Problemas legales Trump

El seis de septiembre escribí una columna titulada “Repeluquín”.  Como muchos, trataba de encontrar mil razones para hacerme creer que Biden derrotaría a Trump.  Y llegaba a una frase final que expresaba mi gran temor:

“Hace cuatro años se me ocurría que el peluquín iba a derrotar a la señora Clinton porque ella era pésima candidata. Mi gran tristeza es que la señora Clinton me parecía mejor candidata que el senador Biden.”

Juan Manuel Urrutia

El martes en la noche y en la mañana del miércoles, “sabiondos” de todos los pelambres, entre los que me incluyo le dábamos el triunfo a Trump, Biden perdió Florida, cuyos resultados salieron muy rápido, y muchos de los estados “bisagra” mostraban una tendencia hacia el rojo que es el color de los republicanos, en el mapa muy poco azul.

La tendencia empezó a cambiar en algunos estados “bisagra” y ya después del medio día del miércoles la elección de Biden era posible. 

A estas horas, jueves en la madrugada, el mapa electoral muestra que Biden gana en Wisconsin y Michigan y que lidera en Arizona y Nevada lo que le daría los 270 votos electorales necesarios.  Alaska, Georgia y Carolina del Norte favorecen a Trump y Pennsylvania sigue siendo una incógnita pues faltando algo más de seiscientos mil votos la diferencia es de 164,000 votos. 

Para entender lo apretada de esta elección, basta con decir que, si el mapa electoral de este momento fuese el definitivo, Biden tendría 270 delegados y Trump 268.  Y como a Trump no le gusta perder y como el cree que “todo vale”, va a hacer hasta lo imposible por desconocer ese resultado y tratar de ganar por “otros medios”.  

Trump, sin sonrojarse anunció que había ganado la elección y que se la estaban robando.  Horas después, su equipo inició acciones judiciales en cuatro estados. 

En el voto popular, Biden aventaja a Trump por 2.55%.  La votación ya se acerca a los 140 millones de votos y muy seguramente los va a superar.  Se estima que la participación en esta elección será la más alta desde 1960 cuando llegó al 63.8%, que había sido a su vez la más alta participación desde 1910.

Si gana Biden, el voto popular se reflejaría en el resultado, pero, lo que es aún muy posible, si gana Trump, ya sea porque la tendencia de Nevada se voltee o porque el equipo de Trump logre ganar alguna de sus demandas, por tercera vez en los últimos 20 años, el voto popular sería derrotado en el colegio electoral.  Claro la reacción inmediata es criticar el sistema electoral. 

Discrepo.  Si, a nosotros nos parece muy raro ese sistema electoral que no produce un resultado inmediato, en Colombia nos hemos acostumbrado a que el resultado de elecciones y plebiscitos se conoce antes de las ocho de la noche del día de la elección. Pero, hay que entender que los Estados Unidos son eso, un país federal, seriamente federal.  Cada estado de la unión tiene su propio sistema electoral, su propia forma de votar y de contar los votos.  Y para darle una representación a todos los estados cuentan con el Colegio Electoral.  Tratar de cambiar eso implicaría un cambio profundo en la concepción de la Unión.  Claro, cuando el asunto es entre gente que entiende que hay un momento en que hay que poner los principios por encima de los intereses, el sistema, aún con sus fallas, funciona.  Cuando Al Gore perdió la elección en 2000 con George W Bush, en una decisión que tomó la corte suprema de justicia el 12 de diciembre de ese año, los dos candidatos aceptaron, el proceso fue civilizado.  

La batalla anunciada por Trump, y su discurso, hacen pensar que esta vez el asunto podría ser mucho más complejo. Echarle la culpa al sistema es como vender el sofá. El malo es Trump, el que no acepta el sistema electoral si no lo favorece es Trump, no el sistema.  Claro que uno quisiera un sistema electoral que no permita que se llegue a estas instancias.  Las cosas son como son, por ahora nada que hacer.

Otra pensadera que se me ocurre es que pase lo que pase, Trump es un monstruo político.  Diferente, mentiroso, misógino, racista, lo que quieran, pero un monstruo.  Un tipo contra el que se alinearon el 80% o más de los medios más influyentes del planeta, buena parte de la “inteligencia” norteamericana. Un tipo al que el Covid-19 puso contra la pared casi logra ganar una elección que muchos otros hubieran perdido de largo. Le ayudó mucho Biden que confirmó que es muy mal candidato. Tenía todo para ganar y depende de un Estado, Nevada, en donde faltando cerca de 190,000 votos por contar, va ganando por 7,647 votos, cáspita.

Y con esa duda nos vamos a quedar unos días más.