Revista The Nation españolPublicado en inglés el 19 abril del 2013 en la revista The Nation bajo el título “On Our Politics of Fear. Traducido con autorización especial. Por Rick Perlstein.

“¿Tiene algo que ver con el tipo que envío veneno al presidente?”, pregunta el dueño de la cafetería donde trabajo sobre el melodrama que se desarrolla esta mañana en Boston.

“No, eso fue sólo un loco de Mississippi.”

Hace dos días recibí un texto de un amigo, “¡¿P*t* madre ahora explosiones en Texas?!”

Rick Persltein
Rick Persltein

Respondo, “Me parece que fue un accidente”. (Lo que en realidad pensé avergonzado, fue: “no es político. Sólo un accidente”. ¡Unicamente un accidente!)

Vivimos en tiempos interesantes, igual que la vieja maldición china nos lo advierte. Un ataque terrorista en Boston, seguido de una cacería de brujas con alta tecnología: una imagen por móvil de dos marroquíes cerca de la línea de meta, publicada en Internet, y rápidamente en portada del New York Post, y de repente la vida se pone patas arriba, por temor a la justicia de vigilantes. Un ciudadano saudí detenido como sospechoso en el hospital porque estaba “corriendo” (correr después de una explosión, algo demasiado sospechoso) escalado a la afirmación en Fox News que “ahora va a ser deportado por motivos de seguridad nacional”, intensificado entonces por Pamela Geller Shrieker profesional de la exageración que asegura que se trata del encubrimiento por parte de la familia real saudí en una confabulación con B. Hussein Obama. Los ideólogos ensillan sus caballos de batalla listos para atacar. Aunque señalo aquí que yo también soy ideólogo. Pasé gran parte de ayer afinando mi argumento de por qué una milicia de blancos supremacistas y nacionalistas podría querer rociar metralla contra una multitud en el Día de Impuestos (15 de abril); que “este tipo de metralla es un indicador clásico las bombas que preparan los supremacistas blancos, cómo un  FBI obsesionado con atrapar árabes y anarquistas ignora a los locos de derecha en medio de nosotros. Y, cada vez que oigo hablar de lo que alguien llama “muchacosos blancos que lucen comunes y corrientes”, con sus gorras de béisbol, nada menos, me dispongo a apretar el gatillo en la discusión …

Y, al final cuando Fox News gana, me desinflo. Chechenos. ¡Musulmanes! Un comentarista de Fox en la pantalla me dice uno de los sospechosos se vinculó a algún sitio que tenía algo que ver con alguna profecía yihadista acerca de cómo se desarrollaría el Califato, y luego advierte que esto no significa que con seguridad sean de Al-Qaeda…

Una trágica explosión cerca de Waco. ¡Waco! Mi amigo que envió el mensaje es libertario — lo que me hacer pensar que si hasta los libertarios sospechan de que un Timothy McVeigh contemporáneo sea responsable, yo también debería estar especulando …. Y luego, no: no fue terrorismo. Sólo la austeridad, la desregulación, falta de vigilancia por la Administración de Salud y Seguridad Ocupacional. Como Lee Fang señaló en este espacio ayer, OSHA “sólo ha inspeccionado cinco plantas de fertilizantes en todo el estado de Texas, y la planta en el oeste de Texas no fue una de ellas”. Esta instalación en particular fue inspeccionada por última vez hace veintiséis años. “La Junta de Seguridad Química de EUA, que entró en funcionamiento en 1998, es la comisión encargada de investigar violaciones de seguridad. Igual que organismos similares, la Junta de Seguridad Química prácticamente no tiene recursos: Sólo un presupuesto de US$10 millones para cubrir cada violación en el país”. Vuelvo a enojarme: la devastación descomunal en West, Texas — hay que ver el hospital, el hogar para ancianos, y la escuela intermedia media a solo pasos de la fábrica en el mapa en la parte inferior de este artículo, se debe a la absurda la hegemonía de la derecha, también: ¿qué ha pasado con la zonificación?

En efecto, después de bajarme de mi caballito de batalla que le achaca la culpa a los terroristas de ultraderecha, ahora me monté a otro. Así que demándenme.

Cartas llenas de ricina enviadas a Obama y al senador Roger Wicker. El FBI arresta a un hombre llamado Paul Kevin Curtis. Me dirijo al sitio web del periódico Jacksonville Clarion Ledger y apresuradamente reviso la nota “Who Is Paul Kevin Curtis?” (¿?), ¿quién es? Imitador de Elvis, Johnny Cash, Prince y Bon Jovi, al parecer por motivos políticos (“Soy KC y apruebo este mensaje”, dicen sus cartas), y luego-¡lotería! Alguien ha publicado esto en Facebook después del bombazo de Boston: “Hemos desilusionado a Dios. Hemos eliminado la oración de las escuelas en el 62”. Espero con impaciencia los detalles que confirmen que este tipo es medio acólito de Glenn Beck … ¿No es interesante que mis ojos no vieran lo que venía después, donde dice que “hemos organizado guerras simplemente para las ganancias del petróleo y de las drogas?” Entonces, se revela que el tipo simplemente vive en el territorio los que usan sombrero de papel de aluminio: un paranoide bipolar que no se ha tomado sus medicamentos, convencido de que estaba siendo espiado por drones, después de haber “descubierto un refrigerador lleno de partes y órganos del cuerpo desmembradas envueltos en plástico en el depósito de cadáveres de la mayor organización de atención sanitaria no metropolitana en los Estados Unidos de América”. Mis reflejos pausan.

Días interesantes. ¿Qué significa todo esto? Nada, probablemente. Por espantosa, malvada, abrumadora, trágica, que esta semana haya sido en Boston, en Texas, en los cuartos del correo de Capitolio, en nuestro narcisismo tan estadounidense, envuelto en la cobertura mediática de cabo a rabo, que permite presentar nuestra actual catástrofe como los eventos más importantes en el universo, es fácil olvidar cómo los estadounidenses viven realmente seguros y sin peligro desde cualquier punto de vista racional. Aquí el terror nos hace añicos precisamente porque donde vivimos no es un lugar terrible al compararlo con gran parte del resto del mundo. Y también no es realmente una época objetivamente aterradora, en comparación a otros períodos del pasado de América: por ejemplo, la Navidad de 1975, cuando el equivalente a veinte y cinco cartuchos de dinamita explotaron en una zona de reclamo de equipaje, dejando un reguero de cabezas y otras partes humanas y unas dos docenas de cadáveres; nadie jamás se atribuyó la responsabilidad y nadie jamás fue capturado, el caso quedó en el olvido, pero más o menos la vida siguió su curso y nadie en ninguna parte dijo que “todo cambió”.

 

Fue esa una época menos narcisista, tal vez. Ahora no. Ahora, dejamos que el trauma nos consuma. Ahora, nuestro anhelo desesperado por saber — encontrar respuestas fáciles e inmediatas — nos limita, nos vuelve frenéticos, nos reduce a nuestros instintos cognitivos más básicos. Y en última instancia, eso es todo lo que realmente tengo que decir hoy, y realmente lo único que puede escribir: busco grabar un testimonio sobre el cual la gente pueda reflexionar dentro de 50 años, si quieren saber lo que se se sintió al vivir en EUA durante la semana del 15 de abril  del 2013.

Artículo en inglés