Screen Shot 2013-09-30 at 5.07.32 PMNEW YORK, NY — En el verano de 1979, un veterano de la Segunda Guerra Mundial que había perdido una pierna en la Batalla de Okinawa contra Japón no pudo soportar más los dolores de un cáncer terminal y optó por terminar él mismo vida.

Carlos F. Torres
Carlos F. Torres

Hoy día, el hijo de ese veterano que dio su salud por su patria, es candidato por el partido demócrata para la alcaldía de New York.

Y lo que debía ser un aspecto personal de una familia que tuvo que sufrir el trauma y ha tenido que vivir con él, es ahora público.

Lo es gracias al New York Post que hoy publica una nota sobre el hecho, firmada por Lorena Mongelli y Yoav Gonen, y presentada con todo el amarillismo posible como “exclusiva”.

Aunque no quisiéramos saberlo, nos hemos enterado.

Aunque no nos importe, nos han embutido la noticia en contra de nuestra voluntad, ya que no podemos evitar ver los titulares morbosos.

Lamentablemente no nos sorprende lo bajo que ha caído el New York Post.

Después de todo es éste el periódico que llamó a de Blasio “partidario de los sandinistas” por la participación del candidato en un movimiento de solidaridad con Nicaragua ¡en 1988!; que también lo presentó como un activista con ojos de drogado durante sus días como estudiante en NYU.

Ahora, adopta el New York Post una nueva posición: ladrón de sepulturas.

Para el Post no importa que la información sea personal.

Ni que sea privada.

Ni que sea algo doloroso para la familia de Blasio.

O que nada tenga que ver con la plataforma del candidato, ni con el programa que ofrece a los neoyorkinos para resolver los problemas que afectan.

No importa porque el tabloide está empecinado en empujar la primera campaña a la alcaldía de New York desde el 2001 a un abismo lleno de podredumbre — su objetivo no es más que hundir la campaña en la ignominia.

Carlos F. Torres
Septiembre 30, 2013