451759903Publicado en inglés el 25 de noviembre del 2013 por Stratfor Global Intelligence bajo el título “Next Steps for the US-Iran Deal”. Traducido con autorizaciónespecial.

Resumen

Lo que durante muchos años fue impensable para muchas personas tuvo lugar en la madrugada del 24 de noviembre en Ginebra : EUA y la República Islámica de Irán llegaron a un acuerdo. Después de una lucha de una década, ambos llegaron a un acuerdo que tiene por objeto garantizar que el programa nuclear de Irán se mantenga en el ámbito civil. Se trata de un acuerdo preliminar, y ambas partes enfrentan meses de trabajo para reducir la oposición interna, construir mecanismos convincentes para asegurar el cumplimiento y desmontar las complicadas sanciones globales.

Esa fue la parte fácil. Más difícil será el proceso para reestructurar las relaciones bilaterales, mientras que prácticamente todos los jugadores regional en el Medio Oriente buscan la manera de hacer frente a un Irán que ya no está geopolíticamente limitado.

Análisis

Los cancilleres de Irán y las seis potencias occidentales que constituyen el llamado Grupo P-5+1 acordaron un acuerdo de seis meses que comienza a recortar el programa nuclear de Irán mientras que se relaja hasta US$6 mil millones en sanciones –básicamente los embargos que no requieren que el presidente Barack Obama obtenga la aprobación del Congreso. Permitir a Irán enriquecer uranio a niveles “civiles” mientras que se asegura que este conocimiento no se desvía hacia fines militares será complejo.

Habrá eventos disruptivos a lo largo del camino, pero es poco probable que el proceso de normalización caiga. Ambas partes los necesitan. Lo que realmente está en juego es el equilibrio de poder en el Medio Oriente.

A Irán le preocupa mucho más mejorar sus aptitudes geopolíticas a través de medios convencionales. Mientras tanto, EUA quiere aprovechar las relaciones con Irán con el fin de mejorar la gestión de la región en una época de turbulencias. Al contrario de la mayor parte de lo que se dice en público, la administración Obama no está facilitando un Irán nuclear.

Washington y el Medio Oriente

EUA está dispuesto a aceptar que Irán consolide gran parte de la influencia que ha acumulado a lo largo de los 12 años transcurridos desde los atentados del 11 de septiembre. Desde el punto de vista de los iraníes, ellos habían alcanzado sus límites geopolíticos en la guerra de EUA contra los extremistas islamistas sunitas. Al apretarse las sanciones, se amenazó con socavar los logros realizados por la República Islámica. Por está razón, se había alcanzado el momento para que Irán lograra a través de la moderación geopolítica lo que ya no era posible a través de una política exterior radical.

Aunque EUA está dispuesto a aceptar un Irán rehabilitado a nivel internacional como un protagonista importante en la región del Gran Oriente Medio, no quiere que Teherán explote la oportunidad para ganar un poder desproporcionado. El enfoque estratégico debe ahora pasar de la política nuclear a la necesidad imperiosa de que EUA equilibre a Irán con las otras potencias regionales, especialmente los estados árabes sunitas. Las turbulencias post primavera árabe en la región han sumido las relaciones árabe-estadounidenses en un estado de incertidumbre por dos razones: En primer lugar, los regímenes autocráticos se han convertido en socios poco fiables, en segundo lugar, la región está viendo el surgimiento de fuerzas radicales islamistas suníes.

Un Irán rehabilitado, junto con su agenda radical chií, sirve como un contrapeso al cada vez más poderoso radicalismo suní. Todas las estrategias tienen consecuencias no planeadas. Un Irán geopolíticamente desencadenado, en diversos grados, debilita la posición construída por décadas de alianzas estadounidenses en la región. Estos incluyen Turquía, Israel y los Estados Arabes (los que han sobrevivido al caos regional definido por la agitación popular la autocracia, como Arabia Saudita, Egipto y otros).

Washington no es el único actor que anticipa un cambio en sus ambiciones regionales. Francia desafió inicialmente los primeros intentos de un acuerdo entre EUA e Irán , poniendo mayor presión sobre los iraníes — para el deleite de los estados regionales como Israel y Arabia Saudita. Aunque París ha puesto el ojo en el Medio Oriente — en concreto len as monarquías suníes del Golfo Pérsico — como un mercado potencial más grande para sus empresas de energía y exportadores de defensa, Francia tiene muy poo que ganar al oponerse de manera unilateral a un acuerdo entre EUA e Irán. Por el contrario, Francia trató de moldear las conversaciones y reacciones regionales a favor de sus industrias nacionales. Alemania y el Reino Unido, los otros poderes de la UE presentes en las conversaciones, tienen la esperanza de obtener una mayor exposición para sus empresas de energía y las exportaciones a la gran base de consumidores domésticos en Irán. Alemania en particular disfrutó de una de las mayores relaciones comerciales en productos no energéticos  con Irán antes de que el programa de sanciones más reciente se implementara.

Efectos regionales

EUA y el resto de la P-5+1 no son los únicos que tratan de restablecer su relación con Irán. Ankara, aunque inicialmente se opuso a las ambiciones iraníes en Siria y compitió por la influencia en Irak, ha llevado a cabo un acercamiento hacia Teherán en los últimos meses. Turquía es un poder regional en ascenso por su propio mérito, pero las luchas internas domésticas dentro del partido Partido pro Justicia y Desarrollo de Turquía están coincidiendo con una caída de la economía nacional. Mientras tanto, Ankara está luchando por encontrar una solución pacífica y política a su problema kurdo. Turquía se enfrenta a un desafío cuesta arriba en el movimiento más allá del anillo de la influencia iraní en sus fronteras, pero una normalización potencial de las relaciones entre Washington e Irán ofrece algunas oportunidades aAnkara, incluso con el riesgo de potenciar las ambiciones regionales de Irán. Los dos países se enfrentan a retos similares del separatismo kurdo en la región, y el mercado iraní y las exportaciones de energía potenciales podrían ayudar a limitar la creciente dependencia de Turquía de las exportaciones rusas de energía y potencialmente acelerar su economía.

A pesar de toda su retórica en contra del acuerdo, Israel tiene muy poco de qué preocuparse en lo inmediato. Tendrá que adaptarse a operar en un entorno en el que Irán ya no está limitado por su condición de paria, pero Irán sigue siendo incapaz de amenazar a Israel en el futuro previsible. Irán, limitada por su necesidad de ser protagonista en la corriente principal, tratará de reconstruir su economía y mantenerse al margen de cualquier movimiento de línea dura contra Israel. Por otra parte, Irán está interesado en ganar terreno frente a los estados árabes — algo que Israel puede utilizar para su ventaja. El informe que el establecimiento de seguridad israelí ve como algo positivo el acuerdo (en contradicción con la posición del gobierno del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu) dice mucho sobre el verdadero nivel de aprehensión en Israel.

Eso deja a los Estados árabes, en particular Arabia Saudita y sus aliados del Golfo, para quienes el acercamiento estadounidense iraní es un escenario de pesadilla. Riad y sus monarquías vecinas se ven atrapadas en medio de la primavera árabe, que los desafía desde el interior, y por mucho tiempo les ha preocupado el ascenso de Irán. Pero ahora que su principal aliado favorece la normalización de relaciones con su principal adversario, estos países se encuentran privados de buenas opciones con la que gestionar un Irán que va a ganar más de la normalización de las relaciones con EUA de lo que ganó con la respuesta estadounidense a los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001.

Irán ha desempeñado un papel importante y visible en el fortalecimiento del régimen de al -Assad asediado en la guerra civil de Siria. El posible restablecimiento de relaciones con Irán no traerá ninguna solución fácil o rápida de Damasco. El régimen sirio tendrá que enfrentarse a la difícil tarea de derrotar a los rebeldes y recuperar grandes extensiones de territorio sirio, una tarea difícil, incluso en el improbable escenario de una caída a pique del respaldo sunita de los rebeldes después de un acuerdo más amplio entre Teherán y Occidente. De hecho, el conflicto sirio el apoyo de Irán a Hezbolá y el futuro de la influencia iraní en Irak formarán las fases más polémicas y difíciles las próximas negociaciones entre Irán y EUA.

A nivel doméstico, los saudíes se encuentran en una encrucijada histórica, y están tratando de implementar una política exterior independiente dado el cambio en las relaciones estadounidense-iraní. Pero ellos saben que esta medida ofrece dividendos limitados. Riyadh intentará presionar la idea de de que a Washington no le conviene permitir que Teherán opere con demasiada libertad en la región.

Del mismo modo, el reino saudí tratará trabajar con Turquía para contrarrestar a Irán. Pero nuevamente, esta no es una herramienta fiable , dado que los intereses turcos convergen con los de Irán más que con los Arabia Saudita. Trabajar por debajo de cuerda con Israel es una opción, pero hay límites a ello, dado el conflicto árabe- israelí y el hecho de que Irán puede explotar cualquier relación de este tipo. Al final, los saudíes y los estados árabes tendrán que ajustarse más a la realidad en la que la hostilidad estadounidense-iraní comienza a marchitarse.

Artículo en inglés

Imagen via Stratfor

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