AfganistanKABUL, Afganistán — Llevo 37 años cumpliendo misiones internacionales. He conocido, si se puede decir que uno los conoce, muchos países, muchos lugares, muchos hoteles.

En estos viajes siempre hay un bar o un comedor o el borde de una piscina en donde uno conoce la otra gente, los que no son como uno, los locales, la gente de negocios, gente con otras agendas, con otras visiones.

Juan_Manuel_UrrutiaEsos encuentros le dan sabor a una vida que podría resultar monótona. Uno se acostumbra a trabajar largas horas, descifrando notas tomadas en reuniones en las que siempre todos hablamos de más, preparando informes, propuestas, reportes.

Generalmente en las horas de trabajo uno está preguntando, visitando, observando, entonces la noche, la madrugada y los fines de semana se dedican a poner todo lo observado en orden. Sólo así puede uno terminar una misión, mandar el informe y arrancar para la siguiente.

Cada quien desarrolla su rutina, la mía es sencilla, entre las seis de la tarde y las nueve de la noche, nunca trabajo. Si las condiciones lo permiten siempre encuentra uno algún parcero para irse a explorar restaurantes, bares, tiendas. En algunas ocasiones no hay mayor cosa que ver, entonces el bar del hotel es el lugar a donde voy, a las seis en punto, muchas veces con mi libro, que generalmente queda intocado ante un partido de algún deporte en la tele, o una noticia de última hora que nos sacude, como los atentados de Bruselas en estos días.

En los bares de los hoteles desarrolla uno amistades que son como los amores de verano de antaño, duran lo que dura la misión. Hoy en día con las redes sociales, uno se fasebuquea con esas gentes y el contacto prevalece.

Por razones de seguridad Kabul es diferente, no nos aconsejan salir y cuando sentimos que la recomendación es exagerada siempre hay un loco dispuesto a inmolarse, como anoche, en alguna parte y aceptamos, resignados, esta forma de detención domiciliaria en la que vivimos. Para rematar, cero alcohol.

Sin embargo, uno siempre encuentra algo o alguien. Esta vez he tenido la suerte de convivir en Cedar House, con un grupo de personas que construyen de por si una novela.

Está Zair, que atiende el restaurante, joven, inquieto, preguntón. Productor de maravillosas anécdotas por su infinita inocencia.

Mi compañero de trabajo, Tim, es un ciudadano del mundo con pasaporte gringo. Ha viajado mucho. Conoce muchas culturas. Tiene la ventaja de que ha hecho esta parte del mundo con sus peligros y sus restricciones muchas más veces que yo, Sudán, Irak, Afganistán. Además de una personalidad agradable y de profundo conocimiento de nuestro negocio Tim luce una colla de caballo que envidio en mi desarrollada calvicie.

Ayer Zair esperó a que Tim saliera del restaurante, cafetería, sitio de estar, para preguntarme. Is he your friend? Más un colega que un amigo le contesté. I wondering is he man or woman? Sin sorpresa le dije man of course. I being confused, he has long hair and beard respondió. Tengo una molesta herida en el labio por el mordisco que me tocó darme para no explotar en carcajadas.

Están Ghoulam y Amari. Ghoulam es nepalí, Amari es del sur de la India. Llevan dos semanas en Kabul. Ghoulam trabaja para el mismo proyecto que yo estoy asesorando entonces lo conocí en el carro que nos lleva a la oficina. Amari trabaja con una empresa que ofrece entrenamiento en mantenimiento de automóviles para las escuelas de ingeniería mecánica locales.

200Conversando con Amari se da uno cuenta de la limitación de los recursos locales. Ni a Ghoulam ni a Amari les gusta la comida libanesa que sirven en Cedar House entonces se han dedicado a influir al cocinero para que le meta un sabor indio a sus comidas.

El proceso es extremadamente divertido pues en el medio de cada comida empiezan a planear la receta de la comida siguiente. Ayer nos dieron unos vegetales con papas, preparación muy local. Ellos mientras los probaban decían “this would make a great curry”. Y procedieron a ir a la cocina a explicarle al cocinero como preparar un curry de pollo con la misma base del plato de vegetales, con bastante chile. Hoy comeremos Pollo al Curry a la manera de Ghoulam y Amari.

Hoy hace calorcito, 22 grados, yo en camiseta, Amari con chompa. Le digo: Are you cold? Freezing contesta.

¡Claro, en el sur de la India la temperatura promedio en estos tiempos es de 42 grados!!!!

Ghoulam y Amari se aburren por las tardes. Mandaron comprar unas raquetas de badmington y están convocando a montar una cancha en el jardín.

Como buen indio, Amari es hyper aficionado al cricket. En India, por estos días, se juega la Copa Mundial de 20/20, la modalidad súper exprés del cricket, partidos que duran tres horas en lugar de cinco días y que casi siempre se definen en los dos últimos overs (lo mismo que un inning en béisbol, sólo que está limitado a seis lanzamientos).

Yo bobito de los deportes he desarrollado una cuasi pasión por el cricket. Me encanta. Entonces para la felicidad de Ghoulam, Amari y yo hemos desarrollado el “Coca-Cola challenge”. En cada partido uno escoge un equipo y el que gane se lleva una coca cola. Ayer le equipo de West Indies (liderado por Jamaica) derrotó a Suráfrica por una carrera. Ya tengo una coca cola en mi haber. Lo divertido es que cualquiera diría que estamos apostando millones de dólares.

Están Wafab Taujic, su hermano y el Dr. Mouhamad. Un trío que da para una película que podría competir con los Marx Brothers. Los hermanos, afganos de nacimiento, radicados en los Estados Unidos a donde emigraron cuando llegó la invasión de los soviéticos (ellos les dicen los rusos). El Doctor trabaja en el Ministerio de Relaciones Exteriores, estuvo en la embajada de Afghanistan en Japón.

Para felicidad de mis amigos de derecha, los hermanos le echan la culpa de todo al partido comunista que derrocó al presidente democráticamente elegido, se cagó en el país durante diez años y cuando vieron que se iban a caer llamaron a los rusos, lo demás es historia reciente, soviéticos, talibanes, gringos, guerra, pos conflicto etc. ¿Qué dirán los de la far?

Wafab no dice mucho sobre sus andares en Kabul en donde lleva 9 meses. Un hombre culto interesante. La verdad no me importa a que se dedica. Sus dos compinches son el agua y el aceite el uno reservado, el otro divertido dicharachero, amigable, entrador. Con ellos conversamos y jugamos pool.

giphySomos todos menos que principiantes, una partida puede durar varias horas.

No importa. Cualquier observador pensaría que estamos apostando nuestras fortunas por la intensidad de los comentarios, gritos y señas que hacemos cada vez que milagrosamente una de las muy rebeldes bolas se mete entre un hueco.

Para mi felicidad hasta hora voy invicto.

Así van pasando las horas en este pequeño mundo que vamos creando. Lo único malo es que estoy descubriendo que uno se puede divertir sin alcohol y se me va a dañar el carácter.

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