Juan-Manuel-2Según mi consultor favorito, Wikipedia, el requesón es un producto lácteo de origen italiano o romano, recotta (recocido) o riccota. Pero también es, en Uruguay, un queso de untar que se exporta a México y a Brasil. Entonces el requesón no es ni lo uno ni lo otro y puede ser todo lo contrario.

Según Don Pedro Zapata, amigo de mi hija Carolina y ella misma, si uno le pregunta a diez personas ¿cómo se hace el requesón? obtendrá diez respuestas distintas, todas ellas muy bien inventadas, más ninguna sustentada.  De hecho Wikipedia que nunca falla propone dos bien distintas recetas.  En fin nadie sabe hacer requesón y todos saben hacer requesón.

Entonces Pedro y Carolina han desarrollado la hipérbole del requesón que consiste en que, hablando de cualquier tema, cuando alguien se despacha con una explicación que a todas luces o por mera sospecha, suena inventada, ellos inmediatamente declaran que la explicación, o teoría, o definición es un “mero requesón”.

Con frecuencia yo recuerdo partes de una explicación, le agrego dos o tres inventitos y me despacho con floridas descripciones, mi hija no se tardará nunca en proclamar el requesón. Para mantener mi prestigio procedo a recurrir a Wikipedia para demostrar la veracidad de mi análisis o definición, con tan mala suerte que muchas veces se confirma un grandioso requesón.

En Colombia no se consume mucho requesón lácteo pero del otro basta con ver las entrevistas que hacen los noticiarios sobre los temas del día a personas desprevenidas que van por la calle. Las perlas que inventan son el decálogo del requesón. Sin embargo dado que Pedro es amigo de la época mexicana de Carolina, en cuanto llegué a México con mi hija y con mi esposa Mónica hice conciencia del riesgo de requesón.

Mónica es más curiosa y pregunta más que el mismísimo Sherlock Holmes. Mónica conoce poco a México y por ende pregunta mucho. Ando pues en el filo del requesón bajo el ojo vigilante de Carolina que goza inmensamente cada vez que logra delatarme.

Además que México se presta. Porque los mexicanos en su enorme deseo de agradar al foráneo siempre muestran gran generosidad y paciencia y le explican a uno. Muchos dicen que son mentirosos, yo sostengo que son amables. De hecho en la gran mayoría de los casos las explicaciones no tienen un muy alto contenido de requesón.

Vamos a la historia de México. La cuentan con matices. Pero es toda cierta. Ahora bien hay que entender que en México han encontrado evidencia de organizaciones sociales asentadas desde tres mil años antes de nuestra era. No hay tradición escrita, salvo algunos preciosos codices que se salvaron de la barbarie de los españoles, quienes según parece destruyeron todo lo que pudieron para borrar cualquier traza de cuan avanzada era la civilizacion que estaban sometiendo.

Lo que se sabe de muchas de esas culturas es el fruto de intensa investigación por parte de antropólogos y arqueólogos. Muchas teorías y explicaciones de eventos tienen un importante contenido de especulación.

Cuando especulan los expertos, son teorías o explicaciones que muestran diferentes ángulos. Cuando yo especulo es un mero requesón.  Así el contenido sea el mismo. Me explico. Nos fuimos con Monica a Teotihuacán.

La cultura que construyó ese maravilloso centro ceremonial se extinguió en el año ochocientos de nuestra era, o algo así. No quedó nada escrito. Hay alguna tradición oral relatada por mexicas a los frailes que escribieron los primeros relatos. El resto son especulaciones teóricas de expertos. Que en Teotihuacán llegaron a vivir entre cien y doscientas mil personas. ¿Cien o doscientas? Si se lo digo yo a Mónica, mi hija me mira de reojo con cara de requesón, pero en actitud preventiva, abro Wikipedia en el aifon y leo.

Esta semana leí que la pirámide “del sol” podría ser la pirámide “del agua”. Está escrito, en uno de esos avisos explicativos a la entrada del templo de Quetzalcoatl, que la pirámide estaba dedicada a Tlaloc y no al sol.  Donde lo hubiera dicho yo todavía estarían saboreando el requesón.

Quienes han leido mis escritos en estan sección que tan generosamente los editores del El Molino han creado para albergarlos, se habrán dado cuenta que no me cuesta trabajo especular, por eso la llamaron reflexiones de J M Urrutia. Propongo que le cambiemos el nombre y que en adelante se llame El Requesón.  Así yo podré seguir especulando con Iglesias sin papas y cosas por el estilo, sin que Carolina grite requesón y mi querido Hernán sienta la obligación de explicarme.

Podré por ejemplo intentar explicar porqué al Obispo de Chiapas se le ocurrió salir a decir que el aborto puede ser peor que los actos de  pederastía de los curas.