Los ñoñosDesde que comenzó a repartir materia fecal a diestra y siniestra el ventilador de Odebrecht ha ensuciado a la mayoría de los gobernantes de varios países latinoamericanos. En desafortunada omisión la revista Semana de hace un par de idems, puso las fotos de esos gobernantes en primera página sin las de Uribe y Santos.

Reflexiones de Juan Manuel UrrutiaNo sugiero que alguno de ellos dos se haya beneficiado directamente con las famosas coimas. Pero una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa.

En el caso colombiano la fiscalía general de la Nación y los ejecutivos de Odebrecht en sus cantares han insistido que sus oscuros diseños para “aceitar la maquinaria” llegaron a lubricar las campañas de Santos y de Oscar Iván Zuluaga.

En reciente encuesta, una firma se inventó una categoría de candidato, “el que diga Uribe”.

En esa categoría cabrían perfectamente, en 2010 Juan Manuel Santos y en 2014 Oscar Iván Zuluaga. Sencillo es entonces concluir que los candidatos de Uribe a la presidencia, tanto en 2010 como en 2014 se beneficiaron de los generosos aportes de la multinacional de la corrupción. Eso de por sí le debería dar un lugar de honor al expresidente en la mencionada portada de la revista Semana.

Santos repitió en 2014, esa vez contra el que dijo Uribe al que derrotó en una segunda vuelta en la que se produjo un notorio aumento de la votación en varios departamentos de la costa caribe.

En Córdoba, territorio controlado por dos personajes nativos de Sahagún que surgieron en la política colombiana en 2010, El Ñoño Elías y Musa Besaile, la votación aumentó de 407 mil votos en la primera vuelta a 599 mil votos en la segunda, el 47%. En Sucre, controlado, entre otros, por el clan al que pertenece Antonio Guerra de la Espriella, la votación pasó de 240 mil en la primera vuelta a 331 mil votos en la segunda, el 37%. Al comparar estas cifras con el total nacional se nota que el crecimiento en estos departamentos fue significativamente superior, el total nacional creció en un 19%. El fenómeno de Córdoba y Sucre se repitió en varios departamentos de la costa caribe, pero eso es harina de otro costal.

¿Por qué traigo a cuento esos resultados?

Pues porque hace dos días el Fiscal General de la Nación compulsó copias de las investigaciones que han llevado al ente a tener suficiente evidencia para implicar a las tres promesas de la política en la recepción de las famosas coimas de la multinacional del crimen.

Las carreras políticas de los tres mosqueteros de Odebrecht en el Congreso de la República están íntimamente ligadas con el expresidente y el presidente. Se hicieron a la sombra de Uribe y se fortalecieron debidamente nutridos con la mermelada de Santos.

Eso no más, repito, le ha debido dar un lugar de honor en la portada de Semana a Santos y a Uribe.

En estos tiempos de profunda polarización, de un país dividido entre santistas y uribistas vale la pena recordar que ambos “mandatarios” tienen una deuda con los colombianos por haber tolerado, dejado florecer y aprovechado la corrupción para construir sus proyectos.

Los dos tienen igual culpa como queda demostrado con este muy concreto ejemplo. No se necesita recurrir a los chismes sobre amigos contratistas e hijos de presidente cuyas fortunas personales aumentaron desmesuradamente durante los gobiernos de estos dos señores. El Ñoño. Musa y Antoñito nos dieron la evidencia.

El camino tiene que ser otro, si Colombia no supera la dicotomía entre “el que diga Uribe” o “el que ponga Santos”, en la elección de 2018 vamos a quedar mal.

Eso parece haberlo leído bastante bien Juan Carlos Pinzón al separarse de Santos, ¿se le arrimará a Uribe?