Pervertidos en la cárcelEl sistema de justicia de EE.UU. está castigando a los consumidores de pornografía infantil de una manera poco usual — por los delitos que podrían cometer un día y no los que han cometido, escribe Rachel Aviv en The New Yorker.

Utilizando leyes contra delitos sexuales que surgieron por primera vez en la década de 1980, las autoridades han descartado las protecciones de la Primera Enmienda para los usuarios de pornografía infantil, dice.

Ahora los encierra y mantiene presos si parecen incapaces de abstenerse de la violencia sexual o abusar a los menores, apunta.

Ello se basa en pruebas psicológicas cuestionables que pueden dejar a los presos a que se pudran en las cárceles o en centros de tratamiento por gran parte de sus vidas. En 2007, por ejemplo, unos 4,500 delincuentes sexuales habían encerrados y poco más del 10% había sido puesto en libertad.

The New Yorker describe el caso de un hombre llamado John, quien a los 31 años comenzó a descargar pornografía infantil y fue detenido cuando intentaba reunirse con una menor de edad con la intención de tener relaciones sexuales.

John, quien insiste en que nunca ha tenido relaciones sexuales con un menor de edad, fue sentenciado a 53 meses, periodo que se ha prolongado durante varios años debido a evaluaciones psicológicas negativas.

Ahora se encuentra en el centro de tratamiento Butner, famoso por las exageraciones de los pacientes de sus crímenes sexuales para evitar ser enviados a la cárcel, donde los delincuentes sexuales son generalmente tratados como basura.

La leyes y las sentencias sobre la pornografía infantil se aprobaron rápidamente, dice The New Yorker, y con poco debate: políticamente, es casi objetar a penalidades severas para los pervertidos. Son castigos a crímenes incipientes: una forma de incapacitar a los agresores reales o potenciales, indica.

Juan se niega a inventar crímenes que nunca ha cometido y dice que sus pensamientos son suficientes para mantenerlo bajo llave. “Definitivamente hay algo mal conmigo”, admite. “Pero no es la razón por que la me están encerrando”.

Artículo en inglés

Ilustración cortesía de ABN2 via flickr