Escándalo Porter unta a John KellyLa violencia de género en la Casa Blanca es el escándalo de esta semana y trae consigo enefastas ramificaciones.

Robert Porter, un hombre tan cercano en el día a día del presidente Trump que incluso colaboró en preparar el discurso del Estado de la Unión, fue obligado a dimitir luego de que sus dos previas esposas testificaran que fueron abusadas física y emocionalmente por la duración de sus matrimonios.

Primero vinieron las declaraciones en la publicación británica Daily Mail. Luego, Colbie Holderness, la primera de ellas produjo una foto con un ojo morado; Jennifer Willoughby, la segunda esposa, dijo que había pedido una orden de protección policial para que no se le acercara.

Desde entonces, embas han sido entrevistadas en varios medios.

Inicialmente, la Casa Blanca defendió a Porter, elogiando su “integridad”, aceptando la renuncia, pero a la vez negando culpabilidad. De hecho, la portavoz de la presidencia Sarah Huckabee Sanders leyó una declaración de Porter en que denunciaba las “viles” calumnias. El supervisor directo de Porter, el secretario de la presidencia John Kelly, emitió su propia declaración en la que dijo algo similar.

Luego, cuando circularon las fotos de la primera esposa golpeada, la Casa Blanca se vio obligada a cambiar de tono. Denunciaron la violencia de género — aunque demasiado tarde en opinión de muchos.

Por qué es importante. Porque se ha sabido que varias personas en la Casa Blanca estaban al tanto de estas acusaciones, ya que en base a ellas el FBI había negado a Porter la autorización de seguridad máxima, que requiere su trabajo preparando los materiales para ser firmados por el Presidente. El que lo supieran, y le hayan permitido quedarse, da la impresión de que no consideran la violencia doméstica un crimen serio — una especie de complicidad. El que haya trabajado a un nivel tan elevado, con credenciales temporales de seguridad, abre toda una serie de temores y cuestionamientos, que algunos sostienen podría perjudicar la seguridad nacional del país.

El escándalo de Rob Porter implica directamente a John Kelly, el ex general de los marines que ocupa el cargo de secretario de la presidencia, básicamente controlando la agenda del presidente. Kelly, según informó Axios, inicialmente pidió a Porter que se quedara, que peleara las acusaciones.

Kelly fue nominado al cargo de secretario de la presidencia con la clara misión de poner orden y controlar los impulsos del presidente. Reemplazó a Reince Priebus.

Este último episodio lo debilita seriamente. Lo presenta como cómplice en un acto que el país repudia, especialmente en vista del movimiento #MeToo, que ha dado voz a muchas mujeres contra agresiones sexuales y violencia de género. Segundo porque lo deja sin un cuadro importante, un profesional que aparentemente realizaba muy bien su trabajo, en momentos en que la Casa Blanca necesita profesionalismo.

La Casa Blanca ha tenido serios problemas serios en desplegar un equipo de gobierno. Según informa el Washington Post, 37 profesionales han renunciado.

ABC News informa que por lo menos 13 han sido interrogados por el fiscal independiente y están gastando enormes sumas en abogados, reemplazarlo puede ser un desafío.

Según Gabriel Sherman en Vanity Fair  Trump ha quedado “super emputado” (fucking furious) por la situación. El mismo presidente Trump ha sido acusado de agresiones sexuales por 16 mujeres.

Ahora la atención comienza a centrarse en el papel de John Kelly: ¿Qué supo y desde cuándo lo supo?

Hicks y PorterPara cerrar con broche de oro. Porter desde hace algún tiempo tiene un romance con Hope Hicks, la ex modelo y Directora de Comunicaciones de la Casa Blanca. Hicks, con solo 27 años y quien anteriormente trabajaba en relaciones públicas para Ivanka Trump, también ha sido interrogada por el fiscal independiente y posiblemente en algún momento tendrá que testificar ante un comité del Senado que investiga la injerencia rusa en la campaña Trump 2016. En julio 2017, ella ayudó a redactar una declaración de la presidencia explicando la reunión en junio 2016 entre funcionarios de la Campaña Trump 2016 con varias personas representando intereses rusos. Después se supo que la declaración era falsa.

Hope Hicks también ayudó a redactar la primera respuesta de Porter, en la que decía que todo eran “viles calumnias”. (Jennie Willoughby, la segunda esposa de Rob Porter, entrevistada por CNN, advirtió a Hicks que si todavía no ha sido abusada, lo será”. Especialmente ahora que la situación está my estresante.