Para este fin de año, la Opera de Bastilla en París nos deleita con la magia eternamente clásica del Lago de los Cisnes, versión de Rodolfo Noureev. Inspirado en las antiguas leyendas nórdicas, en que las doncellas son transformadas en cisnes a causa de un terrible maleficio, Tchaïkovski compone su primer ballet en 1877: el Lago de los cisnes, de una singular dulzura y melancolía, donde el amor es imposible, y la fatalidad el orden del día.

No fue sino hasta que Mari Petipa en 1895 le diera su propia coreografía que la obra alcanza sus dimensiones plenas, al vincular el ballet con majestuosas figures femeninas, dando así origen al mito de la bailarina cisne.

La Opera de París ha visto varias representaciones del Lago de los Cisnes. En 1960, con la coreografía de Vladimir Bourmeister se estrena por primera vez en su totalidad ante el público parisino.

En la versión que concibe para el Ballet de la Opera en 1984 Rodolfo Noureev, el príncipe Siegfried desarrolla en totalidad su dimensión psicológica: un personaje romántico y torturado que escapa a una realidad impuesta sobre él para encontrar refugio en un mundo imaginario y fantástico en donde aparece a un lago mágico con el amor idealizado de una mujer cisne. Mediante esta interpretación freudiana, Noureev da una profundidad de desesperación a la poesía romántica de los llamados “actos blancos”.

El lago de los cisnes: del 29 de noviembre al 5 de enero

Música: Piotr Ilyitch Tchaikovski

Coreografía y puesta en escena: Rudolf Noureev (Opéra nacional de París, 1984), según Marius Petipa y Lev Ivanov; Libreto: Vladimir Begichev; Escenografía : Ezio Frigerio; Vestuario : Franca Squarciapino; Luces : Vinicio Cheli; Dirección musical: Simon Hewett; Orquesta Colonne.

Con: Les Étoiles, les Premiers Danseurs y el Corps de Ballet

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Foto pantallazo

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