Si hubiera sido el guión de una pelicula lo habrian rechazado. Pero como en la era de Trump la realidad supera la ficcion, la escena de ayer en el tribunal federal ayer del distrito sur de New York fue todo un espectáculo.
El elenco. Abriéndose campo entre decenas de cámaras, protegida por guardas, entró en escena Stormy Daniels, quien en realidad no tenía razón jurídica para estar allí. La estrella de porno que se ha enfrentado, y tiene a la defensiva, al presidente de EUA, vestia un conjunto de rosa en pastel, sencillo, complementado por sus altísimos tacones. Elegante.
La acompañó su abogado Michael Avenatti, quien además de guiar a Stormy Daniels a través del laberinto de demandas y contra demandas, es una diestro en las relaciones públicas, y ha logrado para él y su cliente presentaciones frecuentes en los principales programas de televisión del país.
Tanto Stormy Daniels como Michael Avenatti son telegénicos. Se expresan bien. Mantienen una postura firme y combativa, a la vez que denuncian las intimidaciones a las que presuntamente han sido sometidos.
No se presentan como víctimas — Stormy Daniels no niega su profesión — pero producen simpatía.
Presente también estuvo Michael Cohen, abogado personal de Trump por más de una década, y el hombre que le pagó US$1.3 millones a Stormy para silenciarla. Ella asegura haber tenido una relación sexual con el actual presidente durante la época en que la actual primera dama Melania acababa de dar a luz a su hijo Barron.
Cohen, quien está bajo investigacion criminal desde hace meses por presuntos crímenes relacionados con dineros ilícitos, había pedido al tribunal acceso, antes de que el gobierno los examine, a sus archivos que fueron incautados durante la redada a sus residencias y despachos la semana pasada.
Cohen pedía el derecho a decidir cuáles archivos puede ver el gobierno y cuáles no. La abogada Joanna C. Hendon, representando al presidente, apoyó las mociones de los abogados de Cohen.
El tribunal exigió la lista de los clientes de Cohen.
Cohen admitió tener únicamente tres clientes. El presidente Trump. Un ex funcionario del comité de finanzas del partido republicano, Elliott Broidy, a nombre de quién Cohen pagó US$1.6 millones para arreglar el aborto de una modelo de Playboy. Y un tercer cliente que intentó en vano mantenerse en el anonimato.
Según informes, en medio de la audiencia, los abogados de Cohen dijeron que iban a entregar un sobre con el nombre de este cliente, pero pidieron que no se divulgara el nombre.
El tercer cliente. Pero se hizo público: Sean Hannity, el comentarista de ultra derecha que se presenta en el radio y en Fox News a las 9PM. Hannity ha defendido con ahínco al presidente, con quien suele verse y hablar con bastante frecuencia.
Sean Hannity había denunciado en los términos más firmes la redada.
Sean Hannity negó ser cliente de Cohen, aunque dijo que lo conocía por años y en alguna ocasión le había pedido consejos legales. Ello pone a Hannity frente a un dilema ético, ya que debía haber hecho público que tiene una relación con Cohen.
La juez Kimba Wood no concedió a los abogados de Cohen y Trump lo que pedían, aunque no descartó que en el futuro nombrara un tercer partido para que examine los documentos antes de que lo hagan los fiscales.
Pero la escena de ayer — sin estar vinculada directamente a la investigación sobre Rusia, teniendo como trasfondo el nuevo libro del ex director del FBI en el que dice que Trump carece de la fibra moral para ser presidente — ilustra con cristalina claridad a dónde se ha llegado en EUA, cuyo público está seriamente dividido. Un lado apoya al presidente, cuyo abogado parece haber sido cortado con la misma tijera que Tom Hagen en el Padrino, que para proteger a dos de sus clientes ha pagado enormes sumas. El otro preferie a Stormy Daniels.
Stormy Daniels es una estrella de porno. Pero del porno porno.
Stormy Daniels aparecerá en el programa matutino The View a las 11 am.