Publicado en inglés en la revista The Nation bajo el título “The Good and Bad of the Fiscal Cliff Deal”. Traducido con autorización especial. Por George Zornick.
Muchos liberales están atacando el acuerdo aprobado anoche por el Congreso y con razón. Incluso el líder de la mayoría del Senado Harry Reid presuntamente pensó que era un mal acuerdo, aunque terminó por apoyarlo.
El trato se queda corto en ciertas áreas claves. Pero primero demos crédito a lo que tiene de positivo:
Aumento de las tasas de impuestos para los que más ganan. Si usted es un miembro de el 1%, no le va a gustar este acuerdo. Por primera vez en más de una década, las personas que reciben más de US$450,000 en ingresos para sus hogares pagarán un 39.6% en impuestos sobre la renta, aumentado del 35%, alcanzando así la meta de mucho tiempo de los liberales de reducir la desigualdad de los recortes de impuestos de la era Bush. Es cierto que el umbral se elevó de US$250,000, pero eso sólo sacrifica entre US$100 y US$200 mil millones en ingresos durante diez años. Mientras tanto, se ha roto la férrea ideología anti-impuestos del Partido Republicano. Esto no debe pasarse por alto. Además, las tasas sobre las ganancias de capital y dividendos se elevó a 23.8% del 15% en los hogares que ganan más de US$450,000 por año.
Seguro de desempleo ampliado. Dos millones de estadounidenses desempleados a largo plazo habrían perdido sus beneficios si no lograba un trato, seguidos de otro millón adicional en el primer trimestre de 2013. Ahora eso no va a suceder, lo que proporciona un impulso fundamental para la economía y una ayuda a las víctimas de una crisis económica terrible.
No habrá recortes en Medicare, Medicaid ni la Seguridad Social. Esto también es una gran victoria. Durante meses, Wall Street y los intereses corporativos inundaron las ondas con anuncios que exigían que Washington “Arregle la deuda”, a la vez que enviaron un flujo constante de grupos de presión y partidarios a través de las oficinas en la capital. Uno de los objetivos primordiales de este esfuerzo, particularmente el que financió Peter G. Peterson, era cortar la red de seguridad social. Fracasaron miserablemente, y esta es una victoria importante, no sólo en cuanto a los méritos de la política, sino también porque estas Personas Muy Serias fueron expuestos por no tener un apoyo público real y en consecuencia tampoco tener tanto peso como todo el mundo el mundo temía.
Recortes retrasados. Esto no ha terminado — abundaré sobre el tema en la sección de malas noticias — pero los recortes nacionales fuera del área de defensa podrían haber sido devastadores, y ahora eso no va a suceder. Es cierto que vendrán nuevamente en dos meses, pero los demócratas no han entregado nada hasta que lo hagan. Los republicanos están viendo una tendencia alarmante de que les prometen recortes de gastos y luego no los obtienen, esta es la tercera vez que retrasan estos recortes.
Algunas buenas ventajas fiscales. Obviamente no es el estímulo que desean la mayoría de los liberales, pero es importante que los beneficios tributarios de Oportunidad, Niños e Ingresos Ganados hayan sido extendidos durante cinco años, lo que ayuda a muchos estadounidenses de clase media y baja. La industria de la energía eólica también recibió significativa ayuda de impuestos, por lo que hay algo que alegrará a los ambientalistas. (También les dio ánimo ver que los recortes en programas domésticos no devastar la EPA y otras importantes iniciativas ambientales federales).
Correcciones agrícolas y en lácteos. El vencimiento de la ley agrícola podría haber sido devastador para los agricultores que trabajan, y por el momento se ha evitado. Un lapso en apoyo federal a la industria de la leche habría disparado por el cielo los precios y afectado a muchas familias esforzándose por ver como su salario les permite comprar alimentos.
Todo lo anterior lo están elogiando legítimamente los demócratas que apoyan el acuerdo. No están errados en hacerlo. Pero a continuación vemos lo que ha desencantado a un montón de progresistas:
No evita futuras crisis — y crea más. Al retrasar los recortes, Obama ha puesto en marcha otra pelea sobre gastos (además de la de financiación del gobierno en marzo, cuando las resoluciones continuas actuales expirarán) y una en la que él no tiene la influencia del vencimiento de los impuestos de Bush. Obama asegura todavía que durante esas conversaciones va a insistir en un dólar en ingresos por cada dólar en recortes, pero eso va a ser una pelea de perros. Además, a pesar de la insistencia férrea inicial en estas negociaciones de que se fijara de forma permanente el techo de la deuda, este acuerdo no logró ninguna solución. De hecho ya hemos alcanzado el techo de la deuda y el Departamento del Tesoro sólo ganar tiempo hasta alrededor de febrero — así que prepárense para otro enfrentamiento de dimensiones épicas. [El Senador por Carolina del Sur] Lindsey Graham ya está promocionando esto como el “Round 2”, en la que él y sus colegas probablemente se fajarán por recortes profundos en Medicare y la Seguridad Social.
Al verse en conjunto, los tres abismos restantes — gran parte de los ingresos de la ecuación ya se manejaron en el acuerdo de anoche — podrían ser desastrosos para los demócratas. Es por ello que Harry Reid, dijo a la Casa Blanca que detestaba el acuerdo, e incluso lanzó una versión del mismo en la chimenea. Y al menos uno de los miembros progresistas de la Cámara ha dado voz a las preocupaciones de muchos. El representante Jim Moran de Virginia pronunció un apasionado discurso en la Cámara anoche en el donde señaló que “el problema es que hemos puesto en marcha tres nuevos abismos fiscales. Vamos a tener que lidiar con el tope de la deuda, vamos a tener que tratar con la expiración de la resolución continua, y vamos a tener que lidiar con los recortes. Y todo lo que queda es cortar los gastos. Y todo lo que nos queda es preguntarnos ¿qué programas podemos cortar y qué tan profundo los cortarmos? Tenemos que mirar hacia atrás en esta noche y lamentarnos”.
Se regaló demasiado en ingresos. Al elevar a US$450,000 el umbral en los ingresos del hogar se regalaron hasta US$200 mil millones en ingresos por más de diez años, e incluso hubo una concesión aún más profunda en el impuesto al patrimonio. Los demócratas inicialmente querían un tipo impositivo del 55% en las propiedades valoradas en más de US$1 millón, y se conformaron con un tipo impositivo del 40% en las propiedades valoradas en US$5 millones y más, con ese nivel indexado a la inflación. Eso es casi US$400 mil millones en ingresos perdidos. En total, Obama entró en estas conversaciones exigiendo US$ 1.2 millones de millones en ingresos — le dijo a los liberales en la Casa Blanca en noviembre que se mantenía firme en este número, según nuestros informes — y obtuvo US$620 mil millones en ingresos. Y ¿por qué cedió la mitad? Una extensión del seguro por desempleo y un puñado de créditos fiscales. Eso es demasiado ante los ojos de muchos liberales, especialmente cuando las tasas subieron automáticamente el 1 de enero.
El estímulo no fue suficiente. Obama entró hablando fuerte, en realidad pidiendo alrededor de US$50 mil millones en nuevos gastos federales para estimular la economía mediante el presente acuerdo. No sólo no logró nada nuevo de estímulo — únicamente logró prolongar un poco de las medidas tributarias estimuladoras — sino que los demócratas renunciaron a la reducción de impuestos de nómina, que tuvo un impacto económico enorme. Eran unos US$1,000 por año para una familia promedio y dejar que venza reducirá en 0.6 por ciento del PIB este año. No fue reemplazado en absoluto en términos de estímulo. Esta fue probablemente una de las últimas oportunidades de Obama para obtener de los republicanos en la Cámara la aprobación de algún estímulo económico — el potenciar las crisis de apalancamiento no es potestad exclusiva de los republicanos — y falló en ello.
Daño colateral a los trabajadores federales y las víctimas de Sandy. Para hacer más palatable que los conservadores recónditos aceptaran el trato contra el abismo fiscal, los republicanos de la Cámara usaron dos trucos abominables: el primero fue que en la noche del lunes congelaron por dos años los salarios de los empleados federales. Hay cerca de 2 millones de trabajadores federales en todo el país, y contrariamente al dogma conservador, no están viviendo a lo grande a costa del público. De hecho, ganan 34% menos que sus contrapartes del sector privado, y ahora verán que sus salarios fueron congelados durante dos años más. Se trata de una medida de austeridad directa y punitiva y que fue apoyado por 55 demócratas, incluyendo grandes nombres como los representantes Tammy Baldwin David Cicilline y Steve Israel, quien es también el jefe del Comité de Campaña Congresional Demócrata. Mientras tanto, para aliviar los alterados nervios de la extrema derecha republicana que en realidad se opone a la ayuda federal a las víctimas del huracán, el presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, retiró un proyecto de ley de alivio a las víctimas del Huracán Sandy ayer por la noche durante la votación final sobre el abismo fiscal. Los estadounidenses cuyas propiedades fueron devastadas por la tormenta y están a la espera la ayuda tendrán que seguir esperando.
En verdad, no sabemos todavía qué tan malo es este acuerdo. Si durante las próximas peleas presupuestales el presidente Obama y los demócratas en efecto rechazan los perjudiciales recortes en gastos, y si se aseguran que lo que se recorte se compense con nuevos ingresos — y si Obama se niega a dejar que el tope de la deuda se utilice para promulgar recortes a la red de seguridad — entonces este acuerdo podrá defenderse por sus propios méritos. Aumentos en los impuestos de aquellos con los mayores ingresos son buenos, también lo es la ayuda para los desempleados, y si bien hay un montón de otras cosas que no se han logrado, tampoco se entregó nada realmente grave. Así que probablemente fue un resultado adecuado tras arduas negociaciones con un Partido Republicano que todavía controla la Cámara. Pero si esto sienta las bases para profundos recortes en el futuro, los liberales podrán llegar a lamentar el día de hoy.
Para más información sobre el acantilado fiscal, lea “Why Tom Harkin and a Handful of Other Progressives Opposed the Deal“, de John Nichols.