¿Por qué siempre todo me pasa a mí? Ese es el lamento de Donald Trump cuando se reúne confidencialmente con gente cercana a él, indica una nota en The Hour.

Las personas que han visitado al presidente Donald Trump en las últimas semanas han llegado a esperar lo que varios aliados y asesores describen como un preámbulo al “pobrecito yo”. El presidente despotrica sobre el mortal coronavirus que destruyó “la mejor economía”, que él afirma haber construido personalmente. Lamenta la injusticia de los medios con “noticias falsas”, que jamás le dan ningún crédito.

Se pasan de largo los saludos protocolarios, que en un pasado existieron. Hoy día, quien cruza el umbral del despacho presidencial encuentra, según la nota, a su ser cada día más ensimismado, sumido en su propio sufrimiento.

El presidente tiene mucho de que lamentarse. Las noticias de que la Corte Suprema falló en contra de él, desplazó de los titulares el libro de Mary Trump, su sobrina, que se publicó no obstante los esfuerzos de la familia por silenciarlo. Ese libro, a su vez desplazó la noticia de que Trump fue informado de que los rusos pagaban por soldados estadounidenses muertos por los talibanes en Afganistán.

Aquél escándalo seguía el del libro del exasesor nacional John Bolton. Todo ello enmarcado en las protestas masivas contra el racismo y el apoyo de Trump en varias formas a los racistas.

Así reculando llegamos a los primeros días del Coronavirus, que ya ha causado más de 130,000 muertes y sigue causando estragos, que se pueden atribuir al mal manejo de la crisis. Y la presión enorme desde la Casa Blanca para reactivar una economía que es cada días más raquítica.

Un poquito para atrás en febrero: Impeachment, cuyo estigma seguirá por siempre el nombre de Trump.

De eso se queja Trump. De eso y, además, el que haya caído en las encuestas hasta el punto de que su reelección es cada día menos posible.

Pero la culpa de todo esto es de Trump — algo que jamás reconocería, y que sus aduladores en la Casa Blanca, el Congreso de la nación, y los medios tampoco jamás aceptarían.

Es culpa de otro. Todo. Toditico es culpa de otro. Siempre. En cierto sentido, tiene razón: Es el producto de la familia que lo creó,

En su reseña del libro de Mary Trump, señala Carlos Lozada en el Washington Post,la sobrina del presidente y psicóloga clínica, describe a los Trump. “Es una ‘familia con una ‘disfunción maligna’ en la que el privilegio y la ansiedad van de la mano, en donde el dinero es el único valor, mentir es aceptable y cualquier disculpa es muestra de debilidad”.

Incluso las familias más infelices tienen de que agradecer al no ser los Trump de Queens, N.Y., agrega Lozada.

Mary Trump rechaza de plano el concepto de que Trump es un pensador estratega, disciplinado, con objetivos claros y definidos, escriben en otra reseña Maggie Haberman y Alan Feuer del New York Times.

“El ego de Donald es y siempre ha sido una barrera frágil e inadecuada que lo separa del mundo real, en donde, gracias al dinero y al poder de su padre, nunca tuvo que negociar por sí mismo”.

His ego is a fragile thing that must be bolstered every moment because he knows deep down that he is nothing of what he claims to be,” she argues. “He knows he has never been loved.” The president withdraws to comfort zones such as Twitter and Fox News because “he is and always will be a terrified little boy.”

Su ego es sumamente frágil es necesario reforzarlo a todo momento porque sabe en el fondo que no es nada de lo que dice ser . Él “sabe que nunca ha sido amado”. Cuando le golpea la realidad, el presidente se retira a zonas de confort como Twitter y Fox News porque “es y siempre será un niño aterrorizado”.

Anoche, después de recibir la noticia de que la Corte Suprema del país ha dado luz verde a la fiscalía en New York para evisar ocho años de las finanzas de los Trump, como parte una investigación en torno a los pagos ilegales a una estrella de porno y una modelo de Playboy, Trump llamó a entrevista con Sean Hannity de Fox News. 

Con munch orgullo, le dijo que había pasado un examen cognoscitivo para el trastorno de Alzheimer. “Lo tomé en centro médico Walter Reed y quedaron muy sorprendidos. 

 

De que Trump está con la mierda al pescuezo no cabe duda: Es obvio que el puesto le ha quedado enorme. En la próxima fase de esta farza veremos cómo el hombre cuya vida se basó en pisotear a los débiles, humillar a los caídos, denigrar a sus adversarios, hoy día pide compasión.

No va a suceder.