GeopoliticalPublicado en inglés el 30 de abril del 2013 por Stratfor Global Intelligence bajo el título “Geopolitical Journey: Nostalgia for NATO”. Traducido con autorización especial. Por George Friedman, Fundador y Ejecutivo en jefe

Hace algunos años, durante un viaje a Europa, escribí una serie de artículos. La intención era que fueran a la vez personales y llegaran más allá de los acontecimientos recientes o de las consideraciones abstractas de la geopolítica. Esta semana empiezo un nuevo viaje que me llevará de Portugal a Singapur, y pensé que me gustaría probar nuevamente reflexionar sobre el significado de mis viajes.

Mientras me preparo para mi jornada, me atrae una pregunta central sobre la relación entre EUA y Europa, o lo que queda de ella. Después de haber estado en Europa durante un momento en que la relación lo significaba todo para ambas partes, y para el mundo, este viaje me obliga a pensar en la OTAN. Se me ha pedido que pronuncie varios discursos sobre las relaciones de EUA y Europa durante mi próximo viaje. Es difícil saber por dónde empezar. El pasado fue construido alrededor de la OTAN, por lo cual pensar sobre el pasado de la OTAN podría ayudarme a poner las cosas en perspectiva.

A nivel personal, mi relación con Europa siempre pasa a través del prisma de la OTAN. Nacido en Hungría, recuerdo a mis padres sentados en la cocina, en 1956, cuando los soviéticos entraron para aplastar la revolución. En la misma noche de la boda de mi hermana en New York, escuchamos en la radio un informe sobre tanques soviéticos atacando a una calle a una cuadra de donde vivíamos en Budapest. Yo tenía 7 años en ese momento. La conversación giró en torno a los estadounidenses y la OTAN y lo que iba a hacer. La OTAN era el redentor que no decepcionaba no porque no pudiera actuar sino cuando no lo hacía. La fe subyacente de mi familia sobre el poder de las alianzas estadounidenses se forjó durante la Segunda Guerra Mundial y no podía ser sacudido. La OTAN era la espada de Gedeón, aunque a veces estuviera carente de enfoque y claridad.

Tuve una relación más personal con la OTAN. En la década de 1970, jugué un papel vergonzosamente poco importante en el desarrollo de los primeros juegos de guerra computarizados. Los juegos fueron diseñados para evaluar las estrategias en el frente central de la OTAN: Alemania. En aquél momento, la línea que dividía Alemania era la división del planeta. Si el mundo se fuera a acabar en un holocausto nuclear, todo habría terminado allí. El lugar que la gente cree todo lo que comenzaría fue llamado la Brecha de Fulda, una zona no muy montañosa en el sur, donde un ataque rápido podría capturar Frankfurt y también atacar el corazón de las fuerzas de EUA. Los alemanes hablan de vigilar el Rhin. Para mi generación, o al menos los millones que sirvieron en los ejércitos de la OTAN, era Fulda.

En el curso de diseñar los juegos de guerra, pasé un tiempo en SHAPE, el Centro Técnico de La Haya. SHAPE significa Cuartel General Supremo de las Potencias Aliadas en Europa. El nombre en sí recordaba los orígenes de la OTAN, en la profundidad de la Segunda Guerra Mundial y la alianza que derrotó a los alemanes. Lo comandaba SACEUR – Comandante Supremo Aliado de Europa – que siempre fue un estadounidense. Con el tiempo, el nombre se convirtió cada vez más anacrónico, a medida que SACEUR dejó de parecerse al general estadounidense Dwight Eisenhower y comenzó a parecer al presidente de una junta de una iglesia llena de divisiones, a donde las personas se presentaban para los aperitivos más que para tomar decisiones.

Para mí, en la década de 1970, SHAPE y SACEUR eran acrónimos que recordaban el día D y fueron construidps alrededor de la palabra “supremo”. Yo era joven y lleno de admiración, con un sentido de la historia y el orgullo de participar en ella. Por qué había de estar orgulloso de participar en lo que podría conducir a una catástrofe total para la humanidad me parece extraño en retrospectiva, pero hay poco en cualquiera de nuestras vidas que no parece extraño en retrospectiva. Sin embargo, yo estaba orgulloso de entrar a un edificio designado como el centro técnico de SHAPE. Me sentía como en el centro de la historia. La historia, por supuesto, es engañosa.

Juegos y realidad 

Nunca me quedó claro lo que las personas por encima de nosotros (a quien llamábamos “EBR” escalones más allá de la realidad) hacían con los juegos que se construían y jugaba, ni tampoco con los resultados, pero creo que aprendí mucho acerca de la guerra que iba a combatirse. Lo que truncó mi carrera como jugador de la guerra fue mi creciente realización de la trivialidad de lo que estábamos haciendo y que la inteligencia sobre la cual estábamos construyendo los juegos era intrínsecamente deficiente. Por otra parte, los comandantes no estaban tan interesados ​​en lo que estábamos haciendo. Y allí estaba el hecho de que yo estaba realmente disfrutando y en realidad con ganas de que tuviera lugar una guerra que pondría a prueba nuestras teorías. Cuando las piezas en un mapa representan seres humanos y su pérdida no significa nada para usted, es hora de marcharse.

Los juegos de guerra no fueron el problema; al hacerse bien, como espero sea el caso a estas alturas, pueden ayudar hacia una victoria y salvar vidas. Pero entonces, conociendo los hombres (las mujeres llegaron más tarde) que participarían en la lucha en Fulda, si fuera a llegar el momento, sentí que me habían dado un trabajo frívolo. Había una cosa que saqué de ese trabajo, sin embargo: me puse en contacto con las tropas de todos los ejércitos que podrían ser llamados a luchar. Tuve una sensación profunda de que no eran solo mis colegas, sino también mis compañeros. Algunos no gustaban de los estadounidenses, y otros no gustaron de mí, pero ello no es diferente a cualquier otra organización. Estábamos mirando hacia el futuro, con nuestros destinos unidos.

Las opiniones de la OTAN por EUA y los soviéticos  

EUA creía que la conquista soviética de Europa occidental lograría integrar los recursos soviéticos y la tecnología europea. Este mismo temor llevó a los estadounidenses y los europeos a luchar contra Alemania en dos guerras desde dos perspectivas muy diferentes. Para mis colegas europeos, ello significaba la devastación de sus países, aunque la OTAN hubiese ganado la guerra. Los holandeses, por ejemplo, había vivido bajo la ocupación e incluso preferido la devastación a la capitulación. Para mí, fue un ejercicio abstracto, tanto en las extrañas matemáticas de los juegos de guerra y en más distantes consecuencias para mi país de la derrota. Al mismo tiempo, existía un sentido compartido de urgencia que formó la base de nuestra relación: la guerra podría llegar en cualquier momento, y había que considerar todos los pasos posibles de los soviéticos, y proponer soluciones.

Los estadounidenses siempre se obsesionaron con Pearl Harbor. Esta es la razón por la que el ataque del 11 de septiembre del 2001 fue un golpe tan duro. El recuerdo histórico del ataque que surgió de la nada siempre ha estado cerca. La doctrina decía que íbamos a tener 30 días de aviso de un ataque soviético. No tenía ni idea de donde salió esta doctrina y yo sospechaba que provenía del hecho de que necesitábamos aviso de 30 días para prepararnos. Los europeos no temían el ataque inesperado, sino temían un ataque para el cual no se habían hecho preparativos. La Segunda Guerra Mundial los perseguía de manera diferente. Ellos estaban clavados en el hecho de que sabían lo que venía y no pudieron preparar. Los estadounidenses y los europeos estaban unidos por la paranoia, pero sus paranoias diferían. Para los estadounidenses, mantenerse al margen de las alianzas y no actuar suficientemente pronto fue lo que causó la guerra. EUA se comprometió a no repetir ese error. La OTAN fue una de las muchas alianzas. A los estadounidenses les encantan las alianzas.

Es interesante reconocer ahora lo que temían los soviéticos. Cuando la Segunda Guerra Mundial vino a su país, ellos no tenían aliados. Su único aliado, Alemania, fue el que los traicionó. Los soviéticos, no solo fueron tomados por sorpresa sino que pelearon solos hasta que los estadounidenses y los británicos decidieron ayudarlos. Los soviéticos habían conjugado la complejidad de la diplomacia con las alianzas tradicionales, y cuando no funcionó la Unión Soviética se comprometió a nunca más depender de otros. Tenía el Pacto de Varsovia porque Occidente tenía la OTAN, pero no dependía de sus aliados. Los estadounidenses se embarcaron en alianzas como si una alianza solucionara todos los problemas. Los soviéticos, sin embargo, actuaron como si los aliados eran el mayor peligro de todos.

Al final, cuando miramos hacia atrás, la guerra era mucho menos probable de lo que sentimos. El Occidente no iba a invadir el Oriente. En términos defensivos, los soviéticos habrían aniquilado nuestra fuerza mucho más pequeña. Y, a decir verdad, nadie tenía el menor interés en la conquista de Europa del Este ni de la Unión Soviética.

En cuanto a los soviéticos, en el papel eran una fuerza abrumadora, pero el papel es un mal lugar para pensar sobre la guerra. Los soviéticos no querían una guerra nuclear, y en su opinión, EUA estaban ansioso de tener una. Sabían que si se movían hacia el oeste habría un enfrentamiento. Además, se vería después, los soviéticos tenían una gran cantidad de problemas en mantener sus tanques alimentados a medida que avanzaban hacia el oeste. Ellos tenían un plan para la colocación de tuberías de plástico de sus depósitos de combustible, las cuales harían rodar conforme los tanques avanzaban. El problema era que los tubos nunca funcionaron muy bien, y sus depósitos de combustible habían sido designados como blancos para la aniquilación por los ataques aéreos, posiblemente, el día antes de la guerra comenzara oficialmente.

Todo esto es pasado y lo recuerdo con una combinación de orgullo — no por lo que hice, que fue poco, sino por el simple hecho de haber estado allí — a la vez que lamento lo poco que comprendimos al enemigo. Ambas partes estaban listos para la guerra. Ambas partes estaban esperando las acciones que la otra parte no tenía intenciones de comenzar. Pero todos los planes que creamos fueron, en definitiva, irrelevantes. La única manera de ganar el juego — como dice la película War Games — era no jugarlo. No es sorprendente que los líderes — Eisenhower y Jruschov, Brezhnev y Nixon, Reagan y Gorbachov —  lo sabían mejor que los expertos. Siempre me ha parecido una gran fortuna en el mundo que las dos grandes superpotencias fueron los Estados Unidos y la Unión Soviética, que manejaron la Guerra Fría con un cuidado meticuloso en retrospectiva. Imaginemos los diplomáticos europeos de 1914 o 1938 con armas nucleares. Es fácil creer que no hubieran sido tan prudentes.

Legado y desorden de la OTAN 

Lo que la OTAN proveyó no tiene precio, y el subproducto inesperado de todo esto, fue una camaradería y unidad de propósito en ambos lados del Atlántico Norte. Incluso los franceses, que se retiraron del mando militar de la OTAN bajo Charles de Gaulle, siguieron siendo extraoficialmente parte de ella. Había pocas dudas de que si “el globo subía” — el enemigo había atacado — los franceses estarían allí, discutiendo sobre quién mandará a quien pero luchando tan duro como lo hicieron en la resistencia lo hicieron antes del Día D. Pero a través de la OTAN, llegué a conocer a los alemanes en un momento en que conocer alemanes no era fácil para mí, porque de lo que mi familia había pasado durante la guerra. Me vi obligado a distinguir entre  Alemania y Franz que podía tocar el ukelele.

Yo tenía un hijo en 1976. Cuando me fui a Europa, conocí a un italiano y nos hicimos amigos. Hablábamos de lo que íbamos a decir a nuestras familias a hacer si estallaba la guerra. La conversación — a la vez extraña y tal vez patológica — nos unía. No era la guerra, no era la paz, sino que era un lugar en la mente donde la preparación para la guerra y la angustia que genera crea formas extrañas, como los planes para el traslado de los niños a fin de evitar un holocausto nuclear.

La OTAN, mucho más que un modelo de las Naciones Unidas o de un Fulbright, permitió a estadounidenses y europeos comunes y corrientes conocerse y comprender que con los destinos unidos, eran compañeros de armas. Después de la Segunda Guerra Mundial, eso fue una profunda lección. Millones de reclutas aprendieron esta lección que llevaron a casa.

El fin de la Guerra Fría no es una gran pérdida, a pesar de que mi juventud se fue con ella. La pérdida de la unidad de propósito que la Guerra Fría dio a Europa occidental y los Estados Unidos es de enorme importancia. Durante un tiempo, después de 1991, las dos partes siguieron como si la alianza pudiera existir incluso sin un enemigo. Sin embargo, la OTAN comenzó a fragmentarse cuando perdió su enemigo. La pasión por una misión dio significado a la OTAN y la pasión se drenó. La alianza continuó a fragmentarse cuando EUA decidió invadir Irak por segunda vez. La gran mayoría de los países de la OTAN apoyó la invasión — un hecho olvidado — pero Francia y Alemania no lo hicieron. Esto dañó las relaciones de EUA con Europa, sobre todo los franceses, que tienen una manera de molestar a los estadounidenses a la vez que parecen no darse cuenta de ello. Pero el mayor daño fue en Europa — la división entre los que querían mantener estrechas relaciones con EUA, incluso si pensaban que la guerra de Irak era una mala idea, y los que querían que Europa tuviera voz propia, distinta de la los estadounidenses.

El contagio financiero mundial de 2008 no dividío a los estadounidenses de los europeos tanto como dividió a Europa. La relación entre los países europeos — entre los líderes menos que entre los públicos — se ha envenenado. Algo terrible ha sucedido a Europa, y cada país está culpando a otra persona como responsable. Tantos países están culpando a Alemania como Alemania está culpando a países por la crisis.

No puede haber alianza transatlántica cuando un lado está en profundo desacuerdo consigo mismo sobre muchas cosas y el otro lado tiene ningún deseo de ser arrastrados a la disputa. Tampoco puede haber una alianza militar donde no hay comprensión de la misión, el enemigo o las obligaciones. La OTAN fue un éxito durante la guerra fría porque estaba claro quien era el enemigo, había consenso sobre lo que debía hacer en cada circunstancia y la participación en particular era un hecho. Una alianza que no conoce su misión, no tiene planes significativos para qué problemas se enfrenta y realiza intervenciones a media como en Libia o en Mali, donde se envían las invitaciones y nadie responde, no se puede considerar una alianza. Los comités se reúnen y el personal de los ministros de Defensa se ​​preparan para conferencias – todas las sutilezas de una alianza permanecen. SACEUR sigue siendo un americano, el Comité de Ciencia y Tecnología produce papeles, pero al final, el propósito común se ha ido.

Mis colegas europeos y yo éramos jóvenes, serios y comprometidos. Todo esto es peligroso porque nos faltaba perspectiva histórica (pero también lo hicieron muchos de nuestros mayores). Lo que tuvimos juntos, sin embargo, fue muy valioso: un momento de la historia, posiblemente el último, en la que Occidente estuvo hombro con hombro en defensa de la democracia liberal y en contra la tiranía. Aún así, pienso en los soviéticos y luego miro al Qaeda y echo de menos a los soviéticos. Las había entendido de una manera que nunca podré entender al Qaeda.

Así que me han pedido que hable de las relaciones entre EUA y Europa. Voy a tener que decirle a los europeos dos cosas. La primera es que no existe una relación de EUA con Europa, porque Europa ya no es una idea sino un continente formado por Estados con intereses diversos. Hay relaciones de EUA y Francia y  relaciones entre EUA y Rusia, etc. La segunda cosa que les diré es que no puede haber una confederación sin una política exterior y de defensa común. Usted puede tener diferentes tasas de impuestos, pero si cuando uno va a la guerra no todos van a la guerra, no son más que naciones que cooperan como mejor les parezca.

Me acuerdo la camaradería de los jóvenes alistados estadounidenses y europeos, y la solidaridad de los equipos de planificación. Esto era lo que mantenía unida a Europa. No eran sólo los comandantes y los políticos, pero los hombres que tendrían que cubrir el movimiento de cada uno, que creó los cimientos de la solidaridad de la OTAN. Sin duda, mis recuerdos tienen matices de sentimentalismo, pero no creo que he hablado injustamente. La OTAN unió a Europa porque convirtió en camaradas a las naciones. Ellos fueron capaces de enfrentar Armageddon juntos. Europa sin la solidaridad de la OTAN tiene dificultades para descifrar una política tributaria. Al final, Europa perdió más cuando la OTAN cayó en desuso de lo que imaginaba.

No sé si la OTAN puede existir sin una guerra fría. Probablemente no. Lo que se fue se fue. Pero sé que mi nostalgia por Europa no es sólo por mi juventud; es por un momento en que se unió la civilización occidental. Dudo que logremos ver eso de nuevo.

Artículo en inglés