El Molino Online es una publicación basada en New York y la gran mayoría de nuestra cobertura centra en asuntos sobre EUA. Por esta razón, desde este espacio hemos discutido y denunciado la Gran Mentira en que se ha basado la administración Trump.

Mentiras. Vemos que esta enorme mentira comenzó desde que empresario anunciara su campaña, luego de hacerse famoso entre círculos de la derecha al cuestionar la nacionalidad del presidente Barack Obama. Esta clara manifestación de racismo — un afroamericano no puede ser presidente de EUA — le ganó a Trump una base, los llamados nacionalistas o supremacistras blancos, que estaban agazapados dentro del partido republicano.

Ahí siguen. Igual que las mentiras, las cuales comenzaron el primer día de la administración, cuando Sean Spicer el Secretario de Prensa mintió a los medios sobre el tamaño de la multitud que asistió al evento, intentando obligar a los medios para que reportaran que había superado al número que asistió a la inauguración de Obama.

Desde aquél día, el Washington Post ha contado una por una 8,158 mentiras o tergiversaciones  de la verdad, en escasos dos años de gobierno.

Parte de las mentiras — solo parte — gira en torno a los protagonistas de la investigación sobre Rusia y ha resultado en múltiples cargos criminales y condenas por mentiras que se desprenden del escándalo. Incluyen hasta el momento, el ex general y asesor de seguridad Michael Flynn, culpable de mentir al FBI; el funcionario y asesor de la campaña George Papadopoulos, culpable de mentir al FBI; el abogado Alex van der Zwaan, culpable de mentir al FBI; el vice presidente de la campaña Trump 2016 Rick Gates, culpable de conspiración y de mentir al FBI  ; el exabogado personal de Trump y el “fixer” Michael Cohen, culpable de mentir al Congreso; el expresidente de la campaña Paul Manafort, culpable de conspiración y conspiración para obstruir la justicia; y este viernes pasado fue detenido bajo similares cargos el gran amigo de Trump, Roger Stone, quien repetimos es inocente hasta que no sea oído y vencido en un tribunal.

En la mirilla del fiscal independiente Mueller pueden encontrarse los hijos y el yerno del presidente. Y otros más.

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Hipocresía. Un pueblo se moviliza en torno a reivindicaciones económicas y sociales. Es reprimido por las fuerzas del estado. No obstante, la gente sigue volcándose a las calles, cada semana. El movimiento se expande a otras partes del país y el 27 de enero el gobierno responde con cientos de policías antimotines. Cañones de agua. Balas plásticas. Granadas aturdidoras. Son decenas de heridos.

Algunos dentro del movimiento hablan de una huelga general ilimitada.

El gobierno convoca a una marcha de sus partidarios, las pañoletas rojas.

No estamos hablando de Venezuela. Estamos hablando de Francia. La oposición son los Chalecos Amarillos o Gilets Jaunes. Y el presidente de Francia Emmanuel Macron, cuyas desastrozas políticas económicas y sociales, su neoliberalismo, han excluído de la economía a millones de franceses, y quien tiene una tasa de desfavorabilidad alrededor del 60%, prefiere hablar de Venezuela. Denuncia a Nicolás Maduro. Amenaza con sanciones económicas y políticas.

¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.” (Mateo 7:1-5)

Que conste que no estamos defendiendo a Maduro sino denunciando la hipocresía.

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Doble moral. En octubre del 2018, una extensa nota en el New York Times por Nicholas Casey rezaba,

En 2016, el gobierno colombiano declaró de manera oficial el fin de un conflicto armado que duró más de cinco décadas al firmar un acuerdo de paz con el principal grupo guerrillero del país, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc). En el plazo de un año la tasa de homicidios alcanzó su nivel más bajo desde 1975, un cambio impresionante para un país donde murieron más de 200.000 personas a causa de la guerra.

Sin embargo, hay un elemento de la violencia que definitivamente no ha disminuido: los asesinatos de activistas, incluidos sindicalistas, concejales, líderes indígenas y ambientalistas que han sido atacados en todo el país…”.

El Colombiano publica un mapa interactivo sobre los asesinatos en 2018. Dice que entre, “En cuanto a las cifras, son dispares, de acuerdo con la Defensoría del Pueblo el año pasado asesinaron a 164 líderes sociales y defensores de Derechos Humanos, y según Indepaz fueron 226”.

Una de las víctimas más recientes es Silvia Maritza Ramírez, de 43 años, presidenta de la Junta de Acción Comunal del corregimiento de Aguas Claras en Tumaco, departamento de Nariõ, al sur del país, y desde su cargo defendía los derechos humanos de la población y lideraba proyectos relacionados con la sustitución de cultivos ilícitos.

Igual que cientos otros fue torturada antes de que la ultimaran.

Muy poco dice el presidente Iván Duque al respecto. O su vicepresidente Marta Lucía Ramírez.

Pero hay que escucharlos por los medios denunciando a Maduro, amenazando a Rusia y China, enviando mensajes de solidaridad con las víctimas de la represión allí, elogiando a las fuerzas opositores, tomando un claro partido intervencionista.

Nuevamente que conste que no estamos defendiendo en este espacio al gobierno de Maduro en Venezuela.

Otra semana que pasó y hemos hablado de la mentira, la hipocresía y la doble moral.

Carlos F. Torres

 

Carlos F. Torres
Director, El Molino Online
New York, NY 1/27/2019