el destino político, económico y cultural de un país importante, no solo presenta un reto fundamental para la política exterior de  EUA, sino que en Irán se está desarrollando un proceso revolucionario, que es independiente de la herencia de todas las revoluciones anteriores. Su éxito o su derrota inevitablemente ejercerá un impacto increíble sobre las perspectivas globales de unos 700 millones de musulmanes en otros lugares, y, muy posiblemente, en los pueblos no musulmanes en todo el tercer mundo …

Cuando la religión asume una postura revolucionaria, desafía las preconcepciones occidentales de que una perspectiva religiosa es irrelevante, e incluso hostil, a los cambios sociales. El núcleo religioso del movimiento de Jomeini es un llamado a la justicia social, la equidad en la distribución de la riqueza, una economía productiva organizada en torno a las necesidades nacionales, la simplicidad en el estilo de vida y la ausencia de corrupción para minimizar las diferencias entre ricos y pobres, gobernantes y gobernados .

Ese optimismo pronto cedió, tanto en The Nation, como entre muchos en Irán y en todo el mundo, para gran frustración y agudo descontento. Después de visitar Irán en la primavera de 1979, Kai Bird — entonces director asociado de The Nation, más tarde, corresponsal en Washington, aclamado escritor, y ahora editor y colaborador — escribió en “Making Iran Safe for Theocracy“:

La revolución iraní ha agriado las esperanzas de muchos que esperaban mucho más en el camino de las reformas económicas radicales y una democracia genuinamente nativa, si bien islámica. Que ahora los principales protagonistas estén coqueteando con las formas autoritarias de los Pahlavis sólo puede despertar decepción, pero hay otros actores, más democráticos que esperan en los lados. Y ellos han sido testigos de una revolución que derribó una dictadura que hasta entonces no había sido cuestionada. Ese precedente trascendental no será pronto olvidado.

Sin embargo, dos años más tarde , la situación sólo ha empeorado, lo que llevó al difunto Fred Halliday, un experto muy respetado sobre Irán y el Oriente Próximo, a afirmar que se trataba de una “revolución robada”. La islamización de rán representa nada más que el verdadero espírituo “autóctono” del país, escribió :

Jomeini predica incesantemente el mensaje de que él representa los valores iraníes e islámicos puros contra los valores ajenos, corrupto y extranjeros de la élite occidentalizada. Sin embargo, Irán no es un país con una cultura islámica homogénea. Tiene valores y tradiciones pre-islámicos, y un alto grado de diversidad étnica dentro de sí … Con el pretexto de elevar los valores autóctonos sobre los valores extranjeros y al invocar el anti-imperialismo, las fuerzas de Jomeini están tratando de imponer su conjunto limitado de valores sobre una cultura que durante mucho tiempo ha sido heterogénea. Y hay algunos iraníes que señalan con pesar de que nada es más ajeno que la religión de los beduinos árabes que se impuso sobre el país en el año 642 dC

Ahora treinta años más tarde, parece que hay un potencial para una apertura entre EUA e Irán, que históricamente es comparable en su significado con la apertura con el líder soviético Mijail Gorbachov en 1985-86. Parece que, por razones económicas e internacionales la clase política de Irán ha decidido llevar a cabo una apertura hacia EUA, que podría condcir un acuerdo nuclear, convertir a Irán en un socio constructivo para asegurar la eliminación de las armas químicas en Siria y llegar a algún tipo de solución negociada entre Israel y Palestina, ejerciendo su influencia positiva sobre Hamas, y detener la carrera hacia una guerra sectaria en Oriente Medio. El presidente Obama, que por primera vez ha escrito directamente a un presidente de Irán (el contenido de su carta aún se desconoce ), tiene ahora una oportunidad histórica — en pro de los intereses de seguridad nacional de EUA — de elaborar un acuerdo con los nuevos dirigentes del país. Sin embargo, teniendo en cuenta su equipo de política exterior de Obama y los conflictos políticos de Washington, sigue siendo una cuestión abierta de siserá capaz de hacerlo.

Los próximos días revelarán si el presidente Obama actúa con valentía y constructivamente para tomar medidas que podrían redefinir, algunos podrían decir salvar, su segundo mandato. Tal como lo demuestra la crisis de Siria, para que EUA logre una solución a largo plazo a los problemas de seguridad en el Oriente Medio, tendrá que probar y aprovechar todas las soluciones diplomáticas y políticas.

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