Juan-Manuel-2De regreso de un par de semanas en México, que fueron unas totales vacaciones, me encuentro con la trágica página en blanco. No sé sobre qué escribir, no por falta de tema sino por exceso de noticias. A mí todas me parecen frescas, al lector seguramente trasnochadas. Siendo coherente con el nombre de la sección voy a hacer un salpicón de comentarios.

Acabo de pasar unos días en México, en una colonia donde la gente es vecina, solidaria. Han vivido y compartido en comunidad por miles de años. No imagina uno que en una de esas colonias donde todos son amigos, se conocen, se saludan, pueda haber una casa en  donde alguien tenga a tres mujeres cautivas como sucedió en Cleveland.

También fui a comer a casa de unos amigos en Lomas en donde la gente ya no es tan vecina. Viven en casas separadas por enormes muros o murallas. En una de esas casas podría pasar cualquier cosa.

Los seres humanos hemos ido perdiendo la costumbre de la vecindad, de la vida en comunidad.

Las comunidades reales son cada vez más pequeñas y las virtuales más grandes. Como resultado de los avances tecnológicos y de las redes sociales uno se ve, se encuentra con grupos cada vez más reducidos de amigos y familiares e interactúa con un número cada vez mayor de “amigos y conocidos”. La gente se aísla, no comparte,  no conversa.

Pasando a Dhaka. Antier encontraron a una señora viva diecisiete días después del catastrófico derrumbe de la fábrica de confecciones. Si en Cleveland hay un culpable, en el caso bangladesí hay muchos.

Culpables los dueños de la fábrica que seguramente amasan fortunas produciendo prendas baratas que venden con amplios márgenes y en condiciones de mucha competitividad con base en sistemas de producción que harían avergonzar a los pioneros de la industrialización.

Culpables los dueños de las marcas y los comerciantes que las venden, y culpables los consumidores que no miramos

Se requiere, de inmediato que se siga el ejemplo de quienes, en Facebook y en twitter han desarrollado masivas y exitosas campañas contra el consumo de foie gras o contra las corridas de toros.

Los consumidores  que compran  marcas de ropa como  apoyan a quienes promueven semejantes vejámenes y condiciones de esclavitud.  Marcas como H&M, Mango, Primark, GAP, C&A, KIK, Benetton, Inditex, JC Penney, y Wal-Mart que importan sus líneas de confecciones desde Bangladesh deben revisar sus cadenas de suministro y condicionar sus compras al cumplimiento de normas básicas como las propuestas en el Acuerdo sobre Incendios y Seguridad en la Construcción en Bangladesh propuesto por “Clean Clothes Campaign”.  Nosotros a mirar marquillas y a consumir conscientemente.

Así como nos preocupa la muerte de mil toros en los ruedos de España y América, o de otros tantos gansos en las granjas de los Estados Unidos o de Canadá, nos debe horrorizar la de más de mil trabajadores bangladesíes.

La catástrofe hizo más visible una realidad que hace años conocen quienes han estado de alguna manera relacionados con los textiles.

La industria textil y de las confecciones  en buena parte de occidentese acabó porque no pudieron competir con la India, Pakistán, Bangladesh o con China.  Y no pudieron ir porque hacerlo contra la esclavitud es imposible.

Para terminar les  cuento que el diario mexicano La Razón, en su edición del 3 de mayo, reporta que el arzobispo de la Arquidiócesis de Tuxla Gutiérrez Chiapas, Fabio Martínez, aseveró que “es mucho más grave el aborto que la violación de niños por parte de sacerdotes”.

Me pregunto ¿de cuántas violaciones de esas menos graves tiene el señor arzobispo noticia? ¿Cómo es posible que no haya habido una llamada de atención, por lo menos, de las autoridades eclesiásticas? ¿Merecen los católicos de Chiapas, gente buena, a este monstruo como su líder espíritu?