Estados Unidos de RacismoMuy probablemente, dentro de unos 20 años, cuando las minorías estadounidenses formen la mayoría del país, el rechazo por parte del electorado blanco de un presidente (o presidenta) negro o latino no tendrá mucho efecto.

Pero entre 2008 y 2016, cuando EUA vivió la primera presidencia de un afroamericano, si tuvo un enorme efecto.

Fue un rechazo sistemático, organizado, financiado por los elementos que se benefician del racismo.

Y ello produjo la presidencia de Donald Trump, el empresario neoyorkino, estrella de TV realidad y, por su experiencia en el mundo mediático, apto conocedor y manipulador de los prejuicios, temores y resentimiento de la población blanca de bajos ingresos y poca educación.

Donald Trump, antes de postularse como precandidato, ganó notoriedad al sostener que Barack Obama no había nacido en EUA.

Durante varios años, machacó el tema que llegó a conocerse como los “birthers”, (de la palabra “birth”, o nacimiento en inglés). Por todos los medios de la ultraderecha — Drudge Report, Fox News y múltiples otros, fue ganando adeptos, hablando en código, transmitiendo el mensaje “una persona de raza negra no merece presidir el gobierno de EUA”.

Desde que Barack Obama le entregó las riendas de la presidencia, Trump se ha convertido en el paladín de la población blanca que teme perder sus privilegios sobre las minorías.

Esto se vio cuando dio apoyo tácito a los nazis que marcharon en Charlottesville el verano de 2017. Dijo entonces que “había gente buena” dentro de los grupos nazis.

Eso se vio nuevamente la semana pasada en medio del escándalo causado por la actriz Rosseanne Barr que comparó a una ex asesora de Barack Obama con un simio, lo cual le causó el puesto. Trump, en vez de denunciarla a ella por racista, se quejó de que el canal ABC News no se había disculpado por la manera en que lo han criticado.

Igualmente se ha visto con los perdones que ha otorgado con el poder que le confiere la constitución. Hace unos meses, indultó al Sheriff Joe Arpaio de Arizona, condenado por usar estereotipos racistas contra los latinos de California.

La semana pasada perdonó a Dinesh D’Souza, comentarista racista, que había sido condenado por violaciones de las leyes federales que rigen las campañas electorales. D’Souza había logrado gran fama por su racismo contra Obama. (Ilustrado en la imagen que acompaña esta nota).

Esta semana, en Nashville, Tennessee, usó nuevamente un lenguaje más burdo hablando del muro de la frontera con México, de las pandillas de “animales” que por ahí entran a hacerle daño a los estadounidense, léase a los blancos.

Durante estos días también se supo que el verdadero saldo humano en Puerto Rico a raíz del huracán María el verano pasado era de alrededor 4,600 personas. Basta con recordar cómo cuando visitó Puerto Rico, el presidente tiró toallas de papel e hizo comentarios despectivos como que los boricuas “quieren que el gobierno lo haga todo por ellos”.

Deshumanización.

Comenzando desde las cúpulas del poder en EUA, los racistas se sienten con plena libertad para agredir a la gente de color. Frecuentan los casos como los arrestos de dos ciudadanos afroamericanos en una tienda de Starbucks en Philadelphia. O el abogado que en Manhattan arremetió contra los empleados que hablaban en español. Tales ejemplos abundan en el cotidiano del país.

Un nuevo estudio por investigadores en California indica que dentro de la población blanca está aumentando el resentimiento en contra de la asistencia pública a los necesitados. Las percepciones entre los blancos son que el sistema de asistencia pública beneficia a las minorías, a costas de la población blanca.

La destreza con que la presidencia ha sabido manipular esta percepción racista y xenófoba ha permitido que la base de apoyo de Trump se mantenga, no obstante la corrupción que le rodea en su gabinete de milmillonarios, o el que medidas económicas — como la pregonada reforma del código tributario de la nación — han beneficiado únicamente a los más ricos del país.

Incluso las tarifas que ha impuesto a las naciones con que EUA ha construido relaciones comerciales por décadas pueden tener serios efectos en la clase trabajadora blanca de EUA. Pero, hasta el momento, lo que los mantiene contentos es el hecho de que Trump parezca empecinado en desarmar todos los logros de la presidencia de Obama.

Respecto a Obama, según un libro por un ex funcionario de la Casa Blanca, Ben Rhodes, al enterarse de que Trump había ganado la elección, el ex presidente entró en un momento de reflexión y preguntó a su gente, “¿Será que mi presidencia tuvo lugar antes de tiempo?”

Todo indicaría que fue así.

Tal vez, cuando cambie el perfil demográfico de esta nación, también se produzca un cambio y a la gente se le juzgue por el contenido de su carácter, y no por el color de su piel.

Pero para eso faltan unos 20 años.

Otra semana que pasó en EUA.

Carlos F. Torres

 

Carlos F. Torres
Director, El Molino Online
New York, NY 6/3/2018

 

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