Juan-Manuel-2Ante el excesivo flujo de noticias al que se suman comentarios editoriales y frases en los “medios sociales” el artículo de mi querido amigo Hernán Escobedo en que me corrige por el uso incorrecto de las palabras toma plena vigencia.

Aprovecho para aceptar, con limitaciones, la crítica.

Es cierto que una Iglesia Católica sin Papa es un imposible.  Sin embargo soñar que existiera una iglesia con menos jerarquías y menos pompa y circunstancia en las esferas altas de la jerarquía es totalmente plausible.  Mi error fue llamar eso una Iglesia sin Papa.  Fue no decirle por su nombre a lo que yo soñaba.  Fue buscar la licencia literaria porque “iglesia sin Papa” sonaba radical, diferente.

Volvamos al uso correcto de las palabras.

Las explosiones que sacudieron a Boston, en su día cívico, al final de la famosa maratón, fueron una monstruosidad.  Quienes hayan colocado los explosivos son unos desadaptados sociales, inhumanos, deleznables.

Todos pensamos y comentamos: “estos terroristas”.

Todos no.

Los medios serios de comunicaciones pero sobre todo  las autoridades de la ciudad y del estado y el propio presidente Obama se abstuvieron de utilizar la palabra terrorista o la frase acción terrorista hasta tanto los investigadores no determinaron que si había sido un acto terrorista.  Es este un buen ejemplo del correcto uso de la palabra.

Contrasta ese uso de la palabra terrorista con la libertad con que los representantes de las corrientes de extrema derecha en Colombia califican a quien quieran, activistas políticos como Piedad Córdoba, periodistas investigativos como Daniel Coronel de terroristas.

Contrasta también con la libertad con que el autoproclamado presidente de Venezuela y sus cómplices se apresuran a tildar de terroristas a una oposición combativa que protesta airadamente contra lo que consideran  unas elecciones irregulares.

Ahora bien cuando el presidente Obama anuncia que las agencias especializadas han determinado que colocación y explosión de las bombas en Boston fue un acto terrorista, sus por ahora desconocidos autores son terroristas y el mismo presidente anuncia que sus acciones no quedarán impunes.  No habrá impunidad.

Contrasta esa actitud con la libertad con que los críticos del proceso de negociación que los representantes del Gobierno de Colombia están desarrollando con los voceros de las FARC usan el término impunidad.  No se vale decir que las conversaciones per se generan impunidad como lo sugiere el tristemente famoso tuit de las coordenadas del expresidente Uribe.

No se puede asumir como hipótesis fundamental que las negociaciones que se dan en aplicación del Marco para la Paz llevarán a la impunidad.

La palabra impunidad significa, creo yo, que un acto punible no es castigado.

Si quien comete un acto punible recibe un castigo que a mí no me parece suficiente, no puedo decir que hay impunidad.  Si quien comete un acto punible, acepta que lo cometió y en un proceso de negociación un Estado le perdona parte o la totalidad de la pena o castigo, no se puede decir que ha habido impunidad.

Pese a que lo que ha ido trascendiendo con relación a las elecciones en Venezuela apesta, el uso generalizado de la palabra fraude tiene sus peligros.  Si Maduro y sus secuaces del CNE no hubieran caído en la estupidez absoluta y hubieran hecho el famoso recuento es posible que el resultado hubiese sido la apretada victoria de Maduro que anunciaron demostrándose así que no hubo fraude.

Se acabó el tema.

Es muy posible que en Venezuela no haya habido fraude. No se puede negar que las elecciones estuvieron plagadas de irregularidades. El Gobierno y el partido oficialista no respetaron las propias reglas que ellos habían creado.  Si todas las acusaciones y todos los señalamientos se toman la licencia de denunciar EL FRAUDE, se confunden los hechos.

Lo que hace ilegítima la elección de Maduro son todas las porquerías que hicieron antes así el día de elecciones no haya habido fraude.

Lo lamentable es que a punta de ese tipo de libertades literarias las palabras dejan de tener peso. Cuando todo mundo es terrorista, nadie es terrorista.  Cuando toda negociación genera impunidad no hay negociación posible. Cuando cada vez que hay elecciones con irregularidades se clama “fraude” las irregularidades se vuelven regulares. Cuando yo uso la frase Iglesia sin Papa le quito peso a mi argumento que me gustan más las obras que la jerarquía de la Iglesia.

Aunque me gustan las fresas y la crema detesto las fresas con crema pero estoy de acuerdo con Hernán, hay que usar las palabras correctamente.