Bradley ManningPublicamos, con la autorización del autor, una nota que apareció en Gawker bajo el título “What the media owes to Bradley Manning”. Por Hamilton Nolan.

Ayer, el antiguo soldado estadounidense Bradley (ahora Chelsea) Manning fue condenado a 35 años de cárcel por filtrar documentos clasificados del gobierno de EUA a Wikileaks. Los periodistas y medios de comunicación le debemos a Manning más que gratitud. Le debemos la verdad: si hubiera justicia en el mundo justo, estaríamos en una celda al lado de ella.

Las noticias, las noticias reales, requieren de una fuente. No importa si se les llama un denunciante o un filtrador o cualquier otra palabra matizada en referencia al (o la falta de) heroísmo. Son personas que tienen información que no es pública. El hecho de que no sea pública — y que sea secreta — es lo que hace que sea noticia. “Las noticias son lo que alguien no quiere que usted imprima” dice un viejo refrán. “Todo lo demás es publicidad”.

Los medios de comunicación, y los periodistas, están en el negocio de la difusión de noticias (y fotos de gatos) para el público en general. Así es como nos ganamos la vida. Básicamente pagamos nuestro alquiler por compartir las cosas que alguien quiere mantener en secreto con el resto del mundo. Los medios de comunicación no temen publicar los secretos; los buscamos. Cualquier periodista decente en cualquier lugar ve una fuente dispuesta a compartir un secreto como un gran regalo. La fuente y los medios de comunicación son las dos partes de la maquinaria de compartir noticias –secretos — con el mundo. Somos simbióticos. Somos, por lo menos durante lo que dure una historia, un equipo. Trabajamos juntos para hacer que los secretos se hagan públicos. Y cada uno de nosotros tiene nuestra recompensa. La fuente obtiene la satisfacción moral, o la ganancia política o personal, o una entre el millón de otras cosas que pueden motivar a la gente a filtrar información. Los medios de comunicación se llevan la gloria, la autojustificación, y el dinero. El público recibe los beneficios de una prensa libre. Es un sistema que ha funcionado durante mucho tiempo.

Aunque tanto los medios de comunicación como sus fuentes quieren ver la noticia que la noticia salga a luz pública, hay una gran diferencia entre ellos: los medios de comunicación son una institución poderosa. Las fuentes no lo son. Las fuentes son individuos diferentes con distintos intereses. Los medios de comunicación son una estructura social vital con protecciones legales bien establecidas, y los medios para defenderse con fuerza de cualquier amenaza en su contra. “Nunca se pelee con un hombre que compra la tinta por barriles”, dice el otro viejo refrán.

Lo que todo esto significa es que, si bien los medios de comunicación y la fuente son igualmente moralmente responsable por la publicación de una nota, los medios de comunicación están (relativamente) protegidos por la ley, por los recursos, por el secreto institucional y por la capacidad de convocar la indignación pública; mientras que la fuente no está protegida en absoluto, excepto por el anonimato. Si son descubiertos, se les agotó la suerte. Así Chelsea Manning es condenada a 35 años de prisión, y todos los medios de prensa de todo el mundo que publicaron cientos y cientos de artículos basados en la información que ella dio a conocer se encogen de hombros y siguen como si nada. Las fuentes soportan todo el riesgo, y los medios de comunicación recogen todas las recompensas, a pesar de que ambos son igualmente necesarios en el proceso de hacer públicos los secretos. Esto es aceptado como el estado normal de las cosas. Los medios de comunicación se encogen de hombros y siguen como si nada. De los periódicos más grandes de América, ni el the New York Times [ellos lo hicieron] ni el Wall Street Journal, ni USA Today siquiera se molestaron en publicar editoriales comentando la sentencia de Manning. El diario Los Angeles Times lo hizo. Consideraron a sentencia de 35 años “razonable”.

Treinta y cinco años en un agujero, por ser la fuente de una historia que cualquier periodista decente en este mundo hubiera querido publicar. No hay consecuencia alguna para la publicación de los artículos. Esto parece a los grandes medios de comunicación como justo y equitativo. Eso no es una posición de principios de la libertad de la prensa, es una cobardía. Esa es la voluntad de dejar que otra persona cuelgue por un acto en el que tú mismo participaste. (Debo señalar aquí que el absurdo intento de inventar una definición sutil en que Wikileaks no es parte de los medios de comunicación es una farsa. Bienvenidos a la era de Internet, cuando hay millones de editores en línea, uno de los cuales es Wikileaks. Manning fue una fuente, y Wikileaks fue el difusor y cualquier otro medio de comunicación tradicional grande saltó a bordo tan pronto como la noticia reventó, y todos deberíamos tener los cojones para admitir que estamos juntos en esto, el hecho de que Julian Assange pueda tener una personalidad cuestionable es irrelevante, y sacar el tema como si fuera pertinente es infantil. Cuando se trata de esta historia en particular, la única diferencia significativa entre Wikileaks y el New York Times es que en el Times actuaron mucho más débilmente).

A nosotros en los medios de comunicación a veces gusta de actuar como si fuéramos los árbitros santos, subidos imparcialmente en una colina que domina el mundo, emitiendo desde lo alto juicios, controlando justamente el flujo de toda la información debido a nuestra noble sabiduría. Esta actitud sirve a nuestros intereses. También es falsa. A los medios de comunicación le gusta fingir como actuara fuera del ámbito de la ética y la política. No lo hacen. La publicación de secretos filtrados constituye un juicio moral: el juicio de que el derecho del público a saber lo que está haciendo su gobierno es más importante que el derecho del gobierno de privar al público de esa información con el fin de proteger el propio interés del gobierno. Este juicio pasa a ser verdad. Pero no obstante ello sigue siendo un juicio. Los gobiernos nunca dejarán de tratar de proteger sus propios intereses. No hay nada malo con los medios de comunicación que utilicen el poder que tienen para luchar activamente contra esta tendencia. Sí: es política. Así es la vida.

A los medios de EUA les detesta que se les vea como adoptando una posición política, y también odia que se les vea como una especie de frente unido, y no como una colección de competidores ferozmente independientes. Pero a veces hay que ceder a la realidad. Cuando el gobierno está lanzando a las fuentes a la cárcel por 35 años para la filtración de información, los medios de comunicación deben sentir la obligación de ponerse de pie y decir: “No, eso no está bien. No, eso no es justicia. No, eso no es un uso justo del poder del gobierno. No, eso no es un precedente aceptable en una sociedad libre. Y sí, vamos a utilizar los vastos y poderosos recursos a nuestra disposición para tratar de poner remedio a esta situación en la medida de nuestras posibilidades, ya que hacerlo de otra manera sería ruin y cobarde. Todos estamos juntos en estos”.

Si los periodistas y editores y ejecutivos de los medios de comunicación se enfrentaran a 35 años de cárcel por publicar secretos, se puede apostar que su sentido latente de la justicia social se activaría en un santiamén”.

Artículo en inglés