Screen-Shot-2013-01-02-at-5.18.08-PM22Publicado en inglés el 12 de octubre 2013 en la revista The Nation bajo el título This Week in ‘Nation’ History: Our Nobel Peace Prize–Winning Writers (and One Editor). Traducido con autorización especial. Por Katrina vanden Heuvel.

El Comité Nobel anunció ayer como ganador del Premio de la Paz de este año a la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas, una de las muchas instituciones internacionales de importancia crítica para evitar la escalada de la guerra, la promoción de alternativas a los conflictos militares y la construcción de un mundo libre de las armas más peligrosas. La elección del comité de este año es similar a su selección en el 2005 de la Agencia Internacional de la Energía Atómica y su director, Mohammed El-Baradei, sobre quien escribimos en aquel momento: “No se puede pensar en un ganador más merecedor de un premio de la paz que un hombre que ejemplifica una alternativa sensible, clara y cuerda a la guerra”. Lo mismo podría decirse de la OPAQ en la actualidad. Con dieciséis años de existencia, el grupo opera normalmente por debajo del radar, pero ha logrado un protagonismo renovado debido al resurgimiento de los esfuerzos diplomáticos por resolver el conflicto en Siria — esfuerzos que esta revista ha apoyado fervientemente .

Katrina vanden Heuvel
Katrina vanden Heuvel

Desde que el primer Premio Nobel fue otorgado en el año 1901, The Nation ha publicado los escritos de más de una docena de ganadores del Premio Nobel de la Paz. Nuestro más famoso escritor Nobel fue también, durante un tiempo, nuestro más regular: desde 1961 hasta 1966, el Dr. Martin Luther King Jr. publicó informes anuales sobre el movimiento de derechos civiles en el país, algunos de los cuales pueden leerse aquí. Otras contribuciones de ganadores del Nobel incluyen varios artículos por Sir Norman Angell, ciudadano británico co-fundador de la Union for Democratic Control (“Leftism in the Atomic Age” 11/05/1946); una reseña de un libro por Elie Wiesel (“From Exile to Exile,” 04/25/1966), y un artículo escrito por el ex canciller de Alemania Occidental Willy Brandt sobre la percepción del mundo sobre EUA. (“A Revolutionary Republic“, 22/03/1986). Más recientemente, las contribuciones de ganadores del Premio Nobel vinieron del expresidente de la Unión Soviética Mikhail Gorbachov sobre los fracasos de su sucesor, Boris Yeltsin, y el año pasado los comentarios de tres premios Nobel — Arzobispo Desmond Tutu, Mairead Maguire y Adolfo Pérez Esquivel — sobre lo que llamaron la “persecución” a Bradley (ahora Chelsea) Manning a manos del gobierno de EUA.

En 1946, The Nation tuvo el honor de ver que una antigua directora ganara el Premio de la Paz cuando Emily Greene Balch, que ayudó a dirigir el Suplemento de Relaciones Internacionales de la revista en 1918-19, fue honrada por su trabajo con la Liga Internacional de Mujeres Pro Paz y Libertad , fundada en 1915 para movilizar el apoyo popular en contra de la guerra mundial. Balch compartió el premio con John Raleigh Mott, líder de la YMCA.

Después de convertirse en una de las primeras egresadas de Bryn Mawr College, Balch estudió sociología y economía en Europa. En 1891, con escasos 24 años de edad, Balch hizo su primera contribución a The Nation con un largo y riguroso despacho acerca de una nueva ley en Francia, cuyo objetivo es eliminar los impuestos de propiedad regresivos

Cabe añadir que los dos promotores principales de esta reforma representan distritos electorales que a partir de ahora tendrán cargas tributarias más pesadas que cumplir, y que no pueden apreciar el honrado desinterés y espíritu público de sus representantes. Pero al menos estos caballeros y todos los que se han unido a la noble labor pueden sentir que han hecho su contribución en la liberación de Francia no sólo desde una causa material de la angustia, sino de una afrenta a su honor y su justicia.

Después de regresar a EUA, en 1913, Balch se unió a la facultad de Wellesley College y ocupó un cargo como profesora de sociología y economía. Cuando estallaron las hostilidades en Europa al año siguiente, Balch se sumergió en el esfuerzo pacifista por mantener a EUA fuera de la guerra, ayudando a fundar WILPF — organización de la cual otra dirigente notable, Jane Addams, ganaría el Premio Nobel de la Paz en 1931 .

Después de que Wellesley le terminó a Balch su cátedra en 1918 debido a su incesante activismo contra la guerra, Oswald Garrison Villard pacifista director de The Nation inmediatamente la para que ayudara a revitalizar la revista como la bandera del liberalismo estadounidense y vocera de la causa pacifista.

Ayudó a editar la nueva sección de asuntos exteriores con la futura directora y editora de The Nation Freda Kirchwey y escribió extractos editoriales sin firmar para promover la revista. La biografa de Kirchwey Sara Alpern ha escrito que Balch era conocida en la oficina por “distraídamente comer pasas de uva mientras eía los recortes” y por su conocimiento voraz sobre las relaciones internacionales; Kirchwey admiraba la inteligencia y el coraje de ella, llamándola “la mujer menos tímida” que jamás había conocido. A raíz de diferencias con la postura firme de Villard, por motivos anti- imperialistas, en contra de la Sociedad de Naciones, Balch dejó la revista en 1919 y se unió a tiempo completo a la Liga Internacional de Mujeres. La organización se convirtió en una fuerza importante en el movimiento por la paz internacional y, con base en Ginebra, aún se mantiene viva. Cuando The Nation celebre su 150 aniversario en 2015, la Liga celebrará su centenario.

Cuando Balch ganó el Nobel en 1946, John Herman Randall Jr., un profesor de filosofía de la Universidad de Columbia, escribió en The Nation que la selección de la antiguoa directora mostró que el Comité Nobel, al evitar sus selecciones ordinarias de varios estadistas, había “reconocido el nivel al cual los particulares pueden contribuir a las condiciones para la paz internacional”. Escribió sobre Balch:

Sin jamás ser partidaria estrecha de un solo método, ella gustosamente ha cooperado siempre con organizaciones de muy diversos matices de opinión, convencida de que todos tienen qué aportar en la obra de construcción de la paz y que, en un movimiento pluralista y no excesivamente centralizado, pueden aprender mucho el uno del otro. Con su seco y amable sentido del humor, su modestia, su integridad de la mente, y sobre todo con esa cualidad inestimable de intensidad espiritual y visión, le ha ganado el respeto para quienes sinceramente laboran por la paz en todas partes. Y en ella todos ellos han recibido el reconocimiento .

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Artículo en inglés