Aislado de sus vecinos árabes y la comunidad internacional, el presidente de Siria Bashar Assad sigue un curso de represión brutal contra el levantamiento que lleva ya casi medio año y ha causado más de 1,700 muertes.

Según informes, el ejército juega un papel clave en la supresión, con demoledores ataques con tanques y artillería pesada contra las ciudades.

Dice Al Jazeera English que Arabia Saudita, Kuwait y Bahrain han retirado sus embajadores de Damasco.

Escribe un reportero de Al-Jazeera: “Mientras entrevistábamos a activistas en Deir ez-Zor, e incluso ahora mismo, varios francotiradores apostados desde edificios controlaban la ciudad. Sabemos también que la represión ha seguido”.

En Deraa, por lo menos tres personas murieron en una procesión fúnebre. “El ejército abrió fuego con ametralladoras de gran calibre en el distrito de al-Joura. Acto seguido, las fuerzas de seguridad lanzaron una barrida, aterrorizando a los residentes”.

También la tropa atacó Maarat an-Numan en el norte del país.

Con un saldo de más de 300 muertos en las protestas, la primera semana de agosto ha sido hasta el momento la más sangrienta en los cinco meses desde que comenzó el movimiento por la democracia en Siria, el cual el gobierno ha llamado parte de una conspiración internacional.

Unas 1,700 personas han muerto desde marzo, según activistas y grupos pro derechos humanos, cifra que el gobierno de Assad disputa.

El régimen ha intensificado la represión durante la celebración del mes religioso de Ramadán, periodo en el cual los musulmanes ayunan durante el día, luego al caer el sol comen y salen a las mezquitas. Buscan impedir que las mezquitas más grandes se conviertan en puntos de reunión de los opositores del gobierno.

Analistas políticos consideran que el retiro de los embajadores por los estados del Golfo podría ser un punto de cambio para el régimen.

Artículo en inglés

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