Esta semana, mientras que los estadounidenses sintonizaban los juegos olímpicos de verano en Río, la competencia por la Casa Blanca daba un giro hacia lo bizarro, el movimiento de Bernie Sanders se adaptaba a la nueva realidad, y Jill Stein del Partido Verde luchaba por darse a conocer.
Desde el confort de sus aires acondicionados, los estadounidenses podrán admirar durante tres semanas a sus nadadores, fondistas, ciclistas, basquetbolistas, voleibolistas, y otros atletas competir por el oro. Y, también, por los millonarios contratos publicitarios que pueden traer una medalla.
Quizás algunos vean en el heroíco equipo olímpico de refugiados los resultados de las politicas de sangre y fuego, en las que EUA ha jugado su parte, como en la desestabilizante guerra en Iraq que sumió a la región en el infierno.
Donald Trump, el racista, xenófobo, misógeno que representa a los republicanos, siguió dando tumbos en un semana que fue de mal en peor para él. Destacamos:
- La bronca con los padres de un soldado musulmán caído
- Sus comentarios sobre la medalla Corazón Púrpura a los heridos en combate
- Su palabras en el sentido que deberían usarse las armas atómicas
- Las aseveraciones de que vio un avión de EUA con miles de millones para pagar un rescate a Irán, que luego rectificó
- El negar apoyo inicialmente a la reeleción del presidente de la Cámara Paul Ryan, para retractarse posteriormente
- Su servicio militar (evasión) durante Vietnam
Esta semana, cada día que pasó Donald Trump fue dejando una plasta más grande que la del día anterior.
Súmele a ello sus declaraciones sobre el acoso sexual en situaciones laborales en el sentido que la opcion que el recomienda es cambiar de empleo. Para redondear, Melania Trump, esposa del candidato, también ha contribuído con sus propias meteduras de pata: Plagió a Michelle Obama, mintió sobre sus credenciales académicas, apareció en cueros por todo internet; y ahora surgen preguntas si violó las leyes migratorias — ella que ha denunciado a los pobres sin documentos.
Donald Trump, por su incontrolable impulso de hablar mierda a chorros antes de pensar, ha venido perdiendo terreno. En las encuestas (nacionales y a nivel de estado) y en cuanto al apoyo de sus correligionarios.
Pero las dificultades de Trump no eliminan dos ingredientes claves de la olla podrida que es la política electoral de EUA.
El primero es que el caudal de apoyo de Donald Trump sigue siendo fuerte entre el segmento de la población que lo nominó — los que coinciden con la declaración “Gente como yo ya no tenemos voz en lo que pasa”. En su mayoría hombres blancos de poca educación, bajos ingresos que culpan por todos sus problemas a los cambios en la fibra de la sociedad (inclusividad, diversidad). Añoran un país en el que negros y otras minorías, igual que las mujeres, tenían puestos asignados. Esta gente lo sigue apoyando y ha comenzado a ayudarlo generosamente. (Aunque algunos se han quejado de que les siguen cobrando cuando ya no quieren seguir contribuyendo).
El segundo es que mucha gente no traga a Hillary Clinton. No por ser mujer sino por ser Clinton. El apellido Clinton es sinónimo de falta de transparencia.
Hillary Clinton obtuvo esta semana importante apoyo desde la derecha, entre ellos un antiguo director de la CIA.
Bernie Sanders, por su parte, no ha parado. Su campaña ha tomado el slogan “Nuestra Revolución Política” y sigue intentando apoyando candidatos — desde el Congreso hasta asambleas estatales y ayuntamientos — para las otras elecciones tendrán lugar el mismo día que los estadounidenses elijen su presidente.
Durante su impactante campaña, Bernie Sanders logró montar una infraestructura de donantes y activistas, junto con una base de datos envidiable para cualquier político.
Y es en este marco que Jill Stein, doctora de Harvard y candidata presidencial del Partido Verde, realiza un esfuerzo olímpico por darse a conocer. Pero ello requiere visibilidad. Y — más claro no canta un gallo — los medios corporativos no tienen el menor interés en cambiar el statu quo y darle interlocución.
El plan para silenciarla es muy similar al que se usó contra Sanders en la última fase de su campaña — hacer como si no existiera. La doctora Stein, cuya nominación tuvo lugar en Houston el 6 de agosto, sigue organizando a nivel de base, llevando su mensaje de paz, activismo y justicia social. No muy diferente del de Bernie Sanders.
Con todo lo anterior, muchos creen que así barran los equipos de EUA en Río, y regresen a casa repletos de medallas de oro, para el electorado estadounidense las próximas elecciones traerán solo latón.
Otra semana que pasó en EUA.
Carlos F. Torres
Director, El Molino Online
New York, NY, 8/7/2016