migrantesUna manera en que la administración Trump manipula los medios de comunicación en EUA es mediante la “filtración” de una medida en discusión, presentándola como abandonada por lo “radical”. Una vez que los medios muerden la carnada, y los periodistas de siempre, en los canales de siempre la discuten y se horrorizan, la Casa Blanca, por lo general el mismo presidente Trump, la vuelve a mencionar, y el algunos casos a implementar.

Casi al pie de la letra ha sido éste el escenario respecto a los planes de llevar buses cargados de migrantes detenidos en la frontera y soltarlos en las Ciudades Santuario, aquellas ciudades donde las autoridades locales se niegan a colaborar con la policía de migración ICE. La idea se mencionó hace algunos días en un noticiero, y luego el presidente anunció que lo iba hacer.

Esta es solo una de las medidas que el equipo de inmigración del presidente — decapitado la semana pasada con el despido de la Secretaria de Seguridad Nacional y otros altos capos — está discutiendo. También están contemplando regresar a la abominal práctica de separar las familias.

Mientras eso sucede, el mundo analiza el arresto en Londres de Julilan Assange, el hackero australiano que llevaba siete años como invitado de la embajada de Ecuador. El gobierno de Rafael Correa le abrió sus puertas y ofreció asilo, pero Lenín Moreno, el nuevo mandatario de Ecuador se lo retiró. Assange, cuya organización WikiLeaks ha filtrado información secreta de gobiernos y de las instituciones financieras que gobiernan el mundo, ha sido imputado en EUA por intentar hackear un computador militar.

Irónicamente, el grueso de la prensa estadounidense que se opone a Trump dicen que Assange es un criminal que debería ir al presidio. Niegan que sea periodista o perseguido. ¿La razón? No le perdonan que haya sido WikiLeaks la organización que divulgó documentos de la campaña de Hillary Clinton.

Así, los medios de EUA permanecen inermes mientras el estado se apresta a crucificar a Assange. Al mismo tiempo sigue aunque con mucho menos intensidad el drama de la investigación del fiscal independiente Robert Mueller. Él entregó su informe al Fiscal General William Barr hace dos semanas. Barr dice haberlo leído y emitió un resumen muy breve en el que exoneraba al presidente.

El congreso y los medios exigen que se se haga público en su totalidad el informe. Barr dice que lo hará muy proximamente, pero que va a censurar algunas partes.

Y en esas está el asunto: EUA esperando a ver qué dice ese informe que hasta donde sabemos no probó que hubiera ningún tipo de conspiración entre la campaña Trump 2016 y Rusia. Dice, sin embargo, que sí hubo obstrucción a la justicia, aunque el Fiscal General no consideró suficiente para formular cargos.

Habrá que esperar el informe.

Como gran parte de este juego político tiene lugar en los medios, ante la opinión pública, luego de haber pasado dos años de un desgastador goteo de noticias sobre la investigación, cada día una nueva especulación, en un tono similar al lenguaje de la Guerra Fría marcaba el tono, Trump ahora se dice exonerado. Sostiene que todo fue una cacería de brujas. Y, en ausencia del informe Mueller, usa las palabras del Fiscal General que él mismo nominó para justificar su inocencia.

Pero esta no es la única investigación que persigue a Trump. Corrupción. Nepotismo. Lavado de dinero. Fraude fiscal. Todo eso lo están investigando en el Distrito Segundo de NY y el Congreso. Han exigido que Trump haga públicas sus declaraciones de impuestos sobre la renta, que ahora en época en que todos los candidatos a la presidencia en 2020 están abriendo los suyos. Trump se niega a hacer. ¿Qué esconde? ¿Tal vez que no sea tan millonario como ha dicho — quizás algo más?

Hablando de candidatos del partido demócrata para el 2020 los hay de todas las edades, colores. Por el momento, las encuestas favorecen a Joe Biden, que no ha anunciado pero fue el vice presidente de Barack Obama; Bernie Sanders, el septuagenrio social demócrata que tiene una organización formidable; y uno nuevo, el Pete Buttigieg, alcalde de South Bend en Indiana.

El sistema electoral estadounidense está diseñado para preservar el bipartidismo, es decir el monopolio por dos partidos de los cargos electos — aunque son muchas las divisiones entre Demócratas y Republicanos, los une su deseo de limitar la participación a estos dos partidos. Los candidatos no podrán participar en los debates, a menos que hayan recolectado contribuciones de 65,000 personas. Pero si nadie los conoce, ¿por qué y cómo les van a hacer donaciones?

Así, en medio de la Semana Santa, EUA sigue a la deriva, con serios problemas internos, no obstante dictando cátedra a otras naciones sobre cómo solucionar sus problemas.

Carlos F. Torres
DIrector, El Molino Online
Georgia, EUA, 4/14/2019