Logo The NationPublicado en inglés en la revista The Nation bajo el título Once Again, Senate Republicans Reject International Human Rights”. Traducido con autorización especial. Por Barbara CrossetteEl 4 de diciembre, los senadores republicanos de EUA han bloqueado la adopción de un convenio mundial para proteger a los discapacitados. Con esta medida, la derecha republicana, cuyas pérdidas electorales no les han enseñado nada sobre los cambios que sufre la sociedad estadounidense o las transformaciones en el papel mundial de EUA, señaló que tiene la intención de detener o matar todos los tratados internacionales que lleguen al Senado para su ratificación por parte de la administración Obama. Ni siquiera las plegarias de Bob Dole, frágil en una silla de ruedas, y del senador John McCain, un héroe de guerra herido y torturado, han logrado convencer a sus colegas republicanos que cedieran en nombre de la humanidad y la justicia.

El aislacionista Partido Republicano se complace en intimidar a otras naciones, pero no en ayudar a las personas a alcanzar derechos que los  estadounidenses disfrutan. Los defensores de la Convención sobre Discapacidad dicen que las leyes estadounidenses que protegen y mejoran la vida de las personas discapacitadas sirvieron de modelos al redactar el pacto internacional. Pero los fanáticos de la derecha sólo la agregaron a la cada vez mayor lista de los tratados que ellos ven como complots por parte de extranjeros,  burócratas de la ONU, socialistas o vastas conspiraciones de gays y feministas que persiguen tomar control sobre la vida americana tal como la conocemos — o como les gustaría imaginarla.

La Convención sobre los Derechos de las Personas Discapacitadas, que los republicanos bloquean, no tiene la fuerza de la ley internacional, únicamente brinda la esperanza de que los países que la ratifiquen establezcan sus propias políticas y leyes para proteger a las personas con discapacidad, eliminen todas las leyes y prácticas que pueden discriminar contra ellos y combatan los estereotipos y los prejuicios de la sociedad hacia ellos. De los países que se unan a la convención se espera que designen a un funcionario del gobierno para asegurar que la convención se observe, e informe a un comité de expertos internacionales independientes sobre los progresos realizados. Los cincuenta artículos de la Convención abarcan todos los aspectos de la vida, desde los temas de la igualdad de derechos de la propiedad a préstamos bancarios, a no sufrir malos tratos en el cuidado,  experimentos médicos realizados sin el consentimiento o la denegación de un seguro de salud. Se pide a los países que eliminen los obstáculos físicos y las barreras para las personas con discapacidad, y les permitan vivir de forma independiente si así lo desean, con acceso a la ayuda en el hogar. Busca proteger las relaciones personales, sin barreras en el matrimonio o la paternidad. Debe garantizare la educación adecuada, como el derecho al trabajo.

Los partidarios de la convención argumentan que, como en otros acuerdos internacionales, EUA debe tener un lugar en la mesa donde se discuten asuntos relacionados con los derechos de los discapacitados, y debe estar ahí para demostrar su compromiso con las personas afectadas, tanto en EUA como en el extranjero y estar preparado para rendir cuentas.

Sólo ocho senadores republicanos votaron con los demócratas, negando a la administración la necesaria mayoría de dos tercios para ratificar la convención. John Kerry, presidente del Comité de Relaciones Exteriores, denunció fuertemente a los opositores de la medida humanitaria como ignorantes de los hechos y motivados por un partidismo ciego y el odio visceral a las Naciones Unidas, que no tiene facultades para obligar a EUA para hacer cualquier nada y no escribe tratados, que son negociados por los gobiernos.

Los datos no fueron obstáculo para el ex senador Rick Santorum, aspirante pasado y futuro a la candidatura presidencial, cuando él arrastró a Bella, su hija con una seria discapacidad, a una sala de audiencia en el Senado para denunciar la convención. Elogiando la derrota de la convención, escribió, deshonestamente, en The Daily Beast que la ratificación “pondría a EUA, bajo la dirección de la ONU, que estaría en posición de determinar qué es en el mejor interés de un niño con discapacidad, en sustitución del poder actual de los padres bajo la ley de EUA”.

Lo que realmente dice la convención (en el artículo 23) es que los niños con discapacidad “no serán separados de sus padres en contra de la voluntad de ellos, excepto salvo cuando las autoridades competentes, con sujeción a un examen judicial, determinen, de conformidad con los reglamentos y los procedimientos legales, que tal separación es necesaria para el mayor bienestar del niño. En ningún caso podrá el niño ser separado de sus padres en razón de una discapacidad sea del niño o de uno o ambos padres “.

El Friday Fax, una publicación en línea del autodenominado Catholic Family and Human Rights Institute, que husmea la sede de la ONU para sacar a los progresistas, tuvo un gran momento cuando detectó las palabras “salud sexual y reproductiva” en la convención. “Los órganos de supervisión de tratados han utilizado un término similar para presionar a los países para que liberalicen sus leyes de aborto”, dijo. Mucha gente cree estas cosas; algunos de ellos son elegidos al Senado.

El último triunfo para la paranoia de la soberanía nacional del Partido Republicano tuvo lugar pocos días antes de la publicación de un informe del Instituto de Derechos Humanos de Columbia Law School, que reveló el creciente número de estados, ciudades y pueblos estadounidenses que están adoptando y a veces empleando los tratados internacionales que el mismo Senado rechazó.

JoAnn Kamuf Ward, directora asociado del proyecto Human Rights in the US Project del Instituto, que dirigió y redactó el informe — “Bringing Human Rights Home: How State and Local Governments Can Use Human Rights to Advance Local Policy” —  dijo en una entrevista que los estadounidenses en todo el país están incorporando los derechos internacionalmente reconocidos en la toma de decisiones, en contra de las aseveraciones por los políticos de que los tratados internacionales atentan contra la soberanía de EUA.  “Cuando vemos que en realidad los derechos humanos se filtran hacia arriba, es un desafío a esa idea”, dijo.

En desde Oregon en sus derechos a la vivienda, hasta Vermont con la asistencia universal de salud — y en ciudades tan diversas como San Francisco, El Paso, y Fulton Country, en Georgia — un creciente número de estadounidenses está utilizando los derechos como formulación de las políticas, dijo. Ellos forman conexiones con colegas extranjeros y trabajam con los observadores de los derechos internacionalmente designados. Los estadounidenses también están involucrados en la promoción y la incorporación de los acuerdos ambientales que no han sido ratificados a nivel nacional. “Los líderes locales también ganan reconocimiento en la escena mundial, y eso es algo que es importante para las ciudades de EUA., especialmente en un mundo globalizado”, dijo Kamuf Ward.

La administración Obama ha hecho progresos considerables en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU sobre cuestiones como los derechos LGBT y la condición jurídica de la mujer. En el pasado, algunos documentos de derechos globales han sido ratificados por el Senado, entre ellos el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial. Pero cuando el tema pasa a temas sociales, de género y las cuestiones económicas, siempre ha habido controversia y la inacción.

Washington sigue bloqueado en la tarea más amplia de apoyo a las normas internacionales, para consternación de las otras democracias. Sin embargo, todos los tratados durante más de medio siglo, no sólo en materia de derechos humanos, sino también en lo referente al desarme y el medio ambiente, han sido influenciados por los negociadores estadounidenses, empezando en 1948 por la Declaración Universal de los Derechos Humanos, con Eleanor Roosevelt encabezando el equipo de EUA.

Entre las convenciones de derechos humanos que EUA ha firmado pero no ratificado se incluyen la Convención sobre los Derechos del Niño (Somalia y Sudán del Sur son los únicos otros que se negaron a firmar) y la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, que 187 países de los 193 miembros de la ONU, entre ellos todos los demás países industrializados, han ratificado, dejando a EUA en compañía de naciones como Irán y Sudán.

Más allá de los acuerdos de derechos humanos, EUA no ha ratificado el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, diseñado para limitar el desarrollo de armas nucleares, el Estatuto de Roma que crea la Corte Penal Internacional, que el finado Jesse Helms advirtió al presidente Bill Clinton “moriría al llegar” si la Casa Blanca lo enviaba al Congreso para su ratificación, y la Ley del Tratado de Mar, que cuenta con el apoyo tanto de los intereses marítimos y el Pentágono.

Lorelei Kelly, de la New America Foundation, experta en la intersección de la tecnología y la formulación de políticas, ha estado haciendo una amplia investigación sobre lo que ha ido mal en Capitol Hill, en el último par de décadas, que contribuye al “espíritu anti-intelectual del Congreso” y una disminución en la comprensión de los miembros sobre cuestiones complejas. En un nuevo documento, “Congress’ Wicked Problem”, escribe: “Antes de 1995, el personal de los comités era … con mayor frecuencia compartido. Audiencias conjuntas entre comités y entre la Cámara y el Senado también eran más comunes”. La situación actual es un marcado contraste, dice, el Congreso no ha podido hacer uso de las nuevas tecnologías y la información compartida, a la vez que encierra en campos cada vez más divididos.

Para subrayar su punto, cita a Richard Kelly Mourdock de Indiana, quien en la elección primaria del partido derrotó a Richard Lugar, un republicano moderado y experto en la política exterior, (sólo para perder en noviembre, después de decir que el embarazo producido durante una violación era algo que Dios pretende). Mourdock definió el bipartidismo como “demócratas que llegan al punto de vista republicano”.

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