escándalos clintonInicie una búsqueda en Google con las palabras “Clinton Scandals” y vea los resultados. Para este bloguero, en 0.59 segundos, 42,900,000 entradas. (En español son menos).

La lista comienza con el más reciente — el de los correos electrónicos — y se prolonga en el tiempo y el espacio, hasta la década de los 90 durante la presidencia de Bill Clinton, cuando la nación asqueada (y el mundo boquiabierto) discutía manchas de semen (¡sí de semen!) presidencial en el vestido azul oscuro de una becaria de 22 años.

Y esta lista, sin fin aparente tiene un nuevo capítulo esta semana que cerró con una entrevista de 3 horas y media a Hillary Clinton por el FBI, que está culminando una investigación de un año sobre si la candidata violó la ley al usar un servidor privado para el correo electrónico del Departamento de Estado. (No cabe duda de que obró en violación de normas claramente establecidas; eso ya está claro. Ahora hay que ver si se violaron leyes y, de ser así, qué recomienda el FBI).

Pero el escándalo de la semana no fue sobre los correos, sino la visita secreta de Bill Clinton con la procuradora general del país, Loretta Lynch, en un avión en la pista del aeropuerto de Phoenix, en Arizona. Todos han criticado la reunión, iniciada según la narrativa oficial por el propio expresidente y únicamente para discutir nietos y similares con la mujer a cargo del departamento que tendría que dar luz verde a la formulación de cargos criminales a Hillary Clinton.

Dio una pésima impresión. Sustentó el argumento de que los Clinton se consideran por encima de la ley. Socavó toda imparcialidad.

Empaña la investigación hasta el punto que únicamente imputación con cargos criminales aplacará a la derecha republicana.

Deshacerse de la percepción que persigue a los Clinton de que la ley no es para ella ha cobrado nuevo vigor esta semana.

Donald Trump, por otra parte siguió llenando de adrenalina las venas de sus seguidores con sus comentarios sobre el brutal atentado en Estambul, diciendo que hay que responder al fuego con más fuego. El hombre del peluquín sigue recibiendo amplia cobertura, la cual va adquieriendo un tono cada vez más negativo, cuestionando su juicio, su ética, su fortuna, acusándolo de antisemitismo, de drogarse con estimulantes — dando amplio espacio a los republicanos que se han pronunciado en contra de él.

Y, sin embargo, las encuestas lo ponen a la par con Hillary Clinton.

Más claras no pueden verse las lamentables y pésimas opciones que presentan los dos partidos principales al electorado de EUA.

Otra semana que pasó en EUA.

Carlos F. Torres

 

 

 

Carlos F. Torres
Director, El Molino Online
New York, NY, 7/3/2016