La diferencia es casi nula entre las drogas antidepresivas y los placebos en el tratamiento de todas menos las más serias formas de depresión indica un estudio reciente que ha generado un debate sobre el tema en una amplia gama de publicaciones.

Mientras que muchos doctores y pacientes defienden con ahinco las drogas psiquiátricas sus críticos dicen que su popularidad refleja la triste realidad de una cultura medicada en exceso.

Robert Whitaker, con una extensa y laudeada carrera como reportero sobre salud mental, acaba de publicar “Anatomy of an Epidemic” (Anatomía de una Epidémica”), que es básicamente una historia de la psiquiatría en los EUA. El libro estudia los efectos a largo plazo de medicinas psiquiátricas en los pacientes que las reciben.

Jed Lipinski de Salon entrevistó por teléfono a Whitaker, en una fascinante conversación.

Respecto al uso de drogas contra la esquizofrenia:

“A finales de la década del 70, Jonathan Cole — el padre de la psicofarmacología americana — escribe un estudio llamado ‘¿Es peor la cura que la enfermedad?’ que indica que las drogas antipsicóticas no salvaban las vidas como la gente imaginaba. Reseña el daño a largo plazo que causan las drogas y observa que estudios mostraban que al menos el 50 por ciento de todos los pacientes con esquizofrenia podrían estar mejor sin las drogas”.

Según Whitaker, la ciencia de la psiquiatría “esencialmente cerró cualquier discusión pública sobre el tema. La razón: en la década del 70 la psiquiatría creía estar en una lucha por su supervivencia” a raíz del desprestigio y la correspondiente reducción de ventas de sus drogas más recetadas, como los antipsicóticos y las benzodiazepinas como el Valium.

Respecto a la depresión y la ansiedad:

“Antes de que salieran as benzodiazepinas, los jóvenes y la gente con trabajo sentían cierta incomodidad que por lo general se le llamaba ansiedad. A la depresión era algo menos común: una enfermedad de la gente de edad media y mayor, situación grave, donde la gente se cubría la cabeza con las manos y permanecía sin moverse. Pero las benzodiazepinas resultaron siendo adictivas y lesivas, y las compañías farmacéuticas dijeron básicamente, ‘Tenemos un mercado de gente que sienten cierta incomodidad en sus vidas, que antes llamábamos ansiedad. Si cambiamos el nombre y la llamamos depresión, podremos lanzar al mercado un nuevo antidepresivo’. Fue cambiar el concepto de incomodidad lo que abrió el gigantezco mercado para antidepresivos que existe actualmente”.

Foto cortesía de ephotography via flickr

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