Agosto 2017 y con un calor infernal, gran parte de Washington D.C. se marcha de vacaciones, para evadir la inmisericorde humedad capitalina, y muy probablemente despejar la cabeza y trazar planes para el otoño. Es una especie de intermedio en el drama que consume al país.
El Presidente Donald Trump, abordó su helicóptero el cual lo llevó a “Air Force One”, la nave presidencial, que a su vez lo llevó a su propiedada en Bedminster, New Jersey, donde piensa pasar los próximos 17 días.
Aprovecharon la oportunidad algunos críticos de la presidencia para recordar al presidente (con sus mensajes por Twitter) cuando él criticó muy fuertemente a Barack Obama por salir de vacaciones. Este es quizás el menor de los problemas que enfrenta el primer mandatario, enfrascado en escándalos desde el primer mes de su presidencia.
Sin incluir los abogados que han tenido que contratar muchos en la Casa Blanca, comenzando por el presidente, presentamos algunos de los otros actores de este drama — indudablemente más interesante que House of Cards.
Robert Mueller, nombrado Fiscal Independiente por el Departamento de Justicia solo días después de que Trump ordenara el despido de James Comey, director del FBI que se había negado a suspender la investigación sobre Michael Flynn, Rusia y la campaña Trump 2016.
Mueller, quien fuera jefe del FBI durante la administración de George W. Bush y parte de la administración Obama ahora tiene un equipo que incluye 16 abogados y fiscales del más
alto calibre.
Se supo esta semana que convocó a un Gran Jurado en la capital, de 23 personas. Este tipo de investigaciones, indican casos similares previos, tienden a ampliarse.
La filosofía de Mueller es de “follow the money” (seguir el dinero). Esta es un área muy delicada para Trump, quien ha logrado mantener confidencial documentación sobre su fortuna, incluyendo sus planillas de impuestos que sencillamente no ha divulgado. Más recientemente, Mueller ha pedido a la Casa Blanca materiales sobre Michael Flynn.
Michael Flynn, ex coronel de los Marines y partidario de la campaña Trump desde muy temprano, fue despedido de su cargo a menos de un mes de posesionarse, acusado de proporcionar información falsa sobre varias reuniones que tuvo con representantes del gobierno de Rusia.
Informes recientes indican que también trabajó para el gobierno de Turquía y recibió decenas de miles de dólares.
Jared Kusher. Marido de Ivanka Trump, y al igual que ella, asesor presidencial con el mayor acceso posible en cuestiones de seguridad. Kusher tiene lazos comerciales con Rusia (y China) que remontan años.
Fue uno de ocho participantes en una reunión en Trump Tower en junio 2016. Mientras que la gente de Trump asegura que la reunión no produjo nada positivo para la campaña, el objetivo según indicaron comunicaciones electrónicas, era de recibir de parte de Rusia materiales lesivos a la campaña de Hillary Clinton. Kusher ha testificado ante una de las varias comisiones del Congreso que investigan la Casa Blanca.
Kushner, Ivanka forman parte de la llamada ala “globalista” de la administración.
El otra ala se considera “nacionalista” o “nativista”, tiene lazos con la ultra derecha estadounidense y varios importantes cargos. Flynn era afin a estos últimos. Steve Bannon, quien dirigió el portal Breitbart, es uno de los principales exponentes de esta filosofía de extrema derecha.
Donald Trump Jr. Hijo mayor del presidente que aceptó la reunión con los rusos. Dijo “I love it” (me encanta) cuando le ofrecieron los materiales.
Cuanto el New York Times informó sobre la reunión, él envió una declaración que aseguraba que la discusión centró en torno a la adopción de niños rusos, pero esta versión cambió totalmente al día siguiente, cuando Jr. se anticipó al New York Times e hizo públicos algunos de los correos.
Recientemente se supo que el mismo presidente Trump dictó la declaración.
Paul Manafort. Empresario con negocios (y aparentemente deudas) millonarios en Rusia y sectores pro Rusos en Ucrania. Manafort jugó un alto cargo durante la campaña Trump y también asistió a la polémica reunión en Trump Tower.
Manafort Ha testificado ante investigadores del Congreso.
John Kelly. Recién nominado Secretario de la Presidencia. General de los Marines con cuatro estrellas, ha servido en los conflictos de Irak y Afganistán, donde cayó en batalla su hijo mayor.
Ingresó al gabinete como Ministro de Seguridad Nacional, pero asumió su importante cargo en la tercera semana de julio 2017 cuando fue despedido Reince Preibus, ex presidente del Comité Nacional Republicano y parte del establishmente republicano. Duró seis meses en su cargo.
La tarea de Kelly es poner fin a las pugnas internas en la Casa Blanca y recuperar control del mensaje para implementar la agenda. Aunque tiene la reputación de ser un tipo duro, serio, directo al grano, como buen líder militar, queda por verse el éxito de su empeño.
Donald Trump, el empresario que contra viento y marea venció al establishment republicano en las elecciones primarias para derrotar al establishment demócrata y su candidata Hillary Clinton, ha topado con la dura realidad de la presidencia.
Desde el primer día ha sido atacado, cuestionado, desvirtuado. Y él ha respondido sin pelos en la lengua. Desafiante.
Aunque su apoyo parece mantenerse entre su base en áreas rurales (las que visita con frecuencia y organiza masivos actos con sus partidarios) ya Washington le ha perdido el miedo. Y las encuestas le dan la peor aprobación en la historia para un presidente en sus primeros seis meses.
Los demócratas lo detestan y no desperdician ni una solo oportunidad para hacerle zancadilla.
Los republicanos han comenzado a cuestionarlo públicamente y cada día le hacen menos caso. Los medios han dedicado algunos de sus más capacitados periodistas para que escarben y los resultados de sus investigaciones se repiten ad nauseum en los canales por cable, las redes sociales, los portales de noticias las 24 horas del día. Los programas de humor se han ensañado con Trump y los personajes de su presidencia.
Trump, su familia y sus partidarios niegan que nada irregular haya pasado en relación con Rusia. Por su parte, la prensa que responde al modo de pensar del partido demócrata acusa a Rusia de todo lo habido y por haber. Ahí se confunden el patriotismo en defensa de la soberanía nacional — repudio a la posible intervención rusa en la elección — con las ganas de joder a Trump por haber ganado la presidencia. Lo consideran ilegítimo. En sus ataques, usan un lenguaje muy similar al del tristemente célebre Senador Joseph McCarthy en sus persecuciones hace poco más de medio siglo — y ello corre el peligro de crear “fatiga de escándalo” entre el público, que resulte en cierta simpatía hacia el presidente, quien siempre ha dicho que todo es una “cacería de brujas”.
Mientras tanto, en Rusia, Vladimir Putin también está de vacaciones. Nadando, pescando, paseando en lancha, posando sin camisa, varonil, fuerte, vigoroso, como si disfrutara viendo a los gringos pelearse entre sí.
Otra semana que pasó en EUA.
Carlos F. Torres
Director, El Molino Online
8/4/2017
