Tres huracanes en la presidencia de TrumpCon la transmisión 24/7 de las imágenes de la destrucción que trae el Huracán Florence a los estados de Carolina del Norte y el Sur, el presidente Trump ha dirigido su energía en contra de ¡Puerto Rico!, elogiando la respuesta de su gobierno hace un año, negando el saldo en vidas cobrado por el huracán María — todo mientras un huracán político cobra una enorme fuerza en la investigación criminal conocida como Rusiagate, que ya ha causado estragos en su presidencia.

Según las cifras más recientes, por lo menos 13 personas han perdido la vida como resultado de Florence, la tormenta que golpeó con vientos de 112 millas por hora. Su impacto se siente en un radio de 150 millas. Casi 800,000 personas han perdido el servicio eléctrico y vastas áreas se han inundado con más de 30 pulgadas de lluvia. Y todo esto puede empeorar.

Trump parece estar pendiente de la labor de rescata que realiza FEMA (cuyo director Brock Long está siendo investigado por acusaciones de uso indebido de los recursos de la agencia), pero ha aprovechado la oportunidad para disputar el número de víctimas del huracán María.

Dijo Trump a través de Twitter que bajo ninguna forma podría alcanzar las 3000 personas, que todo era una invención de los demócratas para atacarlos.

La Universidad George Washington respalda su estudio y la metodología que empleó.

Indica que la brumadora mayoría de las muertes, según el estudio, fueron resultado de la falta de electricidad, servicios, agua potable, medicinas y similares para individuos y poblaciones vulnerables (enfermos, gente en lugares remotos, pacientes de diálisis sin electricidad). Las defunciones tuvieron lugar después de la tormenta, cuando la infraestructura de la isla quedó destruida casi en su totalidad.

(3000 personas no murieron en los dos huracanes que golpearon Puerto Rico. Cuando me fui de la isla, DESPUES de la tormenta, hubo entre 6 y 18 muertes. Con el tiempo no aumentó demasiado. Luego, pasado bastante tiempo, comenzar a informar sobre cifras más altas, como 3000).

(…Esto es obra de los demócratas a fin de hacerme quedar lo más mal posible, mientras que yo exitosamente recaudaba miles de millones para reconstruir a Puerto Rico. Si alguien moría por cualquier razón, como edad avanzada, lo incluía en la lista. Mala política. ¡Amo a Puerto Rico!).

Y mientras ese lamentable espectáculo tiene lugar, el tercer huracán, o Rusiagate, está tocando la Casa Blanca.

En año y medio desde que fue nombrado en su cargo como fiscal independiente para investigar presunta colaboración entre la campaña Trump 2016 y Rusia, Robert Mueller ha mostrado ser un investigador imparable. E implacable en su búsqueda de la verdad. Ya ha logrado las condenas de 5 colaboradores del presidente.

Uno de ellos es Paul Manafort, quien fuera presidente de la campaña Trump 2016, el viernes anunció un acuerdo con el fiscal Mueller, declarándose culpable de serios crímenes, y está colaborando. Igual el caso de Michael Cohen, abogado de Trump durante más de una década. De él se dice, en manera figurativa, que “sabe donde están todos los muertos”.

Tanto Manafort como Cohen tienen conexiones de largos años con los llamados oligarcas rusos — milmillonarios con estrechos vínculos con el crimen organizado ruso, o las mafias, que adquirieron un poder enorme y posiblemente estratégico el en mundo postsoviético.

Manafort estuvo presente, junto con Donald Trump Jr., hijo mayor del presidente, y Jared Kushner, marido de Ivanka, en la reunión en Trump Tower en junio 2016 con agentes del gobierno de Putin.

Lo más reciente es que Manafort está colaborando con el fiscal Mueller (o ya colaboró porque de esa investigación no se ha filtrado nada). Cohen está en las mismas.

Todo esto sucede en una semana que abrió con el lanzamiento del libro de Bob Woodward, el veterano periodista investigador, que dijo básicamente que en la Casa Blanca reinan el caos y la incapacidad.

Y, para coronar, está la columna de opinión anónima que se publicó en el New York Times la semana pasada. Informa Gabriel Sherman en Vanity Fair que el presidente considera que básicamente ha tenido lugar un golpe de estado en su contra.

Pero la ira de Trump hacia el libro de Woodward no es nada al comparar con la continua obsesión hacia el artículo de opinión anónimo del New York Times. Mis fuentes me han dicho que Trump está “obsesionado”, “trastornado” hasta “enloquecido” con la idea de que un filtrador sigue en medio de él. Su hijo, Don Jr., le ha dicho a algunas personas que le preocupa que Trump no esté durmiendo por eso, dijo una fuente. Reuniones se han visto descarriladas por la sospecha de Trump. “Si lo miras de la manera equivocada, pasará la siguiente hora creyendo que fuiste tu quien escribió la columna de opinión”, dijo un republicano cercano a la Casa Blanca. Gran parte de lo que está alimentando la paranoia de Trump es que no tiene una forma clara de identificar al autor. Un asesor dijo que Trump ha dado instrucciones a su equipo de que llamen al autor anónimo “cobarde” en público para causarle vergüenza. “Continuará avergonzando a esta persona”, dijo una persona cercana a Trump. “El autor se romperá bajo presión o, eventualmente, dirá, ‘a la mierda, fui yo'”. Los planes para administrar pruebas de polígrafo al personal aparentemente han muerto. “Nadie sabe quién es”, dijo un ex funcionario.

Es mucho lo que se llevan los huracanes. Y el huracán Rusiagate ya que llevó gran parte de la presidencia de Donald Trump.

Otra semana que pasó en EUA.

Carlos F. Torres

 

Carlos F. Torres
Director, El Molino Online
New York, NY, 9/16/2018