The Nation en españolPublicado en inglés el 12 de febrero del 2013 en la revista The Nation bajo el título “What Obama Didn’t Say on Immigration at the State of the Union”. Traducido con autorización especial. Por Aura Bogado.

El Presidente Obama mencionó varias veces la inmigración durante su discurso del Estado de la Unión esta noche, quizás siendo la forma más conmovedora cuando alteró la narrativa sobre la ciudadanía con que cerró su intervención para incluir una definición “que no se limita a describir nuestra nacionalidad o estatus legal.”

Pero nosotros no escuchamos nada nuevo en cuanto a la reforma migratoria integral.

Obama destacó mayor seguridad en la frontera, pero no mencionó el número récord de deportaciones que siguen teniendo lugar bajo su mandato. El presidente si reiteró su llamado a un camino a la ciudadanía, pero sólo si le acompañan una verificación de antecedentes, tasas y multas, y el conocimiento del idioma inglés. Algunas de esas restricciones pueden obstaculizar el camino de los trabajadores inmigrantes indocumentados que laboran largas jornadas con baja paga, y poco tiempo o acceso a las oportunidades educativas que les permitan aprender Inglés.

En la audiencia de esta noche se incluyeron por lo menos cinco jóvenes inmigrantes indocumentados, la mayoría de los cuales califican para el Plan de Acción Diferido por Llegadas de Niñez (DACA por sus siglas en ingles). Estos estudiantes “dacamentados” incluían universitarios actuales y recién graduados. Julieta Garibay, quien fundó United We Dream, podría haber sido uno de ellos. Los activistas han organizado en torno al DREAM Act durante años, pero con 32 años de edad, Garibay acaba de pasar la edad límite. Ella representa el saldo que cobre la arbitrariedad de un sistema de inmigración descompuesto.

Las declaraciones de Obama no cayeron muy bien a Miguel Guerra. El trabajador de la construcción de 37 años de edad y padre de tres hijos fue arrestado el verano pasado por participar en una propuesta contra el sherif Joe Arpaio que había organizado Puente. Su hija mayor también acaba de convertirse en “dacamentada” bajo el plan de Obama y dos de sus otros hijos son ciudadanos estadounidenses, ambos nacidos en Arizona.

Después de su arresto, Guerra fue llevado a una cárcel local antes de que un asimiento de inmigración lo mantuviera preso un día adicional. Fue puesto en libertad bajo fianza, y está luchando contra su deportación, con una fecha de corte para diciembre. Mientras tanto, él tiene un permiso de trabajador y la licencia de conducir, pero su futuro sigue siendo incierto. Su esposa, una empleada doméstica, actualmente no tiene documentación. Su familia es un reflejo de los muchos que siguen divididos por una confusa colección de normas, directivas y leyes que pueden llegar a separarlos: un padre con permiso para estar en el país hasta por lo menos finales de año, una madre indocumentada, una hija con la autorización de por lo menos dos años, y dos hijos ciudadanos estadounidenses.

Guerra dijo que estaba decepcionado con Obama — que esperaba que el presidente anunciara un alto a las deportaciones que pueden dividir familias como la suya aparte en cualquier momento. “Esto no es sólo por mí, sino por todas las familias, por todo el país”, explicó desde Washington, DC, a donde viajó con una delegación de más de 250 trabajadores que asistirán a la audiencia de mañana en el Senado sobre la inmigración.

La audiencia incluirá observaciones de una serie de panelistas, incluyendo el periodista ganador del Premio Pulitzer José Antonio Vargas que se convirtió activista indocumentado.

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