Thedros Adhanom GhebreyesusEmpecemos esta historia con un resumen del asunto que nos convoca.  El 13 de abril escribí en El Molino un requesón más sobre la evolución de la pandemia que tiene postrada la economía mundial, aterrorizados a gobiernos y ciudadanos y que ha producida 128.892 muertes.  

Se me critica el uso de la expresión “el virus de Wuhan al que me niego a llamar Covid 19 porque ese nombre lo puso el títere de Beijing para darle gusto al gobierno chino”.  Se me dice que esa frase es difamatoria, y racista y que el uso de la expresión títere o lacayo le resta credibilidad a la columna.

Me produjo sorpresa que esa expresión que justifiqué en la columna anterior titulada El Títere de Beijing no hubiese sido objeto de discusión por parte de los lectores que ahora la rechazan.

Juan Manuel UrrutiaEmpiezo por decir que toda crítica es bienvenida porque significa que al lector le interesa lo que leyó y que ese lector lo que quiere es compartir un sentimiento o un pensamiento conmigo, lo que de por sí me honra.  En este caso valoro aún más la crítica porque sé que es un acto de cariño de mis hijas y de mi sobrino.

Cuando uno toma la no muy fácil decisión de compartir sus sentimientos, sus pensamientos, sus vivencias y sus opiniones al publicar crónicas y ensayos en un medio que leen muchas personas, tiene que estar dispuesto a recibir “garrote” de cuando en vez.

Hay garrote y garrote.  Como resultado de la tremenda polarización que produjo el proceso de paz del gobierno de Santos con las Farc, escribí muchos requesones.  En unos expresaba mi opinión, en otros recogía las opiniones de terceros.  Con frecuencia, dependiendo del tono de la columna era yo un paraco fascista enemigo de la paz o un mamerto narco terrorista de la peor calaña.  Esas “criticas” me rodaban.  En otras ocasiones, amigos cercanos cuestionaron algunas de mis tesis u opiniones, cuestionamientos que agradecí y debatí ya en privado con ellos o ellas.

En el caso que nos ocupa hoy he aceptado el reto de mi hija Juana de someter a mis pobres lectores a una explicación, debatible esta también de mi lenguaje.

En realidad, son dos críticas a una misma frase.

El nombre virus de Wuhan es considerado impreciso y por tanto inapropiado.  Acepto la crítica, pero quisiera resaltar que el nombrecito ese de Covid-19 no pegó y que la gran mayoría de los informes de prensa que uno lee se refieren a la pandemia del coronavirus.  Si virus de Wuhan es poco preciso, coronavirus es aún más impreciso, hay muchos coronavirus, el que apareció en Wuhan es el último y el más verriondo, dirían los paisas, de todos.

El nombre virus de Wuhan es considerado racista.  Racista es el que pretenda segregar a otros por su raza, china en este caso, o por su origen, Wuhan.  Decirle virus de Wuhan al virus que se originó en Wuhan no puede ser racista porque el nombre se refiere al virus, no a los chinos que viven en Wuhan.  El racismo y las expresiones xenófobas resultantes no son culpa del nombre que le pusimos al virus un grupo de personas para expresar una posición de rechazo al manejo de la pandemia por parte del gobierno chino y de la OMS.  El racismo y las expresiones y manifestaciones de xenofobia son culpa de la naturaleza de ciertos humanos.

Hablar del virus de Wuhan no puede ser difamar a las personas de Wuhan porque la mala fama es la del virus no la de las personas que tuvieron la tragedia de estar viviendo y/o de ser de Wuhan cuando apareció el virus.  

En cuanto al gobierno chino, ellos se difaman solitos, con su record en materia de derechos humanos, de libertades y con su apoyo a los regímenes más sucios y corruptos del mundo.

Concluyo esta parte.  Usar el nombre virus de Wuhan es incorrecto, porque pese a que las intenciones que tuve al usarlo, muchos lectores lo han considerado, racista, promotor de la xenofobia y hasta difamatorio. Y sobre todo porque lo usan Donald Trump, Fox News y toda la extrema derecha de Estados Unidos en donde el racismo y la xenofobia han causado estragos.

Debo pues corregir la plana, porque si uno escribe, debe escribir para que le guste a la gente que lee lo que uno escribe.  Si eso no le interesa, escriba, lea en voz alta y dese palmaditas en la espalda por lo buen escritor que es; en un acto profundo de egolatría y de masturbación mental.

La Real Academia de la Lengua establece que una de las acepciones de la palabra títere es “una persona que se deja manejar”

El flamante director de la Organización Mundial de la Salud, Thedros Adhanom Ghebreyesus, fue elegido en mayo de 2017, con el apoyo de todos los países de la Unión Africana, un rechazo marcado de varios países europeos por sus antecedentes y una decidida campaña de apoyo a cambio de favores del gobierno chino.   Se le cuestionaba por haber sido ministro de un régimen autoritario y violador de los derechos humanos en Etiopía y por haberse guardado información clave sobre un brote de ébola en un país africano.  

Siguiendo instrucciones precisas del gobierno chino el pomposo director anunció en una reunión en Montevideo en octubre de 2017 el nombramiento del tirano, asesino Robert Mugabe como embajador de buena voluntad de la OMS.  El tiro le salió por la culata.

Desde que se supo, tarde, de la existencia del Covid 19, lección aprendida, el director Ghebreyesus ha mostrado una marcada inclinación a actuar en defensa de los intereses del gobierno chino y ha sido cómplice de una terrible campaña de supresión de información que le puede haber costado a la humanidad muchos muertos.  Entre las numerosas críticas y dudas, la más concreta y documentada es la del gobierno de Taiwan, objeto de constante persecución por parte del gobierno chino y de la OMS 

A las cosas por su nombre.  El señor Ghebreyesus no ha sido independiente en el manejo de la OMS y sus acciones pueden haber contribuido al caos que ha producido la pandemia que no anunció a tiempo y sobre la que hubiera podido alertar cuando desde Taiwan le informaron que había un nuevo corona virus que se transmitía de persona a persona.  Eso es una persona que se deja manejar y eso en español se llama un títere.

Y ya para terminar, como decía Arturo Abella, el virus que apareció en Wuhan entre noviembre y diciembre de 2019 se llama Covid19.  Los chinos y la OMS tardaron, intencionalmente creo yo, en advertir que el virus se transmitía de humano a humano, por semanas estuvieron diciendo que sólo de transmitía de animal a humano.  El brote volvió pandemia en enero de 2020 aunque solamente fue tratado como tal el 11 de marzo de 2020 por el director de la OMS.  Su gravedad fue ignorada por el gobierno de los Estados Unidos, que hoy se aprovecha de la actitud sumisa del director de la OMS para tender una cortina de humo sobre su ineptitud en el manejo de la crisis.

Claro que quitarle los fondos a la OMS en este momento es tomar la actitud del tipo que llega a la casa, encuentra a su compañera en pleno ajetreo pasional con el vecino en el sofá de la sala y, vende el sofá.  Hay que sacar al director que yo considero es un títere de Beijing y espero que esta posición en la que no me muevo un milímetro no les quite demasiada credibilidad a mis escritos.