Donald_TrumpDonald Trump, el milmillonario que encabeza las encuestas por la nominación republicana a la presidencia de EUA, es el nuevo rostro del fascismo estadounidense.

Su constante búsqueda por un chivo expiatorio al cual achacarle todos los problemas de la sociedad estadounidense ha encontrado terreno fértil en segmentos de la población que ven en el lenguaje racista una confirmación de sus prejuicios y temores. Y ya han comenzado a usar la violencia contra las personas de color o de religión diferentes.

En Birminghm, Alabama, la semana pasada por lo menos seis partidarios de Trump se lanzaron a golpes contra un activista de Black Lives Matter, profiriendo insultos racistas. Días después, el candidato diría que “A lo mejor se merecía una golpiza porque lo que hizo fue una inmundicia”.

Al mismo tiempo, Donald Trump (diestro y constante usuario del sistema de mensajes Twitter) envió a sus millones de seguidores unas estadísticas que culpaban a la población negra del 81% de las muertes de blancos en el país, explosiva aseveración que es una descarada mentira. Pero es una mentira que justifica cualquier medida represiva contra la población afroamericana.

Cuando el presentador conservador Bill O’Reilley lo criticó,Trump básicamente se alzó de hombros.

Trump también dijo que en New Jersey miles de árabes residentes aplaudían cuando las torres gemelas fueron atacadas.

Advirtió que los refugiados que huyen de la violencia en Siria pueden ser una quinta columna del Estado Islámico ISIS.

Sugirió que se creara una base de datos de los musulmanes en EUA.

El New York Times, en un editorial del 24 de noviembre, denuncia a Trump.

“EUA acaba de vivir otra campaña presidencial dominada por las mentiras racistas de Donald Trump. […] Si una mentira es demasiado vil para decirse en voz alta, pueden tener la certeza de que el señor Trump la va a decir, con frecuencia”.

El Times compara a Donald Trump con dos íconos del fascismo estadounidense: El senador Joseph McCarthy (Republicano por Wisconsin) y George Wallace (Demócrata y antiguo gobernador de Alabama, tristemente por su oposición a la integración racial en los años 60).

El Times pide a los medios que desenmascaren las mentiras de Donald Trump.

No se trata de apagar el megáfono del señor Trump. Su derecho a vomitar tonterías está protegido por la Constitución, pero el público no las tiene que tragar. La historia enseña que cuando no se obliga a un demagogo a dar cara las consecuencias son peligrosas. No es una tarea fácil para los periodistas interrumpir al Sr. Trump con la verdad, pero es algo muy importante.

Todavía quedan muchos meses antes de que los republicanos elijan su candidato, pero cada día es más claro que en EUA la intolerancia, el racismo, lo que en épocas anteriores se llamó fascismo parece haber encontrado un líder: Donald Trump.

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