Un reo llamado Paul ManaforEn el momento de dictar su sentencia a Paul Manafort, el juez T. S. Ellis dijo la sentencia que pedía el fiscal independiente era “excesiva” y en vez de 24 años lo condenó a 47 meses.

El juez Ellis dijo que fuera de los crímenes por los que se había juzgado y vencido al ex presidente de la campaña Trump 2016 — fraude, mentir a investigadores federales, evasión de impuestos, lavado de dinero — éste había vivido una “vida libre de culpa”. Olvidó mencionar el juez Ellis que Manafort había tenido por décadas una lucrativa carrera representando a dictadores del talante de Fernando Marcos, Jonas Savimbi, Mobuto Sese Seko, y una lista de oligarcas rusos y ucranianos, con los que presuntamente hasta hace poco tenía contactos.

Esta fue la primera fase de las sentencias a Manafort, quien la semana entrante tendrá su segunda cita con el destino en un tribunal de Washington D.C. Por razones de estrategia legal, Manafort optó por tener juicios separados, tanto en Virginia como en Washington D.C. Fue vencido en Virginia, el tribunal del juez Ellis, y se declaró culpable en el segundo.

Aún así, el hombre que no hace mucho tenía una de las mansiones más lujosas de Long Island, gastaba US$300,000 anuales en trajes, poseía una chaqueta de piel de avestruz que costó más de lo que gana un trabajador en un año, lleva preso varios meses. Y con 69 años a cuestas es una sombra de lo que fue, deprimido, sin pintarse el cabello, en su uniforme verde, padeciendo de gota que le impide movilizarse por si mismo.

Causó decepción la sentencia del juez Ellis entre muchos sectores que consideran que confirma una de las injusticias del sistema legal del país. Los delitos de cuello blanco cometidos por gente de raza blanca, prestigio y dinero no se pagan con la misma severidad que otros delitos, por menores que sean, cometidos por los pobres y las minorías en EUA.

Para Trump y sus aliados, la sentencia a Manafort fue un rayito de luz en una de las peores semanas en una presidencia asediada por todos los flancos. Puede interpretarse como una confirmación, así sea parcial y momentánea, de las quejas del mismo Trump en el sentido que Mueller está desenfrenado, persiguiéndolo injusta e innecesariamente.

Pero es un alivio muy leve y demasiado temporal. De hecho esta semana ha sido tal vez la peor de la presidente, tanto en lo político como en sus dificultades legales.

  • Fracasó en su pregonado acuerdo nuclear con Corea del Norte
  • El Congreso se apresta a votar en contra de la declaración de emergencia nacional decretada por el presidente para construir un muro en la frontera con México
  • Su ex abogado Michael Cohen sigue testificando en contra de él, proveyendo nombres, datos — una detallada hoja de ruta para más investigaciones, con nombres, cargos, fechas, documentos, a la Cámara de Representantes, que ha pedido documentación a 81 individuos incluyendo a ambos hijos mayores del primer mandatario
  • Informes en el New York Times y en CNN indican que el presidente ordenó a las agencias de inteligencia nacional que otorgaran las más estrictas credenciales de seguridad a su hija Ivanka y su yerno Jared Kushner
  • La Cámara se prepara par exigir las declaraciones de impuestos sobre la renta del presidente, que él se ha negado a entregar, rompiendo una tradición de más de medio siglo de todos los presidentes de EUA

Enmarca todo esto el informe del fiscal Robert Mueller que está a punto de concluir, sobre posibles vínculos con Rusia y obstrucción a la justicia. Al mismo tiempo se discute una investigación tipo RICO (Racketeer Influenced and Corrupt Organizations Act) similar a las mafias contra las empresas de Trump. RICO fue la herramienta legal que ayudó en los años 70 a controlar la llamada Cosa nNstra en EUA.

Todo lo anterior en el telón de fondo de la sentencia a Paul Manafort, el hombre que en la convención republicana de 2016 orquestó la nominación del actual presidente de EUA. Y hoy en día es un reo más.