El lunes, con el titular “La Grossattota Bronca” escribí un artículo en el que me refería a la polarización que rápidamente despertó la decisión del Presidente Duque de objetar por inconvenientes seis artículos de la Ley Estatutaria de la JEP.

¡Almas querer misas! Hubiera dicho mi mamá.  Ella tenia un arsenal de dichos que ilustraban cualquier circunstancia.

Llovieron críticas.  Me sucedió lo que más temía Obélix, que el cielo le cayera sobre la cabeza.

Reflexiones de Juan Manuel UrrutiaNo con el ánimo de defender mi postura, sino más bien con el de contribuir a una discusión que me parece interesante, dedico este espacio a presentar algunos argumentos.

Me dijo un amigo entrañable, “tratar de quedar bien con unos y con otros es tarea de los “sin criterio”… y en esta particular situación, no hay términos medios” (la cita es textual).  Aclaro que lo sigo considerando amigo y entrañable, entre otras porque semejante violinazo no se lo tolero sino a mis amigos con quienes desde tiempos inmemoriales he tenido discusiones apasionadas.

Me dijeron, en mi casa, que me estoy volviendo de extrema derecha.

Me defiendo, nunca he pretendido quedar bien con unos y otros, si de eso se tratara pues estaría escribiendo sobre la belleza del cielo, la verdura de los pastos y cosas parecidas que no generan polémica, porque ya ni del sexo de los ángeles se puede hablar sin que alguien reaccione apasionadamente.  Escribo para plantear mi opinión y digo cosas que ameritan el debate, la contradicción y el regaño.  Bienvenidas todas las reacciones, porque significa que me leen, que es la razón por la que uno pública sus ocurrencias, pensaderas y sentideras.

Considero eso sí mi querido crítico que si hay algo que esta particular situación requiere es que alguien y ojalá muchos alguienes se ubiquen en el término medio.

Sigo convencido que mientras sigamos categorizando a unos como “amigos de la paz” y a otros como sus declarados enemigos nos va a costar mucho trabajo construir la tan anhelada paz.  Esta mañana en Blu Radio, uno de los más caracterizados críticos de la intervención presidencial, aceptaba que no es cierto que las objeciones del presidente ponen en tela de juicio todo su articulado.  O sea, ni tanto que queme el santo ni tan poco que no lo alumbre.

Claro que las objeciones del presidente plantean un debate sobre la Lay Estatutaria, debate qué si se hace con altura, con argumentos sólidos, podría conducir a una JEP mejorada, potenciada.  Pero si el punto de arranque del debate es que las objeciones del Presidente no tienen por objeto mejorar la Ley Estatutaria sino enterrarla, pues no llegaremos a ninguna parte.

Desde muy temprano en este proceso, he insistido en múltiples escritos que llegar a un acuerdo con las FARC era indispensable, fundamental, y siempre sostuve que la actitud del Presidente Santos era valiente y necesaria.  Por eso me cayeron bastantes críticas.

También he sostenido que lo difícil, pero fundamental en un proceso de paz no es el acuerdo sino su implementación y que para que un acuerdo tenga éxito tiene que ser implementable.  Estoy también convencido que la justicia transicional siempre fue un elemento fundamental de la implementación de los acuerdos, pues esa fue la razón por la que los jefes de las FACRC se sentaron a conversar. Ellos entregaban las armas y suspendían sus actividades insurgentes y delictivas a cambio de unos compromisos del Estado colombiano que tenían que incluir concesiones en materia de la penalización de sus actividades.

El problema es que, para muchos colombianos, no entro a hablar de mayorías porque me meten en el enredo del plebiscito y del acuerdo del Teatro Colón, la JEP como quedó organizada y como pretendía la Ley Estatutaria, tenía muchos huecos en materia de reconocimiento de la verdad, de reparación de las víctimas y de garantías de no repetición.  El resultado es una sensación de impunidad que a muchos mortifica. Y como decía Monsieur Bertucci, mi profesor de matemáticas, “las matemáticas son como el queso, entre más huecos, menos queso”.

Cuando uno abre un queso pues si tiene muchos huecos come menos queso.  Pero cuando uno estudiaba para un examen de matemáticas, de lo que se trataba era de llenar los huecos, porque en ese caso entre más huecos menos nota.

Con la JEP pasa lo mismo, entre más huecos, menos justicia, y entre menos justicia, a la larga, menos paz.

Mogollo, decían los señores bogotanos de la primera mitad del siglo pasado.  Tapemos los huecos de la JEP y construyamos la paz.

Anoche, con entusiasmo y disciplina me senté a ver la réplica de la oposición, con la esperanza de escuchar argumentos sólidos en defensa de los seis artículos objetados.  Digo con entusiasmo porque admiro a la representante Juanita Goebertus, por quien voté, y con disciplina porque creo que es fundamental oír los argumentos del otro, de los otros.

¡Oh sorpresa!

En la réplica, Goebertus señaló que el Gobierno dice que uno de sus pilares esenciales es la defensa de la legalidad, y sin embargo pone en tela de juicio la constitucionalidad de una ley que ya fue objeto de 4 debates por parte del Congreso de la República, que fue aprobada con mayoría absoluta, y que fue estudiada durante un año por la Corte Constitucional. “Hoy es la paz, pero lo cierto es que mañana puede ser cualquier otro tema. Nadie está salvo si ante una decisión de la Corte Constitucional, el presidente de la república puede tomar la decisión de no acatar”

Me parece un argumento político, no jurídico. Tengo entendido que en una democracia la separación de poderes implica en materia legislativa que el congreso legisla, la corte revisa si lo legislado está apegado a la Constitución y el Presidente tiene la facultad de objetar lo legislado, si lo considera inconveniente. Y a mi leal e ignorante saber y entender eso fue lo que hizo el Presidente.

En nombre de todos los partidos que se declararon en oposición, Goebertus aseguró que la decisión de objetar apartes de Ley de la Jurisdicción Especial de Paz pone en grave riesgo la separación de poderes, atenta contra la construcción de paz y busca distraer a la ciudadanía de una agenda política nacional que realmente una a la Nación y que permita concentrar en resolver los principales problemas del país.

https://www.semana.com/nacion/articulo/oposicion-estreno-derecho-de-replica-al-presidente-duque/605234.

La oposición tiene todo el derecho de querer llamar la atención sobre la agenda política nacional.  Sin embargo, el que la Ley de Financiamiento, o el Plan de Desarrollo no reflejen el ideario político de una oposición que fue derrotada en elecciones limpias y democráticas no puede ser utilizado para argüir que la objeción de los seis artículos atenta contra la construcción de la paz.  Todo ello apoyado en un argumento, no comprobable, según el cual la decisión de objetar seis artículos considerados inconvenientes es parte de una agenda de extrema derecha que pretende llevar a Colombia de vuelta por los senderos de la guerra.

Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, decía mi mamá.

Bienvenidas las críticas de la oposición a las políticas sociales y económicas de Duque, ese es su papel, pero la extrapolación no me parece válida.  Los colombianos eligieron un Gobierno que representa una ideología de centro derecha. No se puede tildar la objeción de los artículos de la Ley Estatutaria de posición ideológica porque a uno no le gusta el Plan de Desarrollo.

Seguirá corriendo tinta.  Habrá protestas y manifestaciones y a todas estas, las víctimas, como en la obra de Beckett, “Esperando a Godot”.

En medio de la polarización me han producido un asco inifinito las burlas de tuiteros de la derecha a la valiente e íntegra aparición de Antanas Mockus en la réplica de la oposición

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